Los frutos secos no son un simple alimento de picoteo, en realidad, son auténticas bombas de nutrientes saludables. Son muy conocidos por sus grasas saludables, que mejoran el sistema cardiovascular, por sus abundantes proteínas vegetales y su fibra. Si bien es cierto que tienen muchas calorías, se ha comprobado en múltiples ocasiones que no se relacionan con el aumento de peso corporal, un mito muy extendido en España.
Por suerte, los españoles hemos aumentado nuestro consumo de frutos secos, según revela el Informe de Consumo de Alimentos en España que ha realizado el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El pasado año 2020 cada español consumió 3,81 kilogramos de frutos secos, lo que constituye un aumento del consumo de este tipo de productos de un 19,4% con respecto al año anterior.
De todas formas, no todos los frutos secos que se venden en el supermercado son saludables. Normalmente, se encuentran en el pasillo de los aperitivos junto con las patatas fritas y otros snacks ultraprocesados. Por eso, es frecuente encontrar frutos secos fritos en aceites, con un exceso de sal e, incluso, bañados en miel y azúcar. Los mejores frutos secos, en este sentido, son los naturales y los tostados sin sal.
La parte que tiras
Los beneficios para el corazón de los frutos secos no proceden solamente de las grasas cardiosaludables. La fibra que contienen sirve para atrapar en el sistema digestivo el exceso de azúcares y de grasas saturadas, pero, además, las vitaminas y los minerales que cumplen una función muy importante en este sentido. Muchos de ellos son conocidos por sus funciones antioxidantes y antiinflamatoria que se relacionan con un mejor estado del corazón y los vasos sanguíneos.
Sin embargo, muchas de las veces en las que comemos frutos secos no aprovechamos toda la carga de micronutrientes positivos que contiene. Esto se debe a que compramos frutos secos que vienen pelados o nosotros mismos retiramos esa fina capa que envuelve el vegetal. Uno de los grandes ejemplos es el cacahuete —que sí, que, en realidad, es una legumbre, pero por su semejanza en cuanto a nutrientes y en la manera que se come se asocia a los frutos secos—.
Los cacahuetes suelen venir por parejas dentro de una vaina leñosa y, a su vez, cada uno está envuelto por una fina capa rojiza o púrpura. Los cacahuetes pelados o las cremas de cacahuete que se pueden comprar en el supermercado se han elaborado con estas legumbres a las que se ha quitado previamente esta capa colorada. Pero muchas veces somos nosotros mismos quienes retiramos esta capa y no deberíamos.
Otras pieles
Esta piel contiene fibra alimentaria, pero también una gran proporción de compuestos fenólicos que tienen un efecto antioxidante cuando lo comemos. El potencial antioxidante de los cacahuetes ya es elevado de por sí, sin embargo, cuando los consumimos con la piel incluida, la proporción es más alta. Entre los compuestos antioxidantes del cacahuete destaca la vitamina E, un compuesto muy potente en este sentido que se encuentra en una alta proporción en este alimento.
Otros muchos frutos secos contienen una piel similar bajo la cáscara dura, como las avellanas y las almendras. En los supermercados se pueden encontrar de un color marrón, que indica que la piel sigue pegada a su superficie, o, por el contrario, pueden ser blancas. Estas últimas son peladas y se les ha eliminado esa piel que contiene un extra de nutrientes. Además, muchas de estas opciones han sido fritas o se les ha añadido un exceso de sal.
Por último, los pistachos son otro ejemplo muy claro de un fruto seco que contiene bajo su dura cáscara una capa de un color entre el marrón y el púrpura. En este caso, se trata de una piel más gruesa y, por eso, muchas personas la retiran para simplemente comerse el fruto seco de color verdoso. Los pistachos también se relacionan con un efecto antioxidante beneficioso, también por su contenido de vitamina E, que se potencia si consumimos esa piel.