Amaia está hecha un manojito de nervios: mañana cumple cinco años y van a preparar su pastel favorito. Pero a la hora de comer, algo ocurre: la zanahoria, que normalmente come, le empieza a generar dudas. Y así se manifiesta el puaj: un duendecillo verde que encarna todas sus reticencias, del color a la textura. A medida que avanza la jornada, los puajs se reproducen como una horda de gremlins y pululan ya no solo en torno a la pequeña sino de sus padres, que observan con ansiedad cómo se deja sin terminar la tortilla o el yogur que tanto le gustan.
Con esta premisa, pensada para atrapar a los pequeños lectores pero que los adultos reconocerán fácilmente, el cocinero Juan Llorca y la nutricionista Melisa Gómez vuelven a formar equipo para abordar las mejores pautas de alimentación saludable en familia. Si su anterior colaboración, Leche con galletas, buscaba involucrar a los abuelos y que dejaran de ser los 'consentidores' de golosinas de sus nietos, ¡Puaaaaj! está pensado para leer entre todos, apoyado por las entrañables ilustraciones de Lirios Bou.
Se trata de abordar una desesperación común a la crianza, y más o menos cotidiana según el niño: la dificultad de introducir nuevos alimentos y de que tomen raciones completas. Los progenitores tendemos a atribuir los conflictos a los gustos o la actitud, cuando se trata de un fenómeno complejo. "Tanto niños como adultos tenemos sistemas de regulación del hambre; ciertos mecanismos innatos que nos hacen sentir afinidad por alimentos o texturas, desconfianza por lo que aún no conocemos o entornos favorables que nos harán sentir más cómodos ante la comida. Para todos ellos existe una receta: escucharnos", escriben.
Llorca, chef y responsable de alimentación en la Valencia Montessori School, lo explicaba de esta manera a EL ESPAÑOL: "El paladar de un niño es un lienzo en blanco: tú puedes pintarlo como quieras". Dicho de otro modo, acostumbrarles pronto a sabores como los de las verduras y hortalizas, menos gratos que los edulcorados con azúcares refinados, carbohidratos y grasas, y con texturas blandas que tan bien les "entran", ayudará a que coman sano toda la vida. Pero tratar de imponerlos a la fuerza sin entender sus dificultades y temores puede derivar en una relación patológica con la comida.
El hecho de cocinar en casa, permitiendo que colaboren y que experimenten por sí mismos la realidad de los ingredientes, evitará que dependan de los procesados en el día a día. "El peque puede llegar después a casa y que ya no le apetezcan las verduras o la fruta. Le parecerá que no tiene un sabor lo suficientemente fuerte porque no pueden competir", explicaba Gómez, miembro de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición y del Colegio de Dietistas y Nutricionistas de la Comunidad Valenciana (CoDiNuCoVa). "Modificar hábitos en un niño de diez años es mucho más lento y trabajoso que hacerlo en un niño de uno".
Eso no significa que todas las preocupaciones de madres y padres estén injustificadas: si el niño está perdiendo peso, se encuentra irritable o decaído, o se niega a comer más de diez alimentos diferentes, es imprescindible acudir al especialista. Pero fuera de estos casos excepcionales, el tiempo libre que brindan la vacaciones de Navidad es una buena oportunidad para animarnos a la repostería casera. Y la propuesta de 'Carrot cake con frosting de yogur' nos ayudará a poner dique a la avalancha de dulces industriales que traen las fechas.
Lo primero pasará por preparar el frosting, triturando 140 gramos de anacardos hidratados con 75 ml de aceite de coco, 140 ml de bebida vegetal y media vaina de vainilla hasta conseguir una crema muy fina, que se dejara en la nevera.
A continuación se trituran 220 g de pasas hidratadas y se rallan cuatro zanahorias, que se mezclan hasta formar una pasta. Se añaden 100 g de nueces rotas a mano.
En un bol, se ponen 335 g de harina de avena con una cucharadita de cada una de estas tres especias: canela, nuez moscada y jengibre. También se añaden 30 g de impulsor y una pizca de sal, y se mezcla todo.
Se toman 250 ml de zumo de naranja, 180 ml de aceite, 125 ml de bebida vegetal, se remueven bien y se añaden a la harina. Se mezcla poco a poco con la pasta de pasas, zanahorias y nueces. Después, se hornea durante media hora a 180ºC. Finalmente, cuando esté cocinado y se haya enfriado, se rellena el interior y se decora el exterior con el frosting.