La producción de carne intensiva en España acapara el debate político desde primeros de año, pero la recomendación de comer menos carne por motivos de sostenibilidad y salud - una reducción que afecta particularmente a la roja y muy especialmente a la procesada- no ha variado. Limitarla, sin embargo, no significa erradicarla de nuestra dieta, del mismo modo que no toda la comida envasada debe considerarse insana por el mero hecho de haber recibido un procesado alimentario.
Como recuerda Consumidor Global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) marca de forma explícita sus recomendaciones: o bien tres raciones de carne blanca o magra (ave, conejo) y una de carne roja (ternera, cerdo o cordero) a la semana, o un máximo de tres raciones de carne semanales en total.
El motivo para estas precauciones son las grasas saturadas de las carnes rojas, específicamente vinculadas con un mayor riesgo cardiovascular. Si además se tratata de un ultraprocesado, como las salchichas envasadas o el bacon, los efectos inflamatorios de esta alimentación particularmente nociva para el intestino se asocian a un incremento del riesgo de cáncer de colon.
Con todo esto en mente, uno de los últimos lanzamientos de Mercadona, el 'solomillo marinado con setas' marca Hacendado, puede destacarse como una elección a destacar para la ración de carne roja recomendable desde un punto de vista nutricional. Especialmente si el consumidor, por las circunstancias de la vida contemporánea, no tiene opción de adquirir y preparar una carne fresca.
El primer paso antes de adquirir un producto alimentario envasado pasa por mirar la etiqueta, la verdadera medida de lo que vamos a comer. El porcentaje de materia prima, lo que realmente corresponde al alimento anunciado por el nombre del producto, determinará en gran medida su calidad. Cuanto más contenga, menos espaccio quedará para los aditivos menos recomendables. Y en el caso es un 90,5% solomillo con setas.
En comparación con otro de los productos cárnicos recientemente lanzados por Mercadona, la 'cabeza de lomo moruno asado y marinado', estas cantidades desmerecen un poco: en este producto, el cerdo suponía un 98%, casi perfecto. En este caso, sin embargo, hay que tener en cuenta que el 9,5% restante corresponde a la salsa de setas, cuando la cabeza de lomo solo añadía el sazonado.
En ambos casos, sin embargo, estamos ante las mejores piezas de porcino que podemos elegir. Lo explicaba Leticia Garnica, miembro del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid (CODINMA). "El cerdo tiene partes magras como son por ejemplo, el solomillo o el lomo que son partes más saludables porque tienen menos grasas saturadas. Por ello, cuando optemos por tomar cerdo, mejor escoger esas partes magras".
Nutricionalmente, el gran interés de la carne roja es su aporte de hierro, que se absorbe de forma más eficiente que el aportado por otras alternativas. El cerdo es también fuente de vitaminas del grupo B, y en menor proporción, A y D.
"Las proteínas de esta carne son de alto valor biológico por lo que nos aseguran el consumo de los aminoácidos esenciales y además cabe destacar su contenido en hierro, zinc y potasio", explicaba Garnica. Y la preparación en forma de asado y el marinado es mucho más beneficiosa que como frito, rebozado o empanado.
Este producto se calienta en horno o microondas sin perder palatabilidad, por lo que es una solución rápida y agradecida. Pero rige la norma principal: no es para tomar todos los días. Si atendemos a su composición, 100 gramos de producto nos aportarán 124 kcal con 17,6 gramos de proteína, de los aproximadamente 50 que deberían consumir un adulto a diario.
Los 5,5 gramos de grasas, de las que 1,9 g son saturadas, hacen que tenga un mejor perfil en este aspecto que la cabeza de lomo, considerablemente más señalada. Sin embargo es en la salsa de setas en donde se pierden los puntos: solo un 15% del aderezo corresponde a las propias setas, boletus y champiñones.
El resto de ingredientes presentes en la salsa no son los mejores que se podrían haber empleado, como el aceite de girasol, menos saludable pero más económico que el de oliva, o los azúcares en forma de glucosa y almidón.
Con todo, son una minoría dentro del conjunto, pero hay que atender a un problema común a los alimentos envasados: la ración de 100 g conllevaría 1,7 g de sal, cuando la OMS aconseja no superar los cinco gramos diarios.
Es importante pensar por tanto en el resto de alimentos que tomaremos ése día, y en especial a la guarnición. Unas verduras al vapor que también se pueden preparar en el microondas serían una excelente opción.