El té de kombucha o la kombucha a secas, es una bebida fermentada con sabor algo ácido que, gracias a Internet, se ha convertido en la bebida healthy de moda. Un elixir efervescente que se ha ganado un hueco en las neveras de caras conocidas como Orlando Bloom, Gwyneth Palthrow o la reina Letizia.
Aunque parezca un invento gastronómico moderno, existen vestigios de esta bebida que datan del 220 a.C en China. Se elabora a partir de té (verde o negro) al que se le agregan levaduras y bacterias conocidas como Scoby (Colonia Simbiótica de Bacterias y Levaduras) y kombucha, que es capaz de transformar los polifenoles del té en otros compuestos capaces de inhibir el desarrollo de otros microorganismos. Para obtener la bebida final, el combinado se debe fermentar entre siete y 14 días.
Aunque se le conozca como simbiosis de bacterias y levaduras, este no pertenece a ninguna familia de hongos. Se trata de una simbiosis de ácido acético y levadura, perteneciente a la colonia Zooglea que, durante el fermentado, consume azúcar y polifenoles. Su sabor, parecido al de la sidra de manzana, junto a las propiedades que se le atribuyen, ha provocado que vaya ganando popularidad.
Propiedades sin evidencias
En un estudio, investigadores de la Universidad de Alaska, trataron de encontrar evidencias de que su consumo favorece la cognición, pérdida de peso y longevidad.
Tras una serie de pruebas realizadas a 64 ratones de laboratorio, los científicos concluyeron que los efectos y mecanismos observados en los animales, no eran comparables en los seres humanos, siendo sus beneficios inciertos, al igual que los problemas de seguridad, ya que se reportaron problemas de salud y muertes asociadas al consumo de esta bebida.
No es para todo el mundo
Algunos estudios como el publicado en 2014, destacan propiedades como la reducción de la presión arterial y el colesterol, la regulación del sistema digestivo o alivio de los síntomas de la gota y del artritis. También señala que entre sus componentes se encuentran vitaminas B1, B2, B3, B6, B12, C, D, E, K y ácido fólico. Además, al ser una bebida fermentada, contiene un porcentaje mínimo de alcohol, por lo que se desaconseja su consumo en niños y embarazadas.
También este proceso añade acidez al producto final, lo que puede provocar trastornos intestinales en personas que tiendan a ellos, según aclara Concepción Martínez, nutricionista deportiva. Aunque no haya un límite establecido o recomendado al día, la experta indica que convendría no beber más de un litro al día, si se quieren evitar malestares digestivos, diarreas y flatulencias.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señala que, como cualquier té, la kombucha es una bebida que contiene cafeína y aunque sí pueda contener los nutrientes y aminoácidos que se mencionan anteriormente, su proporción es ínfima. Destaca además que, a pesar de conocerse como una bebida fermentada probiótica con múltiples beneficios, no existe evidencia científica que los garantice. Esta bebida, al no estar pasteurizada, puede ser un problema para personas que sufren alguna patología intestinal o están inmunocomprometidas, también para mujeres lactantes y niños menores de cinco años.
Según un organismo asociado al Departamento de Salud del Gobierno de Australia, la Australian Adverse Drug Reactions, los riesgos más habituales asociados al consumo excesivo y/o contaminado de kombucha son reacciones alérgicas, malestar estomacal, náuseas e infecciones de diversa índole. Además de casos de hepatotoxicidad y acidosis láctica que se han reportado.
Cuidado con la kombucha casera
Hacer esta bebida en casa puede acarrear ciertos riesgos. El tipo de bacterias de la kombucha puede variar en función del tipo de té que se use, el tiempo de fermentación e incluso los microorganismos que haya en el ambiente, en la cocina donde se realiza, las herramientas que se utilicen e incluso las manos. Esto se debe a que es un conjunto vivo, lo que conlleva extremar las precauciones higiénicas.
Hay que evitar tocar el Scoby con las manos sin desinfectar o con restos de jabón, ya que puede ser una peligrosa fuente de microorganismos. Es decir, para su elaboración casera habría que asegurar un entorno y unas herramientas lo más estériles posibles. "Los pocos beneficios que puede tener el consumo de esta bebida son comparables a los que se pueden encontrar en otros alimentos con propiedades probióticas y antioxidantes, que además carecen de inconvenientes", sentencia Martínez.