Aunque existen multitud de micronutrientes esenciales para la salud humana, a algunos se les suele dar más importancia que a otros. El magnesio es uno de estos minerales que, si bien es poco conocido, debería ser prioritario en la alimentación, dado que participa en más de 300 reacciones bioquímicas. Y se sabe que en España entre el 76-79% de la población no llega a las ingestas recomendadas diarias de este mineral.
Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por los investigadores de la Universidad de Basilea y el Hospital Universitario de Basilea, publicado recientemente en la revista Cell, ha ido un poco más allá en el estudio sobre el magnesio: poseer una cantidad suficiente sería esencial para el funcionamiento del sistema inmune, y para la prevención del cáncer.
El déficit de magnesio se ha asociado con diversos tipos de enfermedades, incluyendo aumento del riesgo de sufrir infecciones y diversos tipos de cáncer. En estudios previos ya se habría demostrado que la propagación del cáncer es más rápida en ratones cuando estos llevan a cabo una dieta baja en magnesio; además, su sistema inmune también funcionaría peor frente a virus como la gripe en estas circunstancias. Sin embargo, se sabía poco sobre qué efectos tiene exactamente el magnesio sobre el sistema inmune.
En el nuevo estudio el profesor Christoph Hess, del departamento de Biomedicina de la Universidad de Basilea y del Hospital Universitario de Basilea, y del Departamento de Medicina de la Universidad de Cambridge, ha descubierto junto a sus colegas la clave de esta relación: el magnesio sería esencial en la funcionalidad de una proteína de superficie de las células T o linfocitos T, una proteína llamada LFA-1. Así, en un ambiente rico en magnesio, estas células podrían eliminar células anormales o infectadas con una mayor eficacia.
La proteína LFA-1 actúa como una zona de acoplamiento, por lo que es necesaria para que las células T se activen. Sin embargo, cuando la LFA-1 se encuentra inactiva, su conformación es doblada y no puede unirse de forma eficiente a las células infectadas o anormales. Es ahí donde participa el magnesio, según los investigadores: si hay suficiente cantidad de magnesio cerca de las células T, este mineral se une a la proteína LFA y se asegura de que esta se mantenga activa y lista para acoplarse a células patógenas o cancerosas. Se trataría de una especie de "llave" para abrir la proteína LFA-1.
En cuanto al cáncer se refiere, el hecho de que el magnesio sea esencial para el buen funcionamiento de las células T también tendría implicaciones en este ámbito, dado que actualmente la inmunoterapia es uno de los tratamientos contra el cáncer que más se está investigando. En estas terapias el objetivo es movilizar el sistema inmune, y de forma particular las células T citotóxicas, para combatir las células cancerosas.
En modelos experimentales estos mismos investigadores ya han podido demostrar que la respuesta de las células T frente a células cancerosas es mejor cuando se encuentran en un ambiente con una concentración local elevada de magnesio. Y ya se están buscando formas de aumentar la concentración de magnesio en los tumores de forma específica, según Hess y sus colegas. De hecho, usando datos de estudios previos en pacientes con cáncer, este equipo también ha demostrado que las inmunoterapias son meos efectivas si los pacientes poseen niveles deficitarios de magnesio en sangre.
Cómo potenciar el consumo de magnesio
De momento los investigadores no han podido responder a la duda lógica de si el consumo regular de magnesio afecta de forma directa al desarrollo de cáncer como tal, pero es un próximo paso en sus siguientes estudios. Lo que si se sabe es que sufrir un déficit de magnesio puede ser perjudicial para la buena evolución de un cáncer ya diagnosticado, y que las inmunoterapias como tal funcionan peor en una situación de déficit.
Así mismo, cabe recordar el papel fundamental del magnesio dentro del metabolismo óseo, junto a calcio, fósforo, vitamina D y la hormona paratiroidea o PTH. Un déficit de magnesio puede provocar alteraciones en el crecimiento y la salud ósea, además de alteraciones musculares, debilidad, irritabilidad e incluso alteraciones del comportamiento.
Actualmente las recomendaciones nutricionales indican que se deberían consumir unos 400 mg de magnesio diarios en el caso de los hombres, y unos 300 mg de magnesio diarios en el caso de las mujeres. Para lograrlo, los alimentos más ricos en magnesio conocidos son frutos secos, semillas, vegetales y hortalizas, potenciando las verduras de hoja verde y recordando que en el caso de las semillas se pierde hasta el 80% de magnesio si se elimina el germen y la capa externa. Otros alimentos ricos en magnesio son la leche y derivados, carnes, pescados, cereales y cacaos, aunque en menor medida.
Por orden, en el podium de los 5 alimentos más ricos en magnesio por cada 100 g de producto tendríamos: almendras (258 mg), avellanas (258 mg), germen de trigo (250 mg), soja en grano (240 mg) y cacahuetes (174 mg).