Si nos preguntasen por qué siempre se ha considerado recomendable el consumo de frutas, verduras y frutos secos, seguramente las palabras vitaminas y minerales serían las primeras que nos vendrían a la mente. Pero ¿qué hay de los polifenoles? ¿Hemos escuchado alguna vez hablar de ellos?
Los polifenoles son metabolitos secundarios que producen las plantas a modo de defensa cuando se exponen a situaciones de estrés como la radiación ultravioleta o las infecciones fúngicas.
Están presentes en alimentos de origen vegetal como frutas y verduras, frutos secos, aceite de oliva o vino, donde entre otras cosas, aportan color, olor y amargor. Pero más allá de aportar características organolépticas a los alimentos, diferentes estudios han demostrado que la administración de polifenoles produce efectos beneficiosos en humanos. De hecho, se ha descrito la eficacia de los polifenoles en la mejora de marcadores de enfermedades metabólicas como la diabetes y la resistencia a la insulina, enfermedades cardiovasculares, o ciertos tipos de cáncer.
Eso explicaría por qué patrones dietéticos caracterizados por un alto contenido en alimentos ricos en polifenoles, como la dieta mediterránea, se relacionan con una mejora en el estado general de salud. En este sentido, a pesar de que la forma más sencilla y accesible de asegurar la ingesta de polifenoles sería mediante el consumo de los alimentos previamente mencionados, existe una tendencia cada vez mayor hacia el uso de complementos con polifenoles.
Sin embargo, y a pesar de los efectos beneficios descritos para los polifenoles, su efectividad puede verse limitada debido a la metabolización que sufren en el intestino. Esta haría que la cantidad de polifenoles que llega a los órganos y tejidos sea mucho menor que la que se ingiere. La buena noticia es que cada vez son más las investigaciones que sugieren que esta limitación de los polifenoles quizás no lo sea tanto.
Polifenoles y microbiota: ¿amigos o enemigos?
En los últimos años, cada vez se presta más atención a la microbiota intestinal debido al relevante papel que juega en procesos biológicos importantes. Entre ellos la función inmune, la producción de metabolitos bioactivos y la digestión de ciertos componentes de los alimentos.
Su funcionalidad depende principalmente de su composición y, a su vez, esta se ve condicionada (entre otros factores) por la dieta del huésped. Por ejemplo, se ha visto que la adherencia a la dieta mediterránea contribuye a un aumento en la abundancia de especies bacterianas consideradas beneficiosas, como Bifidobacterium animalis, Oscillibacter valericigenes y Roseburia faecis.
Por otro lado, el patrón de alimentación occidental actual, rico en grasas saturadas y azúcar, se relaciona con una composición alterada de la microbiota (menos diversa), la cual parece estar implicada en el desarrollo de enfermedades metabólicas inflamatorias como la obesidad o la diabetes.
En el caso de los polifenoles, se ha sugerido que la metabolización que sufren por parte de la microbiota intestinal se traduce en un efecto prebiótico.
Por un lado, se generan metabolitos secundarios de los polifenoles con propiedades antiinflamatorias. Por otro lado, se producen cambios en la composición de la microbiota, aumentando su diversidad y favoreciendo la generación de metabolitos microbianos con efecto antiinflamatorio, como los ácidos grasos de cadena corta.
Todo ello termina por reducir la inflamación del intestino, lo que ayudará a mantener la función de barrera intestinal y rebajará la cantidad de mediadores proinflamatorios que llegan al torrente sanguíneo (que producen alteraciones metabólicas en diferentes órganos y tejidos).
Además, numerosos estudios indican que los polifenoles también inhiben rutas de síntesis de mediadores proinflamatorios y aumentan la expresión de proteínas de unión estrecha en los enterocitos, ayudando a reducir la permeabilidad intestinal.
Asimismo se ha propuesto que podrían contribuir a la secreción de mucina y a frenar la síntesis de especies reactivas de oxígeno (ROS).
Todo ello favorecería la creación de un ambiente óptimo para el crecimiento de bacterias consideradas beneficiosas como la Akkermansia muciniphila. Cabe destacar que dichos efectos se han descrito tanto para los complementos de polifenoles como para patrones dietéticos que contienen alimentos ricos en polifenoles.
En resumen, la evidencia científica disponible indica que los polifenoles podrían ejercer efectos similares a los de los prebióticos en lo que a la microbiota intestinal se refiere.
En este sentido, la ingesta de polifenoles regularía la composición de la microbiota y su funcionalidad. De lo que se deduce que consumir alimentos ricos en polifenoles podría ser una estrategia efectiva para mantener una microbiota sana. Todo ello sin obviar que ciertos factores, como la genética o el estilo de vida de un individuo, pueden influir tanto en la salud de la microbiota intestinal como en los potenciales efectos que puede producir el consumo de polifenoles.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
*Iñaki Milton Laskibar, autor e investigador Postdoctoral en Cardiometabolic Nutrition Group, IMDEA Alimentación.
*Laura Isabel Arellano García, autora y estudiante de Nutrición y Salud en la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU)
*Maria Puy Portillo, autora y catedrática de Nutrición. Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBERobn) de la (UPV/EHU).