Desde que el ministro Garzón hiciera unas declaraciones para un medio británico sobre, entre otras cosas, las macrogranjas, la calidad de la carne y el bienestar animal, se ha avivado el debate en torno a los sistemas ganaderos.
Las granjas grandes han existido en nuestro planeta desde hace mucho tiempo, pero en los últimos años las macrogranjas han incrementado su presencia debido a la aplicación de los principios de la economía de escala.
Lo cierto es que no existe una definición legal o formal del término macrogranja, simplemente sabemos que se trata de una granja con muchos animales.
Extensivo e intensivo, sistemas complementarios
La carne producida en extensivo, por norma general, tiene una calidad –entendida como un sumatorio de características químicas, físicas y organolépticas– superior a la que se produce en intensivo. No obstante, las comparaciones son muy difíciles de hacer porque ambos sistemas no generan productos similares.
En el caso del ganado porcino en España tenemos un claro ejemplo: el cerdo ibérico. Se trata de una raza muy adaptada al sistema de producción empleado y al uso de la montanera –pasto en la dehesa– al final de su cría. De hecho, el Real Decreto 4/2014 marca diferencias de categoría comercial de los productos en función de la raza y el sistema de explotación de los animales.
En el otro lado de la balanza, y también dentro del sector del porcino, podemos encontrar la marca de garantía Cochinillo de Segovia. Se trata de un producto característico de la gastronomía española que se puede encontrar en casi cualquier ciudad del territorio nacional. Se trata de un producto de calidad reconocido, generado en explotaciones consideradas intensivas, o al menos siguiendo un sistema de producción intensivo.
Los sistemas de explotación intensivos y extensivos no son excluyentes, sino complementarios. Los primeros (intensivos) producen alimentos de calidad a un precio asequible para la mayoría de consumidores. Los extensivos están perfectamente adaptados al medio que los rodea, generando productos, por norma general, de calidad superior. Además, proveen otros servicios intangibles, como la fijación de población al medio rural, el mantenimiento del paisaje y la lucha contra los incendios.
Sistema de producción y bienestar animal
Aunque pueda parecer un tema actual relacionado con las mascotas o el ganado, el bienestar de los animales que nos rodean ha sido materia de estudio y discusión desde hace siglos.
A modo de ejemplo, el filósofo inglés Jeremy Bentham (1748-1832) ya disertó sobre los animales como seres sintientes con su famosa frase “the question is not, can they reason? Nor, can they talk? But, can they suffer?” (“la pregunta no es ¿pueden razonar? ni ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?”).
Hoy en día, la filosofía implantada defiende cinco libertades para los animales: libre de hambre, de sed y de desnutrición; libre de temor y de angustia; libre de molestias físicas y térmicas; libre de dolor, de lesión y de enfermedad, y libre de manifestar un comportamiento natural.
¿Existe relación entre el sistema de producción y el bienestar de los animales? En Europa y, por tanto, en España, disponemos de un marco legislativo muy importante en cuanto al bienestar animal de los animales de granja.
La legislación no hace diferencias entre granjas pequeñas y granjas grandes, por lo que todo animal debe estar en circunstancias de bienestar tanto en granjas extensivas como en macrogranjas.
El aseguramiento y observancia de las normas se llevan a cabo por los servicios veterinarios de las diferentes comunidades autónomas, con el levantamiento de las respectivas actas en casos de incumplimiento de la ley, tal y como se refleja en el comunicado emitido por el Consejo General de Colegios de Veterinarios.
La literatura es clara al respecto: aunque es evidente que los sistemas extensivos son más proclives a mantener el bienestar de los animales, no están exentos de problemas, como recogen los investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona Déborah Temple y Xavier Manteca en una reciente revisión.
En conclusión, en España no se generan productos de mala calidad en ninguno de los dos sistemas de producción, intensivo o extensivo, por el mero hecho del sistema de producción. No obstante, en muchos casos, la calidad de la carne es mejor en los sistemas extensivos, que además poseen beneficios intangibles asociados.
Por otro lado, el bienestar animal está regulado a través de la legislación existente y vigilado por los servicios veterinarios oficiales, por lo que no es presumible que un sistema de producción predisponga per se al maltrato animal.
Este artículo ha sido escrito en colaboración con el profesor de investigación retirado Juan Capote.
* Anastasio Argüello Henríquez es catedrático de Producción Animal, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
** Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.