Los estudios han relacionado en los últimos años el consumo de carne o productos de origen animal con un aumento del riesgo cardiovascular. Inicialmente se pensó que solo era en caso de carnes rojas procesadas, pero progresivamente se ha visto que hay algo más allá de los aditivos añadidos durante la transformación alimentaria.
Ahora un nuevo estudio presentado en la conferencia de Epidemiología, Prevención, Estilo de Vida y Salud Cardiometabólica de la American Heart Association ha descubierto una nueva relación entre estos productos de origen animal y el riesgo cardiovascular: los aminoácidos azufrados.
Y es que, según los responsables del estudio dirigido por Lalila Al-Shaar, profesora de epidemiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania, comer demasiados alimentos ricos en aminoácidos azufrados, como carne de res, de ave y productos lácteos, podría aumentar tanto el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares como el riesgo de mortalidad prematura.
Estos aminoácidos serían la cisteína y metionina. De hecho, como ya explicamos en EL ESPAÑOL, otras investigaciones ya habrían recomendado llevar a cabo dietas bajas en metionina por sus beneficios para la salud.
Cabe recordar que los aminoácidos azufrados son esenciales para el metabolismo y la salud en general, pero hay países como los Estados Unidos donde la población general consume hasta 2,5 veces la cantidad necesaria y recomendada. Esto explicaria, al menos en parte, por qué las dietas basadas en plantas reducen el riesgo de enfermedad cardiovascular, según comenta Al-Shaar.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron datos de 120.699 personas que participaron en dos grandes estudios nacionales en EEUU. Se trata del Estudio de Salud de Enfermeras y el Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud. En ambos estudios los participantes completaron cuestionarios de salud detallados, incluyendo preguntas sobre sus dietas, cada 2-4 años.
De media, los participantes consumían más del doble de la cantidad diaria recomendada de aminoácidos azufrados, principalmente a través de ternera, pollo y leche. Además, incluso tras ajustar datos sobre otros posibles factores de riesgo cardiovascular, los participantes que consumían más aminoácidos azufrados tenían hasta un 12% más de riesgo cardiovascular y hasta un 28% más de posibilidades de morir por problemas cardiovasculares.
De momento, eso sí, cabe destacar que estos resultados son preliminares y aún no han sido revisados ni publicados en ninguna revista científica. Por otro lado, al menos el 94% de los participantes eran hombres y mujeres de raza blanca y trabajadores de la salud. Tanto su estilo de vida como su nivel socioeconómico podría no representar a la población general, por lo que no sería posible generalizar estos resultados.
Así mismo, como destaca Al-Shaar, sería recomendable realizar estudios no solo con otros grupos étnicos y en otras localizaciones culturales y geográficas, sino también analizando otros comportamientos dietéticos. Se ignora, por ejemplo, la diferencia de riesgo que existiría respecto a personas cuya ingesta proteica proviene principalmente de alimentos vegetales, por ejemplo.
Ya en anteriores estudios en animales se habría sugerido que la restricción de este tipo de aminoácidos en especial retrasaría el envejecimiento y alargaría la esperanza de vida, aunque son resultados difíciles de extrapolar al ser humano.
En 2020, Al-Shaar partició en otros dos estudios que relacionaban el consumo excesivo de aminoácidos azufrados con mayor riesgo de enfermedad cardiometabólica, aunque en uno de ellos tan solo se tenían datos de dietas durante las 24 horas previas y no de más de 30 años como en el actual trabajo.
En otro de los trabajos sí se pudo analizar la sustitución de alimentos: al sustituir la carne roja por alimentos proteicos de origen vegetal, como legumbres, frutos secos y soja, se lograba reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular en hombres. Aún así, dado que se trata de datos de estudios observacionales, será necesario continuar investigando para lograr lo que los investigadores ya denominan "nutrición de precisión".