La invasión que Rusia comenzó el pasado 24 de febrero en Ucrania comenzó a sentirse poco después en los países europeos. Los precios de varios productos se han disparado y en España ha crecido el miedo a que los supermercados dejen de tener abastecimiento de algunos alimentos. De hecho, en las últimas semanas hemos visto a consumidores arrasar con algunos de los productos más típicos del supermercado.
A esto se ha sumado la huelga de los transportistas que, según este artículo de EL ESPAÑOL, varias asociaciones entre las que se encuentra la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) sostienen que está teniendo un "efecto devastador sobre la cadena de suministro de alimentación". De hecho, algunas empresas de alimentación han paralizado su actividad debido a estas huelgas.
La compra frenética de algunos alimentos que conocemos como básicos es otro de los factores que agravan las posibilidades de encontrarlos. Ahora bien, no todos estos productos son tan imprescindibles para nuestra alimentación como nos han contado durante años. Realmente, lo importante para que nuestra dieta sea saludable es que esté basada en alimentos vegetales: principalmente, frutas y verduras además de legumbres y frutos secos.
La leche
Se trata de una de las bebidas más populares en España porque la solemos utilizar para desayunar o para rebajar un café a casi cualquier hora de la mañana y de la tarde. Ante el miedo a que se agote, hordas de clientes se han acercado a los supermercados para llevarse un número extra de bricks por si acaso en los próximos días escasea. Siempre nos han dicho que la leche es imprescindible en el día a día, pero no es así.
Este producto aporta, según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), proteínas, calcio y yodo. Sin embargo, existen otros productos que nos permiten adquirir estos nutrientes: "En el planeta Tierra hay más gente que no toma leche que gente que sí. El calcio puede tomarse de fuentes vegetales: garbanzos, almendras, semillas de sésamo, tahini, soja, tempeh, brócoli…" explica el nutricionista Aitor Sánchez en este artículo de EL ESPAÑOL.
El aceite de girasol
Hasta el 60% del aceite de girasol que se comercializa en España tiene como origen Ucrania y, por eso, una gran cantidad de consumidores se lanzaron a por él poco tiempo después de que comenzara la invasión. Esta grasa se utiliza con frecuencia en nuestro país para cocinar alimentos porque es más barata que el aceite de oliva. De todas formas, no es la única que podemos usar y tampoco la mejor para esta función.
El aceite de oliva es también superior al de girasol en este caso. Tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, aguanta temperaturas más altas en la cocina sin producir sustancias tóxicas o alterar su estructura. Esto se debe a que la mayor parte del aceite de oliva está formado por ácidos grasos monoinsaturados, que se oxidan menos que los poliinsaturados. Más del 60% del aceite de girasol está formado por ácidos poliinsaturados.
La harina de trigo
Ucrania es el país conocido como el granero de Europa y, por eso, tanto la harina de trigo como los productos derivados de esta se han encarecido: el pan, la pasta… Durante muchos años se ha pensado que los cereales y, especialmente, el pan eran los alimentos más importantes de nuestra alimentación por ser grandes fuentes de hidratos de carbono. Sin embargo, ahora sabemos que, en realidad, consumimos demasiada harina.
De todas formas, lo peor es que las harinas y los panes más populares en España son los refinados. Estos se elaboran moliendo granos de cereal a los que se les ha retirado el salvado, una capa que contiene mucha fibra y minerales. Por eso, las harinas refinadas tienen un alto índice glucémico y su consumo excesivo tiene perjuicios para la salud similares a los que producen los productos azucarados.
Los carbohidratos resultan más saludables cuando se obtienen de cereales integrales, pero no son los únicos alimentos que contienen estos nutrientes. Uno de los grupos de alimentos más saludables, en este sentido, son las legumbres que tienen una gran proporción de fibra y, por esta razón, sus carbohidratos se absorben de manera lenta y su índice glucémico es bajo.