Realizar una actividad suave como caminar a ritmo de paseo puede agilizar el proceso de digestión, "ya que el corazón bombea más sangre y facilita que llegue al intestino para estimularlo", explica el Dr. Diego Sánchez Muñoz, director médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo, y especialista y referente en aparato digestivo, en una entrevista con Europa Press.
El proceso de la digestión de los alimentos es "muy complejo", detalla, e intervienen múltiples factores, relativos tanto a la persona (por ejemplo, la edad, medicación, enfermedades, etc.), como a la cantidad y calidad de la comida ingerida.
Así, la digestión empieza en la boca, con la masticación y la salivación que preparan al bolo alimenticio para caer al estómago. Ahí pasará un tiempo variable (en general entre 30 minutos y 2 horas) mezclándose con el ácido y con los jugos gástricos.
Posteriormente, el proceso de la digestión tiene lugar en el intestino delgado en sí, donde se absorberán los nutrientes que necesitamos para nuestro funcionamiento mientras se desechan los que no necesitamos.
"Estos pasan al colon, donde se llenan de agua y forman las heces. De esta forma, hay alimentos cuya digestión es más rápida, como las frutas y las verduras en general, y otros, como las carnes rojas, cuyo proceso de digestión es más laborioso y puede tardar muchas horas en finalizar", precisa el experto.
A criterio del Dr. Sánchez Muñoz, lo que favorece a la digestión es la ingesta de una alimentación sana, y en cantidades adecuadas. "Muchas veces, las digestiones pesadas e interminables ocurren porque se ha ingerido más de lo debido (muchas veces inevitable), o porque nos hemos tomado no solo varios platos y postre, sino que después brindamos con alcohol y con más de una copa".
Nuestro aparato digestivo es "muy sensible" a estos cambios bruscos, y lo que más le favorece es una regularidad en todos los sentidos. "Esto no quita para que haya momentos en los que los excesos son inevitables, pero hay que pensar siempre en la moderación. A veces un segundo de placer son muchas horas de lamento posterior", advierte.
En cambio, el doctor recuerda que cualquier cambio brusco en nuestro cuerpo va a hacer que toda la atención del cerebro y el corazón se oriente a ello. "El proceso de digestión no es rápido, y tiene que ser llevado a cabo de forma precisa y coordinada. Esto requiere unas órdenes cerebrales concretas y un aporte de sangre adecuado para que la digestión se lleve a cabo correctamente".
Por eso, si hacemos un deporte brusco o se nos presenta un cambio de temperatura corporal intenso de forma repentina, como al meternos en el agua, la respuesta del cerebro y el bombeo de sangre del corazón van a ir dirigidos a estos procesos, que son los que van a requerir mayor aporte en ese momento, con lo cual la digestión se va a ver alterada.
"Es lo que vulgarmente se llama 'corte de digestión', en el que pueden aparecer síntomas como mareos, náuseas, vómitos, y en caso más graves, pérdida de conciencia. Si esto ocurre dentro del agua, las consecuencias pueden ser nefastas. Por ello, siempre las recomendaciones son evitar ejercicios bruscos o zambullirnos súbitamente en el agua justo después de comer, si bien no está prohibido hacerlos lentamente para que nuestro cuerpo se adapte poco a poco", agrega.
Mandamientos de la buena digestión
En última instancia, el especialista en Aparato Digestivo lanza una serie de consejos para cuidar de nuestra digestión. "En general, alimentarnos bien, en cantidades adecuadas y con una dieta sana, agradable y variada, con abundancia de productos frescos. También la hidratación correcta es muy importante. Es básico tener una vida activa, haciendo deporte moderado que mantenga una actividad de alerta necesaria para el arranque de todos los procesos orgánicos".
Por otro lado, "la hinchazón abdominal, los temidos gases, la saciedad precoz, los cambios en el hábito intestinal, etc, de forma mantenida hacen saltar las alertas y pensar que puede haber algún problema. Para ello, los especialistas en Aparato Digestivo sabemos detectar estos problemas, evaluar la necesidad de realizar algunas pruebas complementarias, e instaurar algún tipo de tratamiento o dieta enfocado a la mejora de estos síntomas".
"Ahora bien, por supuesto hay que buscar el equilibrio y el disfrute ocasional de otros placeres culinarios que, si bien no debería ser nuestro continuo, si llevamos una vida sana podemos disfrutar de esos excesos ocasionalmente", concluye.