El marisco no es un alimento que goce de la mejor fama recientemente. Ya sea por el riesgo de acumulación de ácido úrico o hiperuricemia, por los contaminantes que contienen de forma natural los productos del mar, o por las alergias alimentarias de las que son un frecuente desencadenante, se tiende a recomendar una limitación de su consumo a las ocasiones especiales. Se trata sin embargo de riesgos relativos ya que, con las adecuadas precauciones, pueden formar parte de una dieta equilibrada y enriquecerla con sus interesantes propiedades nutricionales.
Un reciente ejemplo es el del pulpo que la cadena de supermercados Mercadona puso a la venta en formato envasado y cocido. La apuesta ha sido un éxito, y no solo en lo gastronómico: mariscos y crustáceos son una excelente fuente de proteínas y de 'grasas buenas', vitaminas y minerales a cambio de muy pocas calorías. Ahora, la empresa valenciana renueva otro producto de Hacendado muy apreciado dentro de esta gama. La nueva 'Cola de Gambón Crudo', envasada y congelada en paquetes de 250 gramos, y pescado con redes de arrastre en el Océano Atlántico Suroeste, llega a la sección de ultracongelados de sus tiendas.
Como comentábamos en EL ESPAÑOL a raíz de otro lanzamiento, los 'Lomos de Salmón de Noruega sin piel y sin espinas', el hecho de que vengan congelados no es un demérito desde el punto de vista nutricional, ya que el proceso preserva todas sus cualidades. Con las gambas y gambones, no obstante, existe un procedimiento no exento de polémica, el glaseado. Se trata de un abundante rociado de agua que posteriormente se congela para conservar el alimento mejor. La anterior versión de las colas de gambón especificaba que se aplicaba esta costra de hielo, y que los 250 g correspondían al peso escurrido del producto.
La referencia al glaseado no es lo único que ha desaparecido del nuevo producto, que elabora el Grupo Profand S.L. con sede en Vigo, Pontevedra. La lista de ingredientes se ha acortado para reducir los aditivos. Así, a la carne de crustáceo se suma únicamente el agua, la sal y un antioxidante para evitar el 'ennegrecimiento' tan común de gambas y langostinos. Se trata del Metabisulfito de sodio, un conservante enmarcado dentro de los 'sulfitos' que puede provocar reacción a personas que sean sensibles a ellos.
Sin embargo, la anterior versión contaba con hasta cuatro aditivos más, por lo que la mejora desde el punto de vista del procesado es evidente. Por lo demás, adquirir la gamba ya pelada no solo es una ventaja a la hora de cocinar: la pieza ya limpiada ha eliminado las partes de la anatomía del crustáceo con más probabilidades de provocar intoxicaciones, y muy especialmente la cabeza. Como ya es sabido, es ahí donde se tiende a acumular el cadmio, un metal pesado que se deposita en el organismo y puede provocar graves daños a largo plazo.
La carne del gambón, por otra parte, supone menos de 60 kilocalorías por cada 100 gramos, a cambio de 14 gramos de proteína, virtualmente nada de grasas e hidratos, y muy poca sal. Además, contiene importantísimos ácidos grasos que no aparecen detallado pero que nos recomiendan los expertos. "Es proteína de calidad, tienen un gran aporte de vitaminas y minerales y además, es fuente de omega 3", resumía para EL ESPAÑOL la nutricionista Belén Fontán del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo.
Por último, el temor al colesterol de gambas, gambones y langostinos queda desactivado cuando se habla de las colas. En el libro El jamón de York no existe: la guía para comprar saludable y descubrir los secretos del supermercado, la experta en farmacia Marián García, 'Boticaria García', explica que la mayor parte del colesterol de estos mariscos se encuentra en la cabeza. "Si no se chupan las cabezas, el contenido de colesterol es inferior al de otros pescados a los que no se les tiene tanto miedo. Como los calamares".