Cuando se habla de frutas tropicales vienen a la cabeza colores vivos, naranjas y rojizos, y sabores cítricos como el del mango o la papaya. Sin embargo, estas frutas tienen una hermana fea que les dobla en nutrientes. La chirimoya o chirimoyo esconde en tras su cáscara verde, escamada y similar a los huevos de dragón de Juego de Tronos. Su tono es más parecido a una alcachofa que a una fruta, y su pulpa cremosa está dulce cargada de nutrientes.
Aunque se considera originaria de Perú, esta fruta se lleva cultivando desde hace más de dos siglos en las zonas más cálidas de España. Cuenta incluso con una Denominación de Origen Protegida de la Costa Tropical Granada-Málaga, aprobada en 2002. De hecho, España esa el primer productor de chirimoyas a nivel mundial, llegando a alcanzar las 50.000 toneladas en los años con mejor cosecha.
“Su consumo en España se generalizó a partir de los años 90, antes era muy raro encontrarlo fuera de Andalucía y las islas”, explica Concepción Martínez, nutricionista. “Parecía un producto casi de lujo, por eso aún muchos recordamos a nuestros padres disfrutando de esta extraña fruta”, añade la experta. La temporada abarca de otoño a primavera, deteniéndose justo en los meses cálidos.
La chirimoya debe su aspecto al hecho de ser un fruto múltiple, compuesta por agregados de frutos separados a partir de la fecundación de varias flores por separado, como ocurre con la frambuesa o la piña. Su piel es tan fina que suele cosecharse aún verde para facilitar su transporte, además requiere de mano de obra especializada que no rasgue su exterior, lo que provoca que cada vez se cultive menos.
En su interior, la pulpa dulce de color blanco amarillento, es melosa y está llena de grandes semillas negras que se pueden retirar con facilidad. Además, no requiere de mucha preparación más que partirla y listo.
Favorece la digestión
A pesar de tener fama de ser calórica, la chirimoya se mantiene a medias entre las que más y las que menos calorías tienen, con entre 80 y 90 kilocalorías. Además, no tiene grasa. Este alimento aporta alrededor de 20 gramos de carbohidratos y 2 gramos de fibra, además de fructosa y glucosa. Sin embargo, contiene muy pocas proteínas, alrededor de un gramo. En concreto, según la Fundación Española de Nutrición, esta fruta contiene una gran cantidad de carbohidratos (un 20 % de su peso), que son principalmente azúcares simples como la fructosa y la glucosa.
“En deportistas contribuye a la carga rápida de energía después del ejercicio. Además, puede aumentar la densidad energética en la alimentación de las personas con ingesta inadecuada de alimentos”, señala Martínez. Es saciante y energética, ayudando a mejorar el tránsito intestinal, favoreciendo la formación de colágeno, la absorción del hierro y la actividad normal del sistema nervioso y los músculos. Además, es beneficiosa en caso de sufrir estreñimiento por su alto contenido en fibra dietética, ayudando a regular el nivel de glucosa en sangre.
Este efecto laxante no debe de preocupar a las personas que padezcan de problemas de estómago. En su composición la chirimoya contiene una enzima, bromelina, que facilita la digestión, lo que la convierte en un alimento recomendable para personas convalecientes, con dispepsias o en ancianos.
Reduce la tensión arterial
Es una excelente fuente de potasio (400 miligramos), que ayuda al funcionamiento normal de los músculos, además de regular el ritmo y la frecuencia cardiaca, manteniendo así la presión arterial. Un efecto potenciado por el reducido nivel de sodio que contiene este alimento, lo que lo hace doblemente recomendable para las personas que padecen hipertensión arterial.
También contiene antioxidantes como la vitamina C (que cubre entre el 13 % y el 36 % de la cantidad diaria recomendada), además de calcio vegetal, magnesio, fósforo, vitamina A y folatos, una vitamina B necesaria para producir ADN y otros tipos de material genético. Se trata también de la base para la división celular en el organismo, es decir, es la piedra angular de todo lo que sucede en el cuerpo de una mujer embarazada, por lo que esta fruta es muy recomendable para ellas.
“Las personas diabéticas o con intolerancia a la glucosa deberían limitar el consumo de chirimoyas”, apunta Martínez. Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de glucosa y fructosa que tiene este alimento, su contenido en fibra elevado equilibra un poco la balanza. De este modo, estos carbohidratos se absorben lentamente y no aumentan bruscamente la glucosa en sangre.