Durante mucho tiempo, el huevo ha sido un alimento 'demonizado': se temía que su elevado contenido natural en colesterol se tradujera en un incremento del riesgo cardiovascular en las personas que lo consumen con frecuencia. Sin embargo, los estudios más recientes sitúan este alimento bajo una luz mucho más positiva: un huevo diario no solo no se traduce en un aumento del colesterol en sangre, sino que aportan multitud de nutrientes beneficiosos, partiendo de una provechosa cantidad de proteínas de origen animal y excelente calidad.
El aporte proteínico -12,5 gramos por cada 110 g- a cambio de una baja cantidad de proteínas explica por qué el huevo de gallina es una parte indispensable de los desayunos de gran parte del planeta. Otros compuestos nutricionales que encontraremos serán la luteína y zeaxantina, dos antioxidantes que ayudan a preservar la salud visual y prevenir las cataratas; también colina, un componente esencial para la memoria en todas las edades, desde el feto hasta el anciano adulto. Las vitaminas y los minerales como el fósforo y el potasio completan la composición de un alimento que forma parte de la dieta humana desde tiempos inmemoriales.
Esto no significa que no haya que tener ciertas precauciones. La alergia al huevo, por ejemplo, es la segunda más frecuente relacionada con alimentos en los niños de España. También, como muchas veces hemos escuchado desde pequeños y no sin motivo, pueden ser fuente de intoxicaciones alimentarias. Como recordaba Consumo, la costumbre de almacenarlos en la puerta de la nevera produce contrastes de temperatura nada apropiados para su conservación. Finalmente, el bienestar animal es uno de los factores que pesa cada vez más en las decisiones de los consumidores, preocupados por el trato que habrán recibido las gallinas ponedoras.
Erradicar la crianza en jaula, en la que las aves pasan su vida hacinadas e inmóviles para maximizar su producción, es un objetivo tanto de los estados en Europa como de los productores. El consumidor puede informarse de las condiciones en las que se ha obtenido el huevo con solo mirar el código en su cáscara. El '3' corresponde a una gallina criada en jaula, la situación que se quiere eliminar. El '2' plantea otro tipo de producción intensiva: la crianza en suelo, en donde no permanecen al aire libre como en la crianza de corral (1) o ecológica (0) sino en un gallinero en el que se les garantiza un espacio equivalente a 750 cm2 por animal.
Huevos Guillén, el proveedor de Mercadona, reafirma su compromiso para eliminar la producción con jaulas lanzando el paquete de 12 huevos de gallinas criadas en el suelo. Esta opción, como certifica el sello Welfare Quality de Bienestar Animal, garantiza las buenas condiciones de vida de las aves -"disponen de perchas donde subir a descansar, nidos para que pongan los huevos y material para escarbar y picotear", explican en su web- sin elevar los costes tanto como lo hace la avicultura de corral y ecológica.
Llegados a este punto, es importante subrayar que, si bien estos factores repercuten enormemente en el animal, no lo hacen sobre sus huevos: su calidad y su composición nutricional no dependen de las condiciones de vida de la gallina. El famoso color más amarillento o anaranjado de la yema no tiene que ver con que provengan de un corral: al igual que la carne de ave, significa que la alimentación ha sido con granos de maíz y otros cereales responsables de la pigmentación, en lugar de con otros piensos más genéricos.
Los huevos de suelo que llegan ahora a Mercadona proceden de gallinas que han sido alimentadas con "cereales como el maíz, el trigo y la cebada", explica Guillén. Y esto sí supone una diferencia, no de calidad pero sí en cuanto a propiedades organolépticas, es decir, lo que notamos al paladar. Así lo explicaban nuestros compañeros de Cocinillas: "En cuanto al sabor, hay que reconocer que incluso una simple tortilla francesa tiene más sabor cuando se usan unos huevos que otros".