Durante las últimas décadas el cáncer de hígado ha ido aumentando significativamente, sobre todo en el caso de los Estados Unidos, pero no con menor relevancia en el resto del mundo occidental, incluido España. Algunos de sus factores de riesgo conocidos son el alcoholismo crónico, las hepatitis infecciosas o por múltiples causas, e incluso las diabetes mal controladas.
Sin embargo, estos no serían los únicos factores a tener en cuenta frente a este tumor maligno. De hecho, el 40% de los casos de cáncer de hígado no tienen un origen conocido, motivo por el cual diversos estudios han intentado averiguar si existirían otros factores dietéticos específicos.
Así pues, un reciente estudio presentado en la Reunión Anual de la Sociedad Estadounidense de Nutrición, sugiere que habría algunos factores más a tener en cuenta: las bebidas azucaradas o refrescos dispararían el riesgo de sufrir cáncer de hígado.
El estudio, llevado a cabo por Longgang Zhao y sus colegas de la Universidad de Carolina del Sur, apunta que el consumo de bebidas azucaradas es un posible factor de riesgo modificable para el cáncer de hígado. Es decir, si se reduce o evita el consumo de este tipo de bebidas, sería posible reducir el riesgo de este cáncer.
Anteriormente ya se sabía que un consumo continuado de bebidas azucaradas, como refrescos y zumos de frutas, da lugar a diversos problemas de salud a largo plazo, como la diabetes tipo 2, la obesidad y otros tantos problemas cardiometabólicos. Si bien es cierto que el consumo de estas bebidas ha ido disminuyendo durante las últimas décadas, aún es muy común: casi dos tercios de los adultos de raza blanca en Estados Unidos han consumido al menos una bebida azucarada al año entre los años 2017-2018.
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Sí, una bebida anual es poco e incluso despreciable a nivel de riesgo, pero idealmente debería ser algo más puntual si cabe. En este estudio se analizaron datos de 90.504 mujeres posmenopáusicas que habían participado en la Iniciativa de Salud de la Mujer, un estudio a largo plazo que se inició a principios de la década de 1990.
Todas ellas completaron un cuestionario a mediados de dicha década, y fueron seguidas durante una media de 18 años. Los investigadores evaluaron el consumo de bebidas azucaradas en base a los cuestionarios de frecuencia de alimentos validados, y confirmaron los diagnósticos de cáncer de hígado mediante los registros médicos de las participantes.
Según los datos del estudio, alrededor del 7% de las participantes consumían una o más porciones de 330 ml de bebidas azucaradas (equivalente a una lata estándar en España) de forma diaria, y un total de 205 mujeres desarrollaron cáncer de hígado durante el periodo de seguimiento. Las mujeres que consumían una o más bebidas azucaras al día tenían hasta un 78% más de riesgo de desarrollar cáncer de hígado que las que no consumían ninguna bebida, o que solo tomaban tres o menos porciones al mes. Así mismo, tan solo consumir una sola bebida azucarada al día también disparaba el riesgo hasta el 73%.
Por el momento seguirán siendo necesarios más estudios para determinar los factores y mecanismos detrás de esta relación entre bebidas azucaradas y cáncer de hígado, pero los investigadores sugieren que un mayor consumo de estas bebidas daría lugar al conocido aumento de riesgo de obesidad y diabetes tipo 2, dos patologías que a su vez son factores de riesgo del cáncer de hígado en última instancia. Además, estas bebidas también han demostrado contribuir a la resistencia a la insulina y a la acumulación de grasa en el hígado, algo que también perjudica la salud hepática.
Como limitaciones, los investigadores señalan que se trata de un estudio observacional y no de un ensayo clínico, y no se buscaba determinar si las bebidas azucaradas son una causa clara de cáncer de hígado o si su consumo moderado o excesivo sería un indicador de otros factores de estilo de vida que den lugar a este tipo de cáncer. Además, el estudio se centró solo en mujeres posmenopáusicas, por lo que sería necesario realizar estudios en mujeres más jóvenes, y también en hombres de diferentes edades, sin olvidar a población de otras razas y culturas.