Aunque no es algo tan habitual como poseer un perro o un gato, no son pocas las personas que disponen de otras mascotas como gallinas en sus patios o terrenos. De hecho, solo en Estados Unidos, millones de hogares crían pollos en sus casas. Y dicha tendencia ha ido en aumento más si cabe en los últimos dos años tras el inicio de la pandemia Covid-19.
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Sin embargo, no todos los huevos de gallinas son iguales. Si bien es cierto que el consumo de alimentos locales es más sostenible que las actuales formas de consumo globalizado, un reciente estudio publicado en Environmental Pollution ha detectado que los huevos de gallinas urbanas pueden ser un problema.
Ya durante el pasadoaño 2018, un grupo de investigadores de la Universidad de California dio la voz de alarma: los propietarios de pollos en zonas urbanas se preocupaban por el origen de sus alimentos, su producción y los posibles riesgos asociados al consumo de carne y huevos producidos de forma industrial. Por ello, creen que sus aves son de mejor calidad y producen huevos y carne más seguros y nutritivos que sus versiones industriales.
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El problema, como ya señalaron los investigadores, era la clara falta de regulación sobre estos alimentos. Esta práctica de autocrianza ya desnostaba diversos peligros para la salud humana y el bienestar animal hace años, y se sigue produciendo hoy en día. Por dicho motivo, un nuevo equipo de investigadores austalianos ha ido un poco más allá, analizando la calidad de los huevos de gallinas criadas en los patios traseros.
Y es que, como ya se objetivó en estudios previos, los huevos de gallinas criadas en los patios traseros de las casas de ciudad poseerían niveles de plomo muy superiores a la media. Y en este nuevo estudio se ha confirmado que estos niveles de plomo serían hasta 40 veces superiores a los detectados en los huevos comercializados.
En este caso, para el estudio, se analizaron pollos de 55 hogares residenciales de la zona urbana de Sydney. Se rastreó el plomo tanto de los pollos como de sus huevos, y se midieron los contaminantes presentes en el agua potable, el alimento de los pollos y el suelo de cada ubicación.
Como señalan los mismos investigadores, actualmente no existe un estándar global de niveles seguros de metales pesados en los huevos, pero actualmente el nivel promedio de plomo en los huevos de gallina comerciales ronda los 7,2 µg/kg, mientras que el estudio detectó que los niveles de plomo en los huevos de gallinas urbanas rondaban los 301 µg/kg.
Suelos contaminados de plomo
Ya en estudios previos se analizaron los niveles de plomo en los huevos de gallina de los jardines comunitarios de la ciudad de Nueva York, detectando hasta 100 µg/kg, un límite que los investigadores catalogan como probablemente seguro. En este nuevo estudio australiano, más de la mitad de los huevos excedían dicho límite.
Por otro lado, este nuevo estudio sugeriría que el suelo contaminado sería la principal fuente de exposición al plomo para las gallinas criadas en patios traseros urbanos, y las concentraciones de plomo en sangre y en los huevos podrían estar directamente relacionadas con los niveles de plomo del suelo rojo.
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Para mantener a los huevos por debajo del límite de los 100 µg/kg, los investigadores calculan que el plomo del sueño debería estar por debajo de los 117 mg/kg, es decir, cuatro veces más bajo que las pautas actuales de la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA) para los niveles seguros de plomo en las zonas residenciales. Sin embargo, cabe destacar que la EPA recomienda niveles significativamente más bajos de plomo en suelos de jardinería o cultivos relacionados con alimentos.
Además, se detectó que las casas más antiguas tendían a poseer niveles más elevados de plomo tanto en sus suelos como en sus gallinas y huevos, un hallazgo que coincidiría con estudios previos, donde se relacionaría esta contaminación con el uso de pinturas a base de plomo, gasolina con plomo y tuberías de plomo como era costumbre hace años.
Como conclusión, los investigadores sostienen que la agricultura urbana no debería desaparecer, sino que debería fomentarse. Sin embargo, para aquellos que vivan en zonas urbanas centrales en las ciudades, quieren recordar la necesidad de ser conscientes de los niveles de contaminación presentes, y la necesidad de analizar sus suelos antes de empezar con dicha agricultura: los contaminantes se acumulan en los suelos durante años, y pueden ingresar a la cadena alimentaria mediante el consumo de vegetales o productos animales.