Lo que llamamos azúcar abarca una gran variedad de endulzantes. Se pueden dividir en monosacáridos (como la glucosa, la fructosa y la galactosa) y edulcorantes complejos (como la sucralosa, la lactosa o la maltosa). El más común es la sacarosa, un carbohidrato que se encuentra de forma natural en diversas plantas, principalmente en la caña de azúcar. Está compuesta por la fructosa y la glucosa.
"Nuestro cuerpo necesita para funcionar diversos macronutrientes -proteínas, grasas, carbohidratos- y micronutrientes como las vitaminas y minerales. Los hidratos de absorción rápida o simples, como el azúcar, solo aportan energía de utilización rápida", explica en una entrevista con Europa Press la doctora Teresa Lajo Morales, médico especialista en endocrinología y nutrición, y especialista en salud intestinal y microbiota de HLA Universitario Moncloa.
Puede ser necesario proporcionar azúcar en el caso de algunos pacientes con problemas en la regulación del azúcar en sangre, como diabéticos en tratamiento con insulina. Pero en la mayoría de las personas sanas, explica la especialista, es beneficioso reducirlo al máximo ya que existen otras fuentes de carbohidratos (incluso de rápida absorción) que sí aportan beneficios adicionales, como la fruta o algunos cereales.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado a los adultos con un índice de masa corporal normal reducir el consumo de azúcar al 5% de la ingesta calórica diaria, lo que equivale a unos 25 gramos al día, según recuerda.
Lo cierto es que la glucosa es necesaria para todos los organismos del planeta. Si no la ingerimos mediante la alimentación, nuestro organismo está perfectamente diseñado para producirlo mediante determinadas reacciones bioquímicas, precisa la Dra. Lajo.
"Sí necesitamos glucosa para vivir, pero no necesitamos añadir azúcar a nuestra dieta puesto que podríamos sintetizarla nosotros a partir de otros nutrientes. Sin embargo, la fructosa ni es necesaria para vivir, ni podemos sintetizarla". Es más, si la consumimos en exceso Su consumo en excaso puede ser perjudicial para el hígado y causar la llamada esteatosis o hígado graso, advierte.
Sin embargo, esto no aplica a la fructosa que contiene de forma natural la fruta entera, que no supone "una cantidad excesiva". Para el resto de azúcares, denuncia que los españoles abusamos del azúcar en el día a día, y esto se relaciona con enfermedades como la diabetes, obesidad, enfermedad coronaria, depresión, los problemas intestinales- disbiosis de tipo fermentativo-, la caries dental, el déficit de magnesio y otras.
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En este contexto, la endocrina advierte de que hay alimentos que contienen azúcares y no lo sabemos. Los más habituales son el alcohol, los aperitivos, las harinas refinadas y bollería industrial, las comidas enlatadas, las frutas desecadas, los cereales de desayuno, y fundamentalmente los refrescos.
“Además, el azúcar puede resultar adictivo por su capacidad para estimular la dopamina, que es la hormona de la felicidad y de la motivación. Aunque aparentemente la adicción al azúcar pueda no resultarnos tan peligrosa como otras, a largo plazo precisan ayuda profesional para modificar sus hábitos nutricionales”, concluye la doctora Lajo Morales.