Una alimentación basada en ciclos que simulan los efectos en el organismo del ayuno ha sido capaz de retrasar el deterioro cognitivo y los síntomas como la demencia en ratones modificados para sufrir alzhéimer. Este patrón dietético ha sido diseñado por el Dr. Valter Longo, el popular creador de la 'Dieta de la Longevidad', junto a los Drs. Christian Pike y Pinchas Cohen de la Escuela de Gerontología Leonard Davis de la Universidad de California del Sur. Los resultados de su trabajo se publican en la revista Cell Reports.
Comparados con los ratones del grupo de control que también padecían la enfermedad de Alzheimer, los que fueron alimentados con la dieta simuladora del ayuno sufrían una menor inflamación del tejido cerebral y puntuaban mejor en los tests de capacidad cognitiva. Los investigadores pudieron comprobar que presentaban niveles inferiores de dos marcadores cerebrales de la enfermedad: beta-amiloide, la proteína responsable de formar placas indisolubles, y proteína tau hiperfosforilada, que contribuye al colapso y muerte de las células cerebrales.
Este patrón alimentario se caracteriza por una amplia cantidad de grasas insaturadas y un bajo nivel de calorías globales, proteínas y carbohidratos. Esto simula el efecto de una dieta líquida sin prescindir de los nutrientes esenciales. Según las investigaciones anteriores de Longo, los ciclos breves seguidos con periodicidad de dieta simuladora del ayuno se asocian con una amplia gama de beneficios para la salud. Estos van de la regeneración de células madre a la reducción de los efectos secundarios de la quimioterapia, pasando por un menor riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la edad como el cáncer o la diabetes.
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Durante el estudio, los ratones recibieron la dieta simuladora del ayuno durante cuatro o cinco días, en dos ciclos por cada mes. El resto del tiempo siguieron alimentándose normalmente. Se realizaron dos ensayos paralelos: en el primero, a largo plazo, se realizaron 30 ciclos dietéticos a lo largo de 15 meses. El segundo analizó los efectos a corto plazo, de un único ciclo a 12 en un plazo de seis meses. En ambos casos, se registraron reducciones "prometedoras" de la beta amiloide y la tau patológica en comparación con los ratones enfermos que no modificaron su alimentación.
En cuanto a la mejora de la inflamación, los roedores a dieta mostraron una reducción de las microglías activas, las células del sistema inmunológico que buscan y destruyen tanto a los patógenos como a otras células que estén dañadas. Y dieron muestras de un menor nivel de estrés oxidativo, un fenómeno que contribuye al alzhéimer al dañar las neuronas y contribuir a la acumulación de la placa amiloide. El estudio apuntó a un culpable específico, el 'superóxido' derivado de la acción de los radicales libres, como responsable del daño en estos modelos de la enfermedad.
En cuanto a su comportamiento, ambos modelos de ratón a dieta demostraron un mejor rendimiento en pruebas de exploración y resolución de laberintos en comparación con el grupo de control. Estos tests se realizaron antes y después de comenzar el régimen alimentario, con varios meses entre medias. En algunos casos, destacan Longo y sus colegas, los ratones con alzhéimer se desempeñaron con una capacidad comparable a la de animales sanos. "Son resultados prometedores", valora el investigador.
Aplicable a seres humanos
El primer paso para trasladar este enfoque a pacientes humanos ha sido un pequeño ensayo clínico en Fase 1, explica Longo. Los participantes fueron 40 personas diagnosticadas o bien con alzhéimer leve o con deterioro cognitivo moderado, sin otros problemas de salud y con una red de apoyo familiar. Se les colocó de forma aleatoria en uno u otro grupo: el primero debía seguir una dieta simuladora del ayuno una vez al mes durante cinco días, y el segundo debía tomar durante ese tiempo pasta o arroz como comida principal.
Los resultados iniciales confirman que esta dieta es segura y puede ser seguida por los pacientes que estén en fase inicial de alzhéimer, explica Longo. El siguiente paso tendrá que registrar si se dan los mismos beneficios para el rendimiento cognitivo y la inflamación del cerebro que se vieron en los ratones. Además, esperan que también se traduzca en otros beneficios como la reducción de la masa grasa sin perder masa muscular, o la mejora de los marcadores de riesgo cardiometabólico, como la diabetes, especialmente en los pacientes con sobrepeso u obesidad.
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