Seguro que piensas que las palomitas de maíz no son saludables y, en parte, tienes razón. Las que comemos en el cine o la mayoría de las que compramos en el súper en España no son recomendables, pero ¡ojo! porque existen unas que tienen incluso beneficios. El truco, como siempre, está en que tengan el menor número de ingredientes posibles y que los controles tú mismo. Eso implica un poco de trabajo en la cocina, pero tiene recompensa: seguir disfrutando de este aperitivo que tanto nos gusta sin remordimientos.
¿Y cuáles son estas palomitas? Pues ni más ni menos que las que puedes hacer tú mismo en tu casa con aceite de oliva y un pellizco de sal. En los supermercados se venden unas bolsas que contienen sólo maíz para palomitas: puedes asegurarte de que has dado con él revisando la lista de ingredientes y observando que sólo tiene uno, el maíz. Estas palomitas se preparan utilizando una sartén o una olla pequeña: se calienta un poco de aceite, se añaden las palomitas y se pone una tapa, pero dejando que salga el vapor por una pequeña rendija, después se baja la temperatura y esperamos a que los estallidos de las palomitas terminen.
Comer estas palomitas de maíz es saludable porque son cereales integrales: un grupo de alimentos que aporta mucha energía, proteínas vegetales, minerales y, sobre todo, fibra. Por desgracia, la mayoría de los cereales que consumimos son refinados, es decir, a los que se les ha quitado la capa de salvado, han perdido fibra y minerales y, por tanto, no son tan beneficiosos. El pan, la pasta o el arroz blancos son un buen ejemplo de los cereales refinados que comemos frecuentemente y que tienen un alto índice glucémico.
Bueno para el corazón
El maíz crudo para las palomitas es de una variedad conocida como maíz reventón y que está formado por tres capas. La primera es una piel exterior muy dura, la siguiente, una capa gruesa de almidón y, por último, una cavidad en la que hay agua. Cuando calentamos este maíz, el agua de la pequeña cavidad interna se evapora y produce un aumento de presión que termina por hacer reventar el grano de maíz y convirtiéndolo en una palomita. Lo bueno es que cuando comemos estas palomitas, estamos tomando esas tres capas.
El nutriente más abundante en las palomitas son los hidratos de carbono, que forman el 60% de estos granos, y después está la fibra, que supone el 11% de la composición. La fibra es muy famosa por su efecto beneficioso sobre el tránsito intestinal, pero no es su único poder. Este compuesto ayuda a retener durante la digestión el exceso de grasas y de azúcares, reduciendo en consecuencia el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Tomar cereales integrales reduce la mortalidad por estas dolencias: este estudio de Harvard calculó que por cada 28 gramos de cereales integrales que tomamos al día se reduce un 5% el riesgo de mortalidad total y un 9% el de mortalidad cardiovascular.
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De todas formas, las palomitas de maíz contienen más nutrientes saludables, como las proteínas. Aunque no aportan todos los aminoácidos esenciales, como pasa con la mayoría de las fuentes de proteína vegetal, las del maíz se caracterizan por no contener gluten. Vamos, que los celíacos, que normalmente tienen intolerancia a varios tipos de cereales, sí que pueden comer palomitas. Además, las palomitas tienen grasas insaturadas, que se consideran buenas para el corazón, y micronutrientes con función antioxidante.
Las palomitas malas
Cuando elaboramos palomitas en casa podemos prepararlas con aceite de oliva virgen extra y no pasarnos con la sal. Podemos darles más sabor a las palomitas y mantener sus beneficios espolvoreándolas con orégano, pimentón o, incluso, curry. Pero, ¿por qué otras palomitas del supermercado son peores? Las que deberíamos evitar son aquellas que se venden para preparar en el microondas, con mantequilla —cuando, en realidad, no tienen mantequilla— o con sal. Éstas comparten características poco saludables.
Las palomitas del supermercado que deberíamos evitar echar en el carrito son aquellas que tienen ingredientes aparte del maíz. Tienen, por lo menos, dos ingredientes más: una grasa vegetal y sal. El problema es que el aceite vegetal que emplean suele ser de una calidad muy inferior al aceite de oliva, como el de palma, y además contienen demasiada sal. Este tipo de palomitas suelen tener entre 2,5 gramos y 4 gramos por cada 100 de alimento y, por eso, es fácil superar la recomendación de tomar sólo 5 gramos de sal al día.
Otro ingrediente que se ve con frecuencia en estas palomitas son los aditivos, que, si bien se ha comprobado que son seguros antes de añadirlos, subrayan el hecho de que son alimentos muy procesados. Además, ahora es posible encontrar en el supermercado palomitas con menos grasas y que se promocionan como más saludables. Sin embargo, la grasa se sustituye por maltodextrina, que es un compuesto procesado que se deriva del almidón. Mucho mejor usar una grasa cardiosaludable como el aceite de oliva en las palomitas caseras, ¡dónde va a parar!