El ayuno intermitente ha ido ganando gran popularidad durante los últimos años, llegando a hacer sombra a las típicas dietas basadas en la restricción calórica, o el conocido lema de "come menos, muevete más". Sin embargo, algunos estudios recientes ya habrían sugerido que el ayuno no sería superior a la restricción calórica, sino una forma más de reducir calorías con un formato diferente.
Ahora, un nuevo estudio publicado en el Journal of the American Heart Association ha querido ir más allá, comparando la práctica del ayuno intermitente con una reducción del consumo calórico general. Y parece que "lo viejo" supera a "lo nuevo".
Según los responsables del estudio, la frecuencia y el tamaño de las comidas sería el determinante más fuerte para lograr perder o ganar peso, más allá que el tiempo transcurrido entre la primera y la última comida. La autora principal del trabajo, Wendy L. Bennet, profesora asociada de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, explica que "los patrones de alimentación con restricción temporal, conocidos como 'ayuno intermitente', han dado lugar a estudios populares y rigurosamente diseñados, pero aún no han determinado si realmente limitar la ventana de alimentación total durante el día ayuda a controlar peso".
¿Reducir o ayunar?
Así pues, para desgranar esta cuestión, Bennet y sus colegas evaluaron la posible asociación entre el tiempo desde la primera comida y la última, y el cambio de peso. Se usaron datos de casi 550 adultos de 18 años o más que pertenecían a tres sistemas de salud de Maryland y Pensilvania. Los participantes poseían al menos una medición de peso y altura registrados en los dos últimos años anteriores al periodo de inscripción del estudio (que se produjo entre febrero y julio de 2019).
El 80% de los participantes se autoidentificaron como adultos blancos, el 12% se autoidentificaron como adultos de raza negra, y el 3% se autoidentificaron como adultos asiáticos. La mayoría poseían una educación universitaria o superior, y su edad promedio fue de 51 años. Así mismo, el IMC promedio de esta muestra fue de 30,8 (obesidad), y el tiempo medio de seguimiento del peso registrado en su historial médico fue de 6,3 años.
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Según datos del estudio, los participantes con mayor IMC tenían más probabilidad de ser adultos negros, padecer diabetes tipo 2 o hipertensión arterial, poseer un nivel educativo más bajo, hacer menos ejercicio, consumir menos frutas y verduras y alargar más el tiempo entre comidas que los participantes con un IMC menor.
Los investigadores desarrollaron una aplicación para el estudio, llamada Daily24, con el objetivo de catalogar la hora de dormir de los participantes, sus horas de comidas y sus horas de sueño por cada ventana de 24 horas en tiempo real. Se les enviaron correos electrónicos, mensajes de texto y notificaciones mediante la app para que la usasen todo lo posible durante el primer mes, y posteriormente al menos una semana al mes durante los seis meses que duró el estudio.
Las conclusiones
Según los datos de horarios de sueño y comidas, los investigadores pudieron medir el tiempo entre la primera y la última comida del día, el tiempo desde el despertar hasta la primera comida, y el intervalo entre la última comida y la hora de acostarse. Gracias a todos estos datos, se pudo llegar a algunas conclusiones:
- El horario de las comidas no se asociaría con cambios de peso durante el periodo de seguimiento de seis años.
- El número total diario de comidas abundantes (superiores a las 1.000 kilocalorías) y comidas medianas (entre 500 y 1.000 kilocalorías) se asociaría con un aumento de peso durante los seis años de seguimiento, mientras que menos comidas y de pequeño tamaño (menos de 500 calorías) se asociarían con una disminución del peso.
- El tiempo promedio desde la primera hasta la última comida fue de 11,5 horas, y el tiempo medio desde el despertar hasta la primera comida fue de 1,6 horas. Así mismo, el tiempo promedio desde la última comida hasta la hora de dormir fue de 4 horas, y la duración media del sueño fue de 7,5 horas.
- No hubo asociaciones entre el horario de las comidas y el cambio de peso en una población con un amplio rango de peso corporal.
Como comenta Bennet, aunque en estudios previos se habría sugerido que el ayuno intermitente puede mejorar los ritmos corporales y regular el metabolismo, este estudio con un gran grupo con una amplia y diversa gama de pesos no detectó tal asociación. Además, explica, los ensayos clínicos rigurosos a gran escala sobre el ayuno intermitente en el cambio de peso a largo plazo son extremadamente difíciles de realizar; sin embargo, incluso estudios de intervención de corto plazo pueden ser valiosos para ayudar a mejorar las recomendaciones futuras.
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Por otro lado, aunque el estudio encontró una relación entre la frecuencia y el tamaño de las comidas y un mayor riesgo de ganancia de peso corporal, respecto al horario de las comidas como tal, no es posible demostrar una relación causal.
Finalmente, como limitaciones al estudio, los investigadores señalan que no se evaluaron las complejas interacciones del momento y la frecuencia de las comidas. Además, se trata de un estudio observacional, y no de un ensayo clínico, por lo que no es posible demostrar una causalidad entre los hallazgos. En el futuro, sugieren, se debería intentar incluir una población más diversa, dado que la mayoría de los participantes del actual estudio eran mujeres blancas con un elevado nivel educativo, y de la región del Atlántico medio de los Estados Unidos.