El consumo de azúcares añadidos es un problema en todo el mundo occidental, y en España no nos libramos. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), cada español consumiría de media hasta 111,2 gramos de azúcar al día, una cantidad que cuadruplicaría el consejo de la OMS de no superar los 25 gramos diarios.
Se sabe que un exceso de azúcar contribuye al aumento de riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad, entre otras dolencias. Ahora, un nuevo estudio publicado en BMC Medicine señala que el exceso de consumo de azúcares libres aumenta el riesgo cardiovascular en general. Y en esa tipología entra el azúcar de los zumos de fruta -no el contenido en la pieza entera- y el de productos líquidos como la miel.
Todos los azúcares añadidos son azúcares libres, pero no todos los azúcares libres tienen por qué ser añadidos. Así, la miel y zumos de frutas contienen azúcares libres de forma natural, pero los refrescos, bollería y alimentos ultraprocesados en general llevan azúcares libres como aditivos. Según este nuevo estudio, todos contribuirían a un aumento de riesgo cardiovascular.
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Para llegar a esa conclusión, la Dra. Rebecca Kelly y sus colegas de la Universidad de Oxford analizaron datos de 110.497 personas del Biobanco de Reino Unido. Los participantes habían completado al menos dos evaluaciones dietéticas durante un periodo de seguimiento de 9,4 años de media. Todos los participantes estaban sanos al inicio del estudio.
Tras el periodo de seguimiento, se produjeron 4.188 casos de enfermedad cardiovascular en total. Desglosados, supusieron 3.138 casos de infarto de corazón y 1.124 de accidente cerebrovascular (ictus).
Según los resultados, el consumo de carbohidratos en general no se asoció con un aumento del riesgo cardiovascular. Sin embargo, al dividir los tipos y fuentes de carbohidratos consumidos, sí se encontraron diferencias. Un mayor consumo de azúcares libres a través de bebidas azucaradas, zumos de frutas y bollería sí se asociaba con un mayor riesgo cardiovascular. Así mismo, también se comprobó que un mayor consumo de azúcares libres se relaciona con un aumento de los triglicéridos y el colesterol en sangre.
Se calculó que, por cada aumento de un 5% de calorías diarias basadas en azúcares libres, el riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular total aumentaba un 7%. También se pudo estimar que el aumento de riesgo era hasta un 6% superior para enfermedad cardíaca, y hasta un 10% superior para accidente cerebrovascular.
Por su parte, como factor protector, se detectó que consumir cinco gramos más de fibra por día se asociaría con un 4% menos de riesgo de enfermedad cardiovascular total. Sin embargo, dicha protección dejaba de ser significativa cuando se tenía en cuenta el Índice de Masa Corporal (IMC), evitando el sobrepeso y la obesidad.
Finalmente, tanto la sustitución del 5% de energía procedente del almidón de los cereales procesados por almidón de cereales integrales, como la sustitución de azúcares libres por azúcares intrínsecos (frutas, verduras y lácteos), reduciría el riesgo cardiovascular total hasta un 6%. Al realizar el cálculo por separado, el riesgo de enfermedad cardíaca bajaría un 5% y el de accidente cerebrovascular un 9%.
Este sería el primer estudio que analiza el consumo de azúcares libres en general, tanto de azúcares añadidos como azúcares libres naturalmente presentes en los alimentos. En estudios previos se habría analizado el papel del azúcar como aditivo, pero se habría excluido los azúcares de frutas o verduras consumidas en forma de zumos o purés.
Como limitaciones, los autores del estudio señalan que la información dietética procedía de encuestas autoinformadas, y en tan solo dos encuestas de media, con un máximo de cinco encuestas en casi diez años. No se pudieron tener en cuenta los cambios dietéticos en el tiempo, y las mediciones sanguíneas de glucemia y triglicéridos se llevaron a cabo varios meses antes de completar la mayoría de las encuestas dietéticas.
Como conclusión, los autores del estudio abogan por aumentar el consumo de azúcares intrínsecos en lugar de azúcares libres, tomando más frutas y verduras enteras, y más fibra como forma de protección cardiovascular. Como bien recuerdan y puntualizan, no todos los carbohidratos se asociarían con un mayor riesgo: los alimentos de los cuales proceden y los tipos de carbohidratos en especial serían clave para dicho riesgo.