El huevo está recuperando su buena fama después de haber sido considerado durante décadas como uno de los alimentos que peor iban para nuestro colesterol. Por suerte, los expertos han desmentido esta creencia e, incluso, han demostrado que tomar uno de estos al día tiene consecuencias positivas para la salud: The American Journal of Medicine publicó un estudio en el año 2020 que concluyó que quienes tomaban más de un huevo al día tenían menos riesgo arterial que los que no tomaban este alimento.
Este alimento no sólo es saludable, sino también muy práctico: está presente desde el desayuno a la cena y con él se pueden hacer muchas recetas. Ahora bien, con respecto a este último aspecto tenemos que tener muy en cuenta que siempre debemos cuajarlo por completo cuando lo cocinemos. El huevo crudo y las elaboraciones con este alimento que quedan líquidas son un entorno muy favorable para el desarrollo de bacterias patógenas, entre las que la salmonella es la más conocida.
Aunque los establecimientos y los propios consumidores son cada vez más conscientes de este problema que conlleva la manipulación del huevo, los brotes de salmonelosis siguen ocurriendo. Uno de los más sonados en los últimos meses fue el que forzó la clausura de Casa Dani —el icónico restaurante madrileño de tortillas— el pasado mes de enero. Este accidente afectó a un total de 157 personas, de las cuales fueron ingresadas 16 que más tarde recibieron el alta. Ahora, Casa Dani reabre su local en el Mercado de la Paz.
Una costumbre peligrosa
Por esta razón, conviene ser muy escrupuloso a la hora de manipular el huevo en la cocina. Si bien las prácticas de cuajar bien el huevo al cocinarlo o refrigerarlo a tiempo son las que más interiorizadas tenemos, muchas veces no somos conscientes de algunos gestos que realizamos a la hora de hacer una tortilla y que pueden ponernos en riesgo. En este sentido, el tecnólogo de los alimentos Mario Sánchez, conocido en redes sociales como SefiFood, ha denunciado una práctica muy extendida que puede ocasionar intoxicaciones.
Sánchez ha explicado que nunca debemos servir nuestra tortilla sobre el mismo plato en el que hemos cascado y batido el huevo sin haberlo lavado. En estos platos en los que hemos batido el huevo siempre quedan restos de líquido que puede dar cobijo a bacterias que nos hagan enfermar. Si ponemos la tortilla sobre ese huevo crudo, por mucho que la hayamos cuajado, puede darse una contaminación cruzada. Y, además, destaca que muchas personas dejan las tortillas sobre estos platos a temperatura ambiente.
De todas formas, esta no es la única manera en la que se puede cruzar la contaminación entre el huevo crudo y la tortilla perfectamente cuajada. Una de las maneras más habituales de darle la vuelta a una tortilla de patatas es utilizando un plato y en esa primera vuelta la parte cruda contacta con él. Luego seguimos dándole vueltas con el mismo plato y en la mayoría de las ocasiones terminamos sirviendo la tortilla en él, con esos restos de huevo líquido.
Alerta, 'salmonella'
No deberíamos hacerlo de esta manera, sino que tendríamos que servir la tortilla al final sobre un plato limpio. Muchas personas consideran que el punto de cocción de la tortilla es una decisión gastronómica, pero los expertos recuerdan que deberíamos evitar las menos cocinadas, como la icónica tortilla de Betanzos que triunfa en toda España. La salmonella es una infección muy molesta que cada año sigue llevando a urgencias a muchas personas y, sobre todo, cuando llegan los meses de calor a nuestro país.
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La salmonella es una bacteria que vive en el tracto digestivo de algunos animales como las aves y que se expulsa a través de las heces. Por lo tanto, resulta prácticamente inevitable que alcancen la cáscara de los huevos que después manipulamos. Se recomienda que no se utilicen los huevos que tengan fisuras en la cáscara o cascarlos en el mismo plato donde los vamos a batir. Ahora bien, los expertos advierten de que nunca deberíamos lavarlos con agua porque la cáscara es porosa y se puede introducir la bacteria en el interior.
La salmonelosis es una enfermedad bacteriana frecuente que afecta al intestino. Es posible contraer la infección y que no se manifiesten los síntomas hasta pasadas las ocho horas e incluso que pueda llegar hasta las 72 horas. La diarrea, la fiebre y los calambres abdominales suelen ser los síntomas más habituales, además de las náuseas y de los vómitos, que pueden prolongarse hasta los siete días en algunos casos. En algunos casos, cuando las diarreas son demasiado severas, pueden dar lugar a deshidrataciones.