Existe una tradición muy particular japonesa en la que cada tercer lunes de septiembre, coincidiendo con el Día del Respeto a los Mayores, el Gobierno de Japón regala una copa como de chupito, hecha en plata, para beber sake, a todos aquellos japoneses que justo ese año alcancen la centena.
Teniendo en cuenta que, según datos publicados por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón, el número de personas centenarias en el país en 2021 aumentó en 6.060 hasta alcanzar un total de 86.510, esta tradición va a ser cada vez un gasto mayor para las arcas públicas del estado nipón.
Durante años, científicos y periodistas han tratado de descubrir el secreto de estos abuelos japoneses que incluso con esas edades, muchos son capaces de valerse por sí mismos. La clave parece estar en su dieta. De hecho, varias zonas de Japón se encuentran en las denominadas como Zonas Azules, áreas donde la esperanza de vida es particularmente alta, como es el caso de la isla de Okinawa.
La alimentación japonesa es conocida por ser una de las más saludables del mundo, lo que se refleja en la longevidad de la población japonesa. De hecho, Japón es uno de los países con la mayor esperanza de vida, con una media de 84 años. Su dieta tradicional incluye una amplia variedad de alimentos frescos, muchos de los cuales son ricos en nutrientes esenciales y antioxidantes.
Cómo es su dieta
Los japoneses comen principalmente alimentos naturales y frescos como pescado, arroz, verduras, algas marinas, soja y té verde. Además, esta dieta es generalmente baja en grasas saturadas, azúcares y carnes rojas, lo que la convierte en muy saludable y nutritiva. Muchos de estos alimentos son de proximidad, ya que en zonas como la citada anteriormente, Okinawa, hay plantas ricas en fitoquímicos y antioxidantes, como las batatas, que suponen más de la mitad de la ingesta calórica de muchos de los habitantes de la zona.
Otra de las claves de la alimentación japonesa es el consumo de pescado. Un alimento que es una fuente de omega-3, un ácido graso esencial para el cuerpo humano, que ha demostrado tener numerosos beneficios para la salud, como reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y la inflamación en el cuerpo.
"En concreto, los japoneses consumen una gran cantidad de pescado fresco como el salmón, el atún, el arenque y el bonito. Mucho pescado azul que se suele tomar prescindiendo de frituras y empanados, como se elabora en otras regiones del mundo", destaca Hoshi García, nutricionista mitad japonesa y mitad española, que confiesa combinar los mejor de ambas dietas, la mediterránea y la japonesa, tanto para ella como para sus hijos.
Otro componente importante de la alimentación japonesa es el arroz. La población nipona consume una gran cantidad de arroz, que es una fuente de carbohidratos complejos, y es bajo en grasas y colesterol. Además, este alimento es rico en vitaminas y minerales, incluyendo la vitamina B, el hierro y el zinc. Lo curioso es que en Japón es más habitual tomar arroz blanco que integral, y aun así su salud no se resiente. "Eso es porque el resto de alimentos que componen su dieta son saludables, además es muy habitual mantener actividad física a cualquier edad", destaca la nutricionista.
La alimentación de los japoneses también incluye una gran cantidad de verduras como el nabo, la zanahoria, la espinaca, el brócoli, la berenjena, la calabaza y el repollo. Estas son ricas en nutrientes como fibra, vitaminas y antioxidantes. Otro componente importante es la soja. Una fuente rica en proteínas vegetales, que también contiene isoflavonas, que son compuestos que se ha asociado con efectos beneficiosos en la salud como la reducción del riesgo de padecer enfermedades cardíacas y osteoporosis.
Para terminar... Un té
Por último, la especialista subraya el papel del té verde en esto de los abuelos centenarios, ya que esta bebida es rica en antioxidantes como los polifenoles, que cuentan con beneficios como la prevención de enfermedades cardíacas y hasta el cáncer. Además, esta bebida es baja en calorías y diurética, por lo que previene la retención de líquidos y la inflamación.
García también pone hincapié en la diferencia cultural, ya que los japoneses tienen una relación con la comida diferente a la que tienen los europeos o americanos. Por ejemplo, tienden a comer en porciones más pequeñas, lo que les permite controlar mejor su ingesta de calorías. Comen hasta sentirse satisfechos y no llenos, lo que sería en porcentajes comer hasta un 80% de la capacidad estomacal. Evitando así indigestiones. También se toman su tiempo para comer, masticando más y comiendo más despacio, lo que tiene un impacto positivo en la digestión.
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