Pocos países pueden presumir de una relación tan cercana entre la dieta y la longevidad como Japón. Con permiso de la dieta Mediterránea, la forma de alimentarse tradicional, rica en pescado y vegetales pero baja en calorías, grasas y sal, mantiene a raya la incidencia de problemas de salud prevalentes en el resto del mundo como el sobrepeso, la obesidad y la diabetes. Eso se traduce en una menor proporción de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, y un récord sostenido de supercentenarios dentro de sus fronteras.
Pero con la tradición no basta, como tristemente hemos comprobado en España, donde la alimentación según el patrón mediterráneo se ha visto desplazada por la denominada 'Dieta Occidental', rica en alimentos procesados, grasas saturadas, azúcar y sal refinada. El secreto japonés estaría precisamente en haber evitado el tsunami de mala alimentación industrial, como explica la nutricionista Michiko Tomioka en el portal especializado en salud y bienestar Make it.
Tomioka confirma que, efectivamente, Japón es el imperio de la longevidad: su propia madre, explica, ha cumplido los 86 años tras haber sobrevivido a un cáncer, y su tía presume de salud de roble a los 98. Su profesión la llevó a vivir en Estados Unidos, donde el choque con la alimentación occidental no pudo ser mayor. En un artículo, la especialista identifica los tres grupos de alimentos que consumimos con frecuencia en Occidente, indistintamente del país, pero que considera como los principales enemigos de una vida larga y con salud.
[El alimento que toman los japoneses para alargar la vida pero que apenas se conoce en España]
1- Carnes procesadas
De los perritos calientes a las hamburguesas de comida rápida pasando por los fiambres envasados, "las carnes procesadas son casi imposibles de evitar", lamenta Tomioka. Entre los aditivos perniciosos que contienen destaca su alto contenido en sal, además de relacionarse con el aumento del cáncer de mama y colorrectal. Las grasas saturadas, muy presentes en la fast food, son otro factor de riesgo que eleva el colesterol LDL, considerado el "malo".
Según recuerda la especialista, solo acudió "tres veces en su vida" al McDonald's de su ciudad de Osaka natal, en "ocasiones especiales". Para el día a día, recomienda el tofu como fuente de proteínas, de origen vegetal y bajo en sal y aditivos. Otra especialidad sabrosa son las bolas de arroz con atún y alga nori, que aportan hierro, calcio, magnesio y ácido fólico.
¿Y para las hamburguesas? Las de tofu también son "sorprendentemente sabrosas", asegura, además de baratas. Se preparan con bolas de arroz integral cortado como pan y edamame.
2- Bebidas y cereales azucarados
Aunque la gran mayoría de consumidores ya está concienciado del riesgo que suponen las bebidas con azúcar, del sobrepeso a la diabetes e incluso el cáncer, Tomioka advierte también sobre el peligro de abusar de las 'cero' o 'sin calorías'. Estos edulcorantes han demostrado que pueden dañar la salud intestinal a largo plazo, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó limitarlos recientemente.
La recomendación de la nutricionista es el té frío natural y sin azúcar, y muy especialmente el té matcha. Por otro lado, los cereales para desayunar son un alimento poco recomendable si no contienen grano entero (integral) y añaden azúcares refinados. El 'arma secreta' de Japón es el natto: un desayuno a base de soja fermentada, poco conocido en occidente pero de gran valor nutricional. Y para los antojos, chocolate sin azúcar y con alto porcentaje en cacao.
3- Queso graso
Esta es una recomendación no exenta de controversia, ya que las grasas saturadas de la leche han demostrado tener efectos más beneficiosos que las de las carnes, manifiestamente nocivas. Tomioka, sin embargo, considera que el aporte entre las proteínas que aporta y el colesterol que supone está descompensado. El kinako, elaborado con harina de soja y pasta de sésamo, sería su alternativa.