Los españoles llevamos prácticamente toda la vida desayunando lo mismo: cafelito y algo para mojar, como una magdalena, unos cereales o, en los días de celebración, unos churros. Por desgracia, en los últimos años los expertos en nutrición han advertido de que deberíamos acometer algunas reformas estructurales sobre la primera comida del día. Lo principal que deberíamos hacer es sustituir esos alimentos muy calóricos y que aportan carbohidratos casi en exclusiva por otros con nutrientes más interesantes.
Es decir, el desayuno no debería diferenciarse demasiado del resto de comidas del día. En él deben estar muy presentes las frutas y verduras —que, según la teoría del plato de Harvard, deberían ocupar la mitad de lo que comamos—, los cereales integrales y las proteínas saludables. Por esta razón, existen muchos nutricionistas que explican que no tendría que resultarnos extraño incluir en el desayuno alimentos como los garbanzos o, incluso, las sardinas en lata y, de esta manera, incluir nutrientes importantes en la dieta.
En cualquier caso, existen alternativas que nos resultan más familiares a primera hora del día y que son igualmente saludables para desayunar, como la fruta entera o los cereales integrales. De todas formas, es muy probable que muchos de nosotros pensemos que lo que desayunamos es saludable y que, en realidad, no lo sea. La publicidad o algunas ideas antiguas son las culpables de estos malentendidos y de que tomemos cada mañana algunos alimentos que ningún médico recomendaría.
El zumo de naranja
¿Qué cara se nos queda después de haber madrugado tantos años para exprimir naranjas y ahora nos digan que este zumo es malo? ¡Si lo hacíamos, precisamente, para añadir una pieza de fruta a nuestra dieta! Los expertos explican que, en realidad, si exprimimos la fruta y nos quedamos sólo con su zumo, no vale. De hecho, lo único que hacemos es tomar una gran cantidad de azúcares libres y nos dejamos uno de los componentes más interesantes de la fruta: la fibra.
Los zumos que hacemos en casa suelen llevar varias naranjas y, cuando los bebemos, estamos incorporando todas las calorías y los azúcares que contienen en pocos segundos. Si nos comiéramos esas piezas de fruta completas nos sentiríamos muy saciados y, probablemente, no podríamos acabarlas. Es decir, los zumos tienen un índice glucémico altísimo y aumentan el riesgo de diabetes, mientras que las frutas enteras son saludables porque la fibra ayuda a retrasar la entrada del azúcar en la sangre.
El fiambre de pavo
Cualquier persona que se haya puesto a dieta alguna vez en su vida ha pasado por la fase de desayunar lonchas de pavo. Se trata de un producto que encaja en la definición de carne procesada que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado como grupo de alimentos cancerígenos. ¡Ahora bien, hay pavos y pavos! Es decir, la calidad y, por tanto, el efecto que tienen sobre el cuerpo es muy variada en este tipo de productos.
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Mientras que es posible encontrar pavos en el supermercado cuyo porcentaje de carne se acerque al 100%, muchos fiambres que se venden envasados pueden tener un escaso 50% de carne. ¿Qué es el resto? Pues agua, almidones, azúcares, sal, especias y un montón de aditivos, como los aromas, los estabilizantes y los potenciadores del sabor. Por esta razón, deberíamos rechazar las lonchas de fiambre de pavo con bajos porcentajes de carne, ya que estamos consumiendo otros productos.
El pan blanco
La reina absoluta de los desayunos en España es la tostada y aunque se le puede untar o poner encima prácticamente cualquier cosa, el pan es el ingrediente fundamental. Por desgracia, la gran mayoría de nosotros ya empezamos mal usando un pan que se ha elaborado con harinas refinadas. Es decir, el pan blanco que está presente en casi todos los hogares de nuestro país. Si utilizamos el integral, las tostadas son un desayuno saludable.
"Comer pan blanco es como comer azúcar. Te metes un trozo de miga de pan blanco en la boca y enseguida te sabe dulce. De hecho, el pan blanco produce los mismos picos de glucosa en sangre que el azúcar y es tan malo para la salud como este", explica el epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González en su libro ¿Qué comes? Ciencia y conciencia para resistir (Planeta, 2020).
Las galletas
Está claro que las galletas que llevan chocolate, que están espolvoreadas con azúcar o una crema de leche en el medio nos hacen engordar y son perjudiciales para la salud porque son otro dulce más. Pero, ¿qué pasa con esas galletas maría de toda la vida o las que se promocionan con nombres que hacen pensar que son saludables? Pues, en realidad, los expertos en nutrición han denunciado que no hay ni una sóla galleta saludable en el súper.
"No se salva ni una. No hay galleta industrial buena porque la definición de galleta es harina refinada con azúcar. Eso es lo que es una galleta. ¿Qué les hacen? Les ponen harina integral a algunas, pero siguen llevando azúcar. Y si no llevan azúcar, a las 0% les ponen polialcoholes. Los polialcoholes no dejan de ser edulcorantes que favorecen la apetencia por el dulce", explica la farmacéutica Marián García, en este artículo de EL ESPAÑOL.