Es uno de los alimentos que nunca escasea en nuestras despensas porque le gusta prácticamente a todo el mundo, nos permite combinarla con una mayoría de alimentos y su precio sigue siendo asequible. La pasta es una reina indiscutible de la cesta de la compra en España y se extiende cada vez más el consumo de su versión más saludable: la integral. Seca o fresca, con una variedad enorme de formas y colores, ahora Mercadona ha querido comercializar una opción más sana y ligera con su 'Pasta corallini integral' Hacendado que además se cocina en menos tiempo, con lo que es perfecta de cara al verano.
Hoy pondremos el foco en las diferencias entre una pasta integral y elaborada con harinas refinadas, pero también en sus propiedades, su composición o el valor nutricional, desechando además del mito de que estas pastas engordan menos. No somos Italia ni China, pero en nuestro país tampoco nos quedamos tan atrás en el consumo de pasta. Según los datos del Ministerio, tomamos 4,22 kilogramos por persona de media al año, siendo Baleares el lugar donde más se come, seguida de Cataluña, Valencia, Galicia y Cantabria.
El porcentaje más alto de consumo se lo lleva la pasta blanca, que sigue siendo la más popular de las dos. Es aquella que está elaborada con harinas refinadas y la que más abunda en el supermercado, pero también es la que más perjudica nuestra salud. Existen estudios que relacionan directamente este tipo de hidratos de carbono de mala calidad, con índice glucémico alto, con un mayor riesgo de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y muerte.
El 'timo' de lo integral
Por eso es importante que, si no toda, al menos la mayoría de la pasta que consumamos sea integral. Pero ojo, porque es fácil que nos den gato por liebre. Si bien en el caso del pan integral la legislación es clara, en este otro alimento todavía es fácil encontrarse con productos que se promocionan como integrales y resulta que no lo son. Se valen, en el etiquetado, de ingredientes como la sémola de trigo duro y el salvado de trigo duro, que no son suficientes para considerar que estas pastas son integrales.
La sémola es una harina más gruesa con la que se elabora la pasta y, en su mayoría, proviene del trigo, mientras que el salvado es una capa que acompaña a los cereales aportando fibra y minerales, retirándose para elaborar las harinas refinadas y empeorando así su perfil nutricional. Cuando el producto está hecho con harinas que contienen su propio salvado se dice que son integrales porque tienen un menor índice glucémico al no haber perdido la fibra y eso repercute en un menor riesgo de desarrollar las enfermedades antes mencionadas.
Los nutricionistas recuerdan que para localizar la pasta que realmente es integral, debemos fijarnos en que aparezca en su etiquetado de ingredientes que está elaborada con sémola integral, como es el caso de esta Pasta corallini integral Hacendado de sémola integral de trigo. En este caso, su valor energético se eleva a 345 calorías por cada 100 gramos de producto, de los que 2,4 gramos son grasas y, de ellas, 0,5 gramos son saturadas, aunque conviene recordad que las últimas evidencias las han absuelto de incrementar el riesgo cardiovascular, ayudando incluso a prevenirlo.
Los hidratos de carbono suponen el 62% de la composición de esta pasta integral, suponiendo que 3,7 gramos son azúcares, y el porcentaje de fibra se eleva en un 10%, cuando la pasta blanca apenas supera el 4% del total, como nos apunta la Fundación Española de Nutrición (FEN). Incorpora además 13,5 gramos de proteína y 0,01 gramos de sal, como lo que se trata de un alimento con perfil saludable. Eso sí, es importante recordar que la clave está en una dieta equilibrada y, por lo tanto, estos alimentos no deberían desplazar a otros como las verduras, frutas u hortalizas.
Beneficios de la pasta integral
Fabricada por la compañía Cerealto en Palencia, en Mercadona podemos encontrar esta novedad en un paquete de 500 gramos de producto por 1,20 euros la unidad. Este tipo de pasta, la corallini, pertenece a la familia de las pastas pequeñas para cocinar en caldos. Tiene forma de pequeños corales y está especialmente indicada para la preparación de sopas claras, como consomés, a las que se les puede añadir también picatostes o verduras picadas. Asimismo, se usa también en otras elaboraciones más densas como las cremas o purés. En todo caso, su tiempo de cocción es mucho menor, bastando 5 o 6 minutos una vez hervida el agua.
Entre las propiedades de la pasta integral, además de las que ya hemos enumerado, destaca que previene la formación de coágulos e incluso, a través de minerales esenciales que se encuentran en su composición, como es el magnesio, el selenio y el cobre, contribuye a la prevención de algunos tipos de cáncer. En lo que no se diferencia de la blanca es que ambas engordan casi por igual, puesto que son pocas las calorías que las separan, según la FEN, que cifra en unas 30 calorías esa separación.
Como todos los derivados de los cereales son calóricos, pero los integrales están relacionados en menor medida con la obesidad por tener una mayor cantidad de fibra, un nutriente con muchos efectos sobre la salud intestinal y la reducción del colesterol en sangre. También nos ayuda a sentirnos saciados, con lo que nos quita el hambre más que la blanca y evitamos comer más cantidad. Además, tener un índice glucémico menor y provocar, por lo tanto, curvas de glucosa menos pronunciadas, hace que sus consumidores sean menos propensos también al desarrollo de la diabetes tipo 2.