La cúrcuma es una especia de color amarillo intenso que ha sido utilizada durante siglos en la medicina tradicional, y la cocina, en muchas partes del mundo. Su componente activo principal es la curcumina, un compuesto con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que se ha relacionado con diversos beneficios para la salud, incluida la prevención del cáncer colorrectal.
El cáncer colorrectal es uno de los tipos más comunes de cáncer en todo el mundo, y el más prevalente en España. Se origina en el colon o en el recto y se caracteriza por un crecimiento anormal de células malignas. La prevención y el tratamiento de esta enfermedad son de vital importancia, y la investigación ha demostrado que la curcumina puede desempeñar un papel importante en su prevención.
La curcumina ha mostrado propiedades anticancerígenas en estudios de laboratorio y en modelos animales. Se ha observado que este compuesto inhibe el crecimiento de células cancerosas, induce la apoptosis (muerte celular programada) y suprime la angiogénesis (formación de nuevos vasos sanguíneos que alimentan al tumor). Además, la curcumina puede ayudar a prevenir la metástasis, que es la propagación del cáncer a otras partes del cuerpo.
[Esta es la especia que desbloquea los beneficios saludables de la cúrcuma]
Uno de los mecanismos clave por los cuales la curcumina ejerce sus efectos anticancerígenos es a través de la modulación de diversas vías de señalización celular. Se ha demostrado que la curcumina inhibe la activación de ciertas moléculas proinflamatorias y enzimas que están involucradas en la proliferación celular descontrolada y la inflamación crónica, dos procesos asociados con el desarrollo del cáncer colorrectal.
Además de su potencial para prevenir el cáncer colorrectal, la cúrcuma y la curcumina tienen otros beneficios para el organismo. "Por ejemplo, esta sustancia tiene propiedades antioxidantes que protegen a las células del daño causado por los radicales libres y el estrés oxidativo", subraya José Luis Rodríguez, tecnólogo de alimentos. Esto puede contribuir a la prevención de enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y ciertos trastornos neurodegenerativos.
La curcumina también tiene propiedades antiinflamatorias potentes. La inflamación crónica es un factor subyacente en muchas enfermedades y la curcumina puede ayudar a reducirla, gracias a la inhibición de la actividad de las moléculas proinflamatorias. Esto puede ser beneficioso en condiciones como la artritis, la enfermedad inflamatoria intestinal y otras enfermedades inflamatorias.
Otro aspecto importante de la curcumina es su capacidad para mejorar la salud gastrointestinal. Se ha observado que la cúrcuma ayuda a aliviar los síntomas de la indigestión, como la sensación de pesadez y la acidez estomacal. Además, la curcumina puede tener efectos protectores en el revestimiento del intestino, ayudando a mantener la integridad de la barrera intestinal y previniendo problemas como el síndrome del intestino permeable.
Además, la cúrcuma y la curcumina tienen propiedades hepatoprotectoras, es decir, pueden proteger y promover la salud del hígado. Un órgano vital que desempeña funciones esenciales en el metabolismo, la desintoxicación y la síntesis de proteínas. Es por eso por lo que el consumo de este alimento, o condimento, se ha asociado con la mejora de la función hepática y la prevención de enfermedades hepáticas, como la esteatosis hepática (acumulación de grasa en el hígado) y la hepatitis.
La cúrcuma también puede tener efectos beneficiosos en el sistema cardiovascular. Estudios han sugerido que la curcumina puede ayudar a reducir los niveles de colesterol LDL ("colesterol malo") y triglicéridos, así como aumentar los niveles de colesterol HDL ("colesterol bueno"), tal y como muestra un metaanálisis. Esto puede ayudar a mantener la salud del corazón y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la enfermedad coronaria.
Todos los beneficios anteriores son ciertos, pero hay que tener en cuenta una circunstancia, la curcumina, a la que se le han detectado tantos beneficios, representa solo un pequeño porcentaje. Supone alrededor del 5% de la composición total de la raíz de la cúrcuma.
Además, la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) ha reevaluado el uso de la curcumina como aditivo (E 100) y propone un tope para no correr riesgos: una ingesta diaria admisible (IDA) de 210 mg/día para un adulto con un peso corporal de 70 kg. Por lo que lo más adecuado es usar la cúrcuma como condimento y no abusar muy en exceso.