Si hablamos de calabaza, enseguida pensaremos en la famosa cucurbitácea naranja. Pero muchos ignoran que se trata de la baya de una planta cuyas flores también son comestibles. En algunos lugares se les conoce como flor de ahuyama, ayote, calabaza, pipián o zapallo. Las flores de calabaza pueden ser tanto masculinas como femeninas, y en ambos casos son fácilmente reconocibles por su forma de embudo y un intenso color naranja o amarillo vibrante.
Esta parte de la calabaza no es demasiado popular en la gastronomía española, a pesar de que estas flores pueden ser una opción nutritiva y sabrosa para una dieta saludable. Son muy utilizadas en las cocinas de otros países del área mediterránea, como Turquía, Grecia e Italia, sobre todo en la zona de Nápoles. Al otro lado del Atlántico, en México se considera una auténtica joya culinaria que se puede comer cruda, cocinada o como ingrediente en sopas, cremas o ensaladas.
A su versatilidad, se le unen otras características: unos valores nutricionales muy interesantes que pueden resultar muy saludables para nuestro organismo. Su principal característica es que son muy bajas en calorías y grasas, lo cual las convierte en una opción saludable para incluir en tu dieta. Sin embargo, a pesar de su bajo contenido calórico, son ricas en una variedad de nutrientes esenciales.
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En 100 gramos de flores de calabaza encontramos solo 15 calorías, 3 g de carbohidratos, 1,5 g de proteína, muy poca grasa y una cantidad discreta de fibra. Sin olvidar diferentes minerales que ayudan al correcto desarrollo de numerosas funciones necesarias para la vida.
Cobre para la inmunidad
Un aspecto destacado de las flores de calabaza es su contenido de cobre. Es un mineral esencial que desempeña un papel crucial en la producción de energía en el cuerpo, la formación de tejido conectivo y la función del sistema inmunológico.
El cobre, junto con el hierro, también desempeña un papel esencial en la producción de hemoglobina, un tipo de proteína que transporta oxígeno a través de los glóbulos rojos.
Folato contra la anemia
Otro nutriente clave presente en las flores de calabaza es el folato. También conocido como vitamina B9, desempeña un papel vital en el metabolismo de las proteínas, la síntesis del ADN y en el crecimiento de los tejidos.
También en la formación de los glóbulos rojos, lo que resulta imprescindible para prevenir la anemia. De este modo, 100 g de flores de calabaza cocidas proporcionan aproximadamente el 10% del valor diario recomendado de folato, lo que contribuye a cumplir con las necesidades diarias de este importante nutriente.
Antioxidantes contra la inflamación
No podemos olvidar las propiedades antioxidantes de la flor de calabaza, gracias a compuestos como antocianinas, caroteno, flavonoides y fenoles, que ayudan a neutralizar los radicales libres dañinos.
Esto, en consecuencia, ayuda a reducir la inflamación en el cuerpo, a disminuir el daño oxidativo de las células y a prevenir de enfermedades crónicas.
Vitamina A para la vista
Además, las flores de calabaza son una excelente fuente de vitamina A, esencial para la salud ocular, la función inmunológica y el desarrollo celular.
Las investigaciones sugieren que aumentar la ingesta de vitamina A, ya sea de suplementos o alimentos ricos en nutrientes como la flor de calabaza, puede estar asociado con un menor riesgo de degeneración macular relacionada con la edad, una afección que puede conducir a la pérdida de la visión con el tiempo.