Las últimas publicaciones científicas sobre el peligro del eritritol y el aspartamo, así como la ineficacia de los edulcorantes sobre el control de peso, han generado cierta alarma en la sociedad sobre el consumo de estos productos.
El mensaje principal de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la comunidad médica y científica es que debemos acostumbrarnos a reducir el dulzor de nuestra dieta para evitar desarrollar problemas cardiovasculares, caries y sobrepeso.
Las recomendaciones actuales abogan por no superar el 10% de energía diaria de azúcares libres e, idealmente, el 5%. Esto implica consumir no más de 200 kcal –o 50 gramos por cada 2.000 kcal diarias– de azúcares añadidos a alimentos y bebidas, así como de azúcares naturalmente presentes en siropes, miel, zumos y purés de fruta.
Ingesta segura
Cualquier edulcorante, tanto de origen natural como artificial, que hoy se usa en alimentación ha sido aprobado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Esto garantiza que es seguro, siempre y cuando no se sobrepasen los límites tolerables.
Sin embargo, varias investigaciones han hecho dudar sobre sus riesgos para la salud en las últimas décadas. Algunos de estos estudios reportaron un aumento significativo de cáncer de vejiga en ratas tras la ingesta de altas dosis de sacarina. Tiempo después se comprobó que el metabolismo de ese producto es específico de la especie y que los tumores se debían a un mecanismo no aplicable en humanos.
Otros trabajos realizados en personas concluyen que no existe asociación entre diversos tipos de cáncer y el consumo de edulcorantes artificiales como el aspartamo, el acesulfamo potásico o el ciclamato de sodio. Actualmente están aprobados en las dosis recomendadas por las agencias de seguridad alimentaria europea y estadounidense.
Este uso incluye su adición como ingrediente en medicamentos y productos de higiene bucal o alimentarios, excepto los que ingieren bebés y niños pequeños. No obstante, basándose en nuevas evidencias, la OMS está reevaluando el caso del aspartamo.
[El peligro que esconden los edulcorantes: por qué no son mucho mejores que el azúcar]
Aunque hay nuevos edulcorantes sobre los que tenemos menos información, podemos confiar en que, en las dosis adecuadas y en ausencia de enfermedades metabólicas específicas, tomar los productos aprobados para el consumo humano no implica riesgos para la salud.
Diabetes, apetito y peso
Por otra parte, los edulcorantes han ido ganando terreno en el ámbito de las dietas para perder peso y para la diabetes, ya que no aportan calorías y poseen un mayor poder endulzante que la sacarosa (azúcar).
Hasta la reciente opinión de la Organización Mundial de la Salud, donde se afirma que no ayudan a controlar el peso corporal, otras publicaciones científicas concluían que, en general, sí pueden resultar una buena estrategia nutricional en este tipo de dietas, aunque no todas las personas responden por igual. En concreto, su éxito depende de que se consuman como parte de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludables.
Esto podría explicar los resultados incongruentes citados en la revisión de la OMS entre los ensayos clínicos controlados y los estudios observacionales. En estos últimos, los sujetos de investigación no están condicionados a seguir una dieta de sustitución completa del azúcar, cosa que sí sucede en muchos de los ensayos clínicos.
Otro factor podría ser que en los estudios poblacionales suelen incluirse personas que ya padecen una patología de base. Eso hace difícil dilucidar el efecto propio de los edulcorantes frente al de las enfermedades subyacentes.
Nuevos resultados
La Unión Europea ha financiado, dentro del programa Horizonte 2020, el estudio SWEET, cuyo objetivo es revisar la evidencia sobre beneficios y riesgos del uso de edulcorantes.
El consorcio europeo SWEET, que está coordinado por la Universidad de Liverpool y cuenta con 29 socios entre universidades, hospitales, centros tecnológicos y empresas, ha investigado durante los últimos años algunos edulcorantes y potenciadores del dulzor (EyPD) más allá de la sacarina y el aspartamo.
Ahora se comienzan a publicar los primeros resultados, como los del estudio Bebidas, liderado por la Universidad de Navarra. Este examinaba el impacto agudo de tres mezclas de EyPD sobre la respuesta glucémica, el consumo de comida y las sensaciones de apetito y seguridad después de tomar un desayuno rico en hidratos de carbono.
Comparado con un grupo de control de sacarosa, todas las mezclas de EyPD consiguieron reducir el pico de insulina tras el consumo del desayuno. Además, dos de ellas (estevia Reb A-taumatina y sucralosa-Ace-K) también redujeron el pico de glucosa, lo que supone un beneficio para la salud. Así pues, el estudio concluyó que las respuestas a una comida rica en carbohidratos después de consumir bebidas edulcoradas con estevia o sucralosa mejoraron frente a la sacarosa.
Actualmente, el consorcio SWEET está llevando a cabo la segunda fase de ensayos clínicos a corto y medio plazo, donde se examina el efecto de mezclas de EyPD en productos sólidos. Como parte de estos ensayos, la Universidad de Navarra lidera el estudio Yogures para dilucidar el impacto de dos EyPD incorporados a un yogur tipo griego sobre marcadores de salud, sensaciones corporales y aceptación entre el público. Este estudio continuará abierto hasta septiembre del 2023. Seguiremos informando.
*Santiago Navas Carretero es miembro del CIBERobn, Universidad de Navarra; Eva Almirón Roig, investigadora en Conducta Alimentaria, Universidad de Navarra.