La temporada más cálida del verano acaba de comenzar justo ahora y, aunque lidiamos a diario con sudores y un sol deslumbrante, debemos recordar que nos hemos pasado todo el año soñando con el verano. Con sus vacaciones, sus baños en el mar y los alimentos que sólo tomamos en esta estación y hacen que el calor compense. Entre ellos tienen un lugar especial las frutas como el melón y la sandía, refrescantes y llenas de agua. Y como es justo lo que apetece en estos días, acudimos a toda prisa al súper a llevarnos uno.
En este sentido, entre las novedades de esta temporada, los supermercados Mercadona han añadido el melón Galia a 2,03 euros la unidad, un producto que se encuentra de temporada en este momento. El melón que más frecuentemente consumimos en España es el de la variedad Piel de sapo, verde por fuera, blanco por dentro, grande y alargado; sin embargo, el melón Galia es más pequeño y redondo, amarillo y rugoso por fuera y con una pulpa verdosa en su interior. El melón Galia puede tener algunas ventajas.
Muchos de nosotros preferimos comprar los melones partidos por la mitad y los expertos, como la tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles, recomiendan que no lo hagamos. Es más probable que se produzca una contaminación de estas frutas cuando están cortadas y se exponen sin refrigeración, que en aquellos melones que están cerrados. Si queremos comprar los melones enteros por este motivo, es más probable que un melón Galia resulte más práctico a los consumidores que uno Piel de sapo, sólo por una cuestión de tamaño.
Agua y micronutrientes
Ahora bien, ambos melones son muy similares en cuestión de nutrientes: el 92% de la composición de esta fruta está formada por agua, pero esto no significa que su aporte a la salud sea insignificante. El melón, de cualquier variedad, está repleto de micronutrientes entre los que se encuentran varias vitaminas con efecto antioxidante y también minerales muy importantes para el mantenimiento de las funciones vitales. Tan sólo un 6% de la composición de los melones está formada por azúcar y la fibra representa un 1%.
El melón es una de las frutas que menos calorías aporta a la dieta: tan sólo cuenta con 28 kilocalorías por cada 100 gramos que consumimos. Sin duda, esto se debe a la altísima cantidad de agua que almacena en su interior y que contribuye a que nos mantengamos hidratados; tomar la cantidad de agua suficiente es importante para la regulación de la temperatura del organismo, un aspecto vital en esta estación del año. Los melones también destacan por su contenido en betacarotenos, aunque estos están más presentes en las variedades con la pulpa anaranjada.
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Los betacarotenos son sustancias con poder antioxidante y que, por tanto, son capaces de reducir el daño oxidativo que los radicales libres provocan sobre las células del cuerpo. Pero, además, los melones también contienen una importante cantidad de vitamina C, que puede ser interesante para quienes no toleran bien las frutas cítricas. Además de antioxidante, la vitamina C también está implicada en la formación de colágeno en el organismo. Estas dos sustancias contribuyen a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y de cáncer.
Cuál nos llevamos
Esta fruta del verano contiene, además, varios minerales entre los que los expertos destacan el potasio y el magnesio. Aunque el primero de ellos nos recuerda más bien a los plátanos, el melón es una buena fuente en la que encontrar este mineral. El potasio está muy relacionado con el control de la hidratación en el organismo y hace al melón recomendable para las personas con hipertensión o con retención de líquidos. Por su parte, el magnesio forma parte de los huesos y los dientes y está relacionado con el sistema circulatorio y el inmune.
Pero, ¿cómo nos llevamos a casa los mejores ejemplares de melón? Acertar con esta fruta y llevarnos a casa la que realmente tiene un sabor dulce es complicado, pero no imposible si tenemos en cuenta algunos consejos. En este sentido, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) publicó un artículo en el que destaca diez aspectos que tenemos que tener en cuenta para llevarnos el mejor melón a casa. Lo primero es asegurarnos de que nos encontramos en temporada de melón: de mayo a octubre, aunque los mejores se venden en pleno verano.
También es importante escoger aquellos que se encuentren en las partes más altas si están apilados unos encima de otros, que su superficie sea firme y que no presente grietas. El color de su superficie debería ser moderado: ni muy intenso, ni apagado. El pedúnculo debe tener un olor fresco y abombarse cuando ligeramente cuando se presione la base; los que se encuentran partidos por la mitad pueden dar más pistas de su estado —aunque los nutricionistas los consideran menos seguros—. Si aún así das con un melón con un sabor más parecido al pepino, se puede hacer madurar guardándolo en una bolsa de papel con un plátano.