Cada vez más estudios abogan por consumir alimentos saludables pero, a la vez, amigables con el medioambiente. La sostenibilidad del planeta es cada vez más necesaria para poder mantener el estilo de vida actual. Y, de hecho, los mismos alimentos que han demostrado ser más sostenibles también serían los mejores para garantizar una mejor calidad y cantidad de vida.
Así lo sostiene un nuevo estudio presentado en NUTRITION 2023, la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Nutrición celebrada en Boston. Según sus resultados, seguir una dieta sostenible reduciría el riesgo de muerte prematura.
El estudio, llevado a cabo por el equipo de Linh Bui del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard, se basa en investigaciones previas que han identificado alimentos beneficiosos tanto para la salud humana como para el medioambiente. Y son sobradamente conocidos: cereales integrales, frutas, verduras sin almidón, frutos secos y aceites insaturados.
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Quizás más importante, también se han identificado los alimentos más perjudiciales para el medioambiente y la salud humana según los investigadores. Estos serían los huevos, carnes rojas y carnes procesadas.
El primer grupo de alimentos, los que habrían demostrado ser beneficiosos, se relacionan con una reducción del riesgo de muerte por cáncer, enfermedad cardíaca, enfermedad respiratoria y enfermedad neurodegenerativa.
"Propusimos una nueva puntuación dietética que incorpora mejor la evidencia científica actual respecto a los efectos de los alimentos, tanto sobre la salud humana como sobre el medioambiente", explica Bui. "Los resultados confirmaron nuestra hipótesis de que una puntuación más alta en la Dieta de Salud Planetaria se asociaría con un menor riesgo de mortalidad".
Así pues, los alimentos de origen vegetal se asociarían con un menor riesgo de enfermedades crónicas como las enfermedades cardíacas, cáncer colorrectal, diabetes y accidentes cerebrovasculares. Y respetarían mejor el medioambiente, en términos como el uso de agua, uso de tierra, nutrientes, contaminación y emisión de gases de efecto invernadero.
Bui y sus colegas tenían como objetivo crear una herramienta simple. Según explican, debe poder usarse por parte de los responsables de políticas de salud pública y los profesionales de la salud, con el objetivo de desarrollar estrategias para mejorar la salud pública y abordar la crisis climática.
Para crear su Índice de la Dieta de Salud Planetaria (PHDI en sus siglas en inglés), los investigadores revisaron la evidencia científica sobre las relaciones entre varios grupos de alimentos y los resultados de salud basados en la dieta de referencia EAT-Lancet. Este índice tiene en cuenta el impacto ambiental de la producción de alimentos.
Posteriormente, aplicaron el índice para analizar los resultados entre más de 100.000 participantes de dos grandes estudios de cohortes realizados en Estados Unidos, incluyendo datos de más de 47.000 muertes durante un periodo de seguimiento de más de 30 años (desde 1986 hasta 2018).
Según sus resultados, las personas con mayor puntuación en el índice PHDI tenían un 25% menos de riesgo de muerte por cualquier causa en comparación con quienes obtuvieron la menor. Las puntuaciones más altas de PHDI se asociaron con un 15% menos de mortalidad por cáncer o enfermedad cardiovascular, un 20% menos por enfermedades neurodegenerativas, y hasta un 50% menos de riesgo de mortalidad por enfermedades respiratorias.
A pesar de estos resultados, Bui advierte que el PHDI no refleja todos los alimentos y sus relaciones con las principales enfermedades de cada país. Aspectos culturales o las dificultades para acceder a ciertos alimentos por circunstancias socioeconómicas o de suministro tendrán que evaluarse para determinar alternativas.