El consumo de alcohol ha demostrado ser perjudicial para la gran mayoría de la población, con algunas puntuales excepciones: en algunos casos muy específicos, y en dosis muy específicas, podría haber beneficios. Sin embargo, dados sus amplios y conocidos perjuicios, siempre será mejor evitarlo o consumir la mínima dosis posible. Incluso en personas sanas, el alcohol causa perjuicios.
Así lo sugiere un nuevo estudio publicado en la revista Hypertension, de la American Heart Association: incluso en adultos sin hipertensión previa, consumir alcohol empeora la tensión, y dicho empeoramiento aumenta con el paso de los años y la cantidad de bebidas alcohólicas consumidas.
El estudio, llevado a cabo por Marco Vinceti, MDM, Ph.D., profesor de epidemiología y salud pública en la Facultad de Medicina de la Universidad de Modena y la Universidad Reggio Emilia de Italia, y profesor adjunto en el departamento de epidemiología de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston, junto a sus colegas, consistió en un análisis de siete estudios de investigación a nivel internacional.
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Sería el primer análisis que confirma que existe un aumento continuo de la tensión arterial tanto a consumos bajos como a consumos altos de alcohol. De hecho, los investigadores se sorprendieron al ver aumentos de tensión incluso a dosis bajas de alcohol; niveles de tensión arterial suficientes para aumentar el riesgo cardiovascular:
"No encontramos efectos beneficios en los adultos que bebían bajos niveles de alcohol en comparación a los que no bebían alcohol. Nos sorprendió que consumir un nivel de alcohol que ya era bajo también se relacionaba con cambios más altos en la tensión arterial con el tiempo, en comparación a no consumir, aunque mucho menos que el aumento de tensión arterial observado en los grandes bebedores".
Uno de los puntos diferenciadores de este estudio, como también puntualiza Tommaso Filippini, MD, Ph.D, y coautor del estudio, es que su análisis se basó en gramos de alcohol consumidos totales y no en la cantidad de porciones de alcohol, con el objetivo de evitar posibles sesgos de cantidades al hablar de una "bebida estándar", un concepto que puede ser erróneo al comparar diferentes países.
En total de analizaron datos de 19.548 adultos (65% hombres y 35% mujeres), de entre 20 y 70 años, procedentes de Estados Unidos, Corea y Japón. Todos los estudios se publicaron entre los años 1997 y 2021, y ninguno de los participantes sufría hipertensión u otras enfermedades cardiovasculares previas, además de no haber sido diagnosticado de consumo excesivo de alcohol.
Se tuvo en cuenta la ingesta habitual de bebidas alcohólicas al inicio del estudio, y dicha cantidad se tradujo a gramos de alcohol diarios. Se usó una nueva técnica estadística para combinar los resultados de varios estudios y trazar una curva que muestra el impacto de cualquier cantidad de alcohol consumida normalmente en los cambios de presión arterial a lo largo del tiempo.
Según los datos del estudio:
- La presión arterial sistólica (o "tensión alta") aumentó 1.25 mmHg en las personas que consumían al menos 12 gramos de alcohol diarios, y hasta 4.9 mmHg en los que consumían 48 gramos de alcohol diarios (como ejemplo, un tercio de cerveza, una copa de vino o un vaso de licor contienen alrededor de 14 gramos de alcohol). Por tanto, vemos que "una bebida estándar" de alcohol diario sería suficiente para aumentar las cifras tensionales.
- La presión arterial diastólica (o "tensión baja") aumentó 1.14 mmHg en las personas que consumían al menos 12 gramos de alcohol diarios, y hasta 3.1 mmHg en los que consumían 48 gramos de alcohol diarios. Esta asociación se observó en hombres, pero no en mujeres. La tensión diastólica mide la fuerza contra las paredes arteriales entre los latidos del corazón y se considera un predictor de riesgo cardiovascular peor que la tensión sistólica, aunque igualmente existe relación de riesgo.
Aunque ninguno de los participantes sufría hipertensión al inicio del estudio, sí se descubrió que aquellos con lecturas de tensión iniciales más elevadas tenían un vínculo más fuerte con el consumo de alcohol y los cambios de tensión a largo plazo. Eso sugeriría, según los autores, que las personas con tendencia a un aumento de la tensión arterial, sin hipertensión, serían las que más se beneficiarían de un consumo bajo o nulo de alcohol.
Para finalizar, recordemos algunas de las recomendaciones de la American Heart Association: si aún no se bebe, mejor no empezar, y si ya se bebe, es aconsejable comentarlo con nuestro médico para que nos informe sobre los beneficios de evitar el alcohol, y los riesgos de mantener un (supuesto) consumo moderado. Así mismo, la misma AHA ha incluído el alcohol en sus Life's Essential 8: comer saludable, mantenerse físicamente activo, no fumar, dormir suficiente, mantener un peso saludable, mantener un buen nivel de azúcar en sangre, mantener una tensión arterial controlada, y controlar el consumo de alcohol (evitándolo si es posible).