Que nuestro intestino está poblado por microorganismos que nos ayudan a hacer la digestión, lo sabíamos desde hace mucho tiempo. Sin embargo, cada vez más estudios relacionan a estos pequeños seres vivos con otras muchas funciones: "Los microbios de la parte inferior del intestino nos ayudan a digerir alimentos, a combatir a las bacterias que nos dañan y a regular el sistema inmune", explica la Universidad de Harvard en esta entrada de su blog. Por desgracia, esta comunidad de microbios se puede desestabilizar.
De hecho, este problema es muy frecuente en los países occidentales. Tal y como explica en este artículo de EL ESPAÑOL el digestólogo del Hospital Vall d’Hebron y miembro de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), Francisco Guarner, nuestra flora intestinal ha perdido diversidad y se ha debilitado en los últimos 150 años. El médico explica que en España cada vez es más fácil encontrar personas que no digieren bien los vegetales y esto se debe a que ciertos aspectos de nuestro estilo de vida han afectado a la microbiota.
El empleo de antibióticos o las cesáreas, que han contribuido al aumento de la esperanza de vida en el último siglo, han podido tener mucho que ver con este fenómeno. Por supuesto, también el cambio de la dieta en los países occidentales, que ha pasado de ser más tradicional a estar más dominada por los alimentos procesados. Estos alimentos suelen contener aceites refinados, azúcares y otros ingredientes que sirven para mejorar el sabor o la textura, pero pueden resultar dañinos para la microbiota.
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"Cuando se produce un desequilibrio de la microbiota, puede conducir a una diarrea o a otros problemas de salud", advierte Harvard. Por suerte, esta parte de nuestro cuerpo también puede sanar, es decir, la microbiota se podría repoblar y fortalecer a través de la mejora de nuestros hábitos de vida saludable. En este sentido, podemos volver a dar importancia a los alimentos con fibra, como las legumbres y las verduras, y añadir los conocidos como alimentos probióticos: los yogures, el kéfir o las verduras fermentadas. Pero, ¿cómo sé que debería tomarlos?
Vegetales que sientan mal
Las dietas que más recomiendan los expertos son la mediterránea o una basada en alimentos vegetales, también llamada plant-based. Esto se debe a que las dietas que son más vegetarianas se han relacionado con un menor riesgo para los humanos de desarrollar enfermedades y, por tanto, con la longevidad.
Encontrar demasiados problemas intestinales para digerir las verduras o tener demasiados gases después de comer legumbres puede ser un signo de que tu intestino puede necesitar que te ocupes de él.
Inflamación en el abdomen
El alcohol, las carnes procesadas, los alimentos ultraprocesados y el azúcar tienen dos cosas en común: han demostrado ser letales para la microbiota y pueden inflamar el intestino.
Además, ambos fenómenos se han relacionado en numerosas ocasiones, como en este estudio publicado en la revista Nutrients que relaciona las dietas con un alto consumo de azúcares con una microbiota más pobre y un estado inflamatorio permanente.
"Las dietas con un alto contenido de azúcar pueden, a través de la modulación de la microbiota, promover la endotoxemia [reacción inflamatoria exagerada], la inflamación sistémica y el desarrollo de una desregulación metabólica", explica el artículo.
Más enfermedades
Los científicos cada vez están más convencidos de que el papel de la microbiota en el sistema inmune es muy importante. El intestino es una de las puertas de entrada al organismo, a través de la pared de este órgano se cuelan nutrientes, pero también pueden entrar bacterias dañinas.
La microbiota funciona, por tanto, como una barrera que evita que los microorganismos más dañinos penetren. La Universidad de Harvard, de hecho, escribe en la misma entrada de blog que los probióticos pueden "encender el sistema inmune", prevenir las diarreas cuando se toman antibióticos y reducir los catarros.
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Mal sueño
Otra de las condiciones con las que el mal estado de la microbiota ha sido relacionado es una calidad pobre del sueño. De hecho, esta es la conclusión a la que llegó este estudio español publicado en la revista Archivos de Bronconeumología: "El microbioma intestinal ejerce influencias multidimensionales en muchas si no en todas las funciones cerebrales y, consecuentemente, cambios que ocurren en el microbioma son susceptibles de afectar a la calidad y la cantidad de sueño. En conclusión, la evidencia disponible actualmente muestra que existe una relación bidireccional entre alteraciones del sueño y cambios en el microbioma intestinal".