Como hemos comentado en más de una ocasión, soy médico de familia y también especialista en nutrición clínica y deportiva. Con el paso de los años, he tenido la oportunidad de repasar en 'EL ESPAÑOL' multitud de descubrimientos nutricionales, a la par que temas básicos que nunca está de más recordar y clarificar.
Uno de estos temas es el pescado, el cual también tuve la oportunidad de analizar recientemente gracias a un estudio realizado en mi terreta, la Comunidad Valenciana, centrado en el mercurio que poseen ciertos pescados como el pez espada (poco común en nuestros platos), o el bonito y el atún (mucho más comunes, sobre todo en lata).
Sin embargo, hoy no hablaremos del mercurio en el pescado, sino de tres ejemplos de pescado que ningún médico ni nutricionista recomendarían. No por su riqueza en metales pesados, sino por su pobreza nutricional: la panga, la tilapia y la perca.
Panga: mercurio, pesticidas y pobreza nutricional
La panga es un tipo de pescado de agua dulce común en el sudeste asiático, y en los supermercados españoles; de hecho, solía ser una de las potenciales cenas en las guardias médicas de mi hospital (y no solían pedirlo). La panga no es un bocado adecuado por varias razones, aunque nos centraremos en tres de ellas.
Por un lado, la panga contiene niveles significativos de mercurio, el archiconocido metal pesado que se acumula en los pescados: a mayor tamaño del pescado y mayor jerarquía en la cadena alimentaria, mayor acumulación de mercurio.
Como dato, un estudio publicado en Chemosphere descubrió que la panga puede llegar a contener concentraciones de mercurio superiores a los 0.5 mg/kg, llegando a equipararse al pez espada y al emperador, los cuales suelen destacar por su excesiva acumulación de este metal. Actualmente la normativa europea fijaba su nivel máximo en este 0.5 mg/kg, aunque actualmente estos niveles se han fijado en 1 mg/kg.
Por otro lado, la cría de la panga está muy industrializada, y alrededor del 90% de panga consumida a nivel mundial (1,5 millones de toneladas al año) se cría en ríos de Vietnam; sin embargo, ríos como el Mekong se encuentran muy contaminados, y precisamente el 90% de la panga que se vende en Europa procede de este Arío, siendo España en el primer importador y consumidor a nivel europeo.
Así mismo, la crianza de estos peces suele darse en piscifactorías, cuyos piensos pueden contener residuos de pesticidas y otros productos químicos.
Finalmente, el valor nutricional de la panga deja mucho que desear: en comparación a la merluza (otro pescado blanco), la panga tiene casi un 50% menos de proteína, y entre un 60-80% menos de ácidos grasos poliinsaturados.
Tilapia: contaminación y baja densidad nutricional
La tilapia, por su parte, comparte diversos problemas muy similares a la panga. Se trata de un pescado blanco relativamente común y es el cuarto pescado más consumido en Estados Unidos, donde se consume una media de 0.5 kg de tilapia por cada estadounidense al año.
Aunque no destaca tanto como la panga en su riqueza en mercurio, la tilapia si comparte el mismo método de crianza en piscifactorias, lo que también plantea dudas sobre sus beneficios para la salud y el medio ambiente en general. De hecho, este pescado se cría en más de 130 países, tanto en tanques como en estanques interiores, dado que su crecimiento es muy rápido en ambientes artificiales y tolera muy bien las condiciones de hacinamiento.
Sin embargo, precisamente estas condiciones de hacinamiento son las que plantean dudas sobre sus potenciales problemas para la salud. Las prácticas de pesca insostenibles pueden dañar los ecosistemas acuáticos y agotar las poblaciones de peces, pero el hacinamiento en ambientes artificiales puede aumentar el riesgo de enfermedades y la necesidad de usar medicamentos en la alimentación de estos peces. A su vez, también comparten el problema de los piensos que pueden contener residuos de pesticidas y otros productos químicos como ya hemos comentado en el caso de la panga.
Finalmente, la tilapia tampoco destaca por su valor nutricional, siendo más pobre en proteínas y ácidos grasos omega-3 que otros pescados más saludables y populares como son el salmón y la caballa. Además, contiene a su vez más grasas saturadas que otros, algo a tener en cuenta.
Perca: insípida, barata y escasa calidad nutricional
Aunque no lo hemos mencionado anteriormente, tanto la panga como la tilapia y la perca no solo comparten su baja calidad nutricional, sino también su escaso sabor. Así mismo, los tres pescados destacan por su bajo precio, algo que ha conseguido hacerles ganar popularidad, y no competir en otros factores más interesantes como su calidad nutricional.
La perca, además, asocia cierto engaño consigo: suele conocerse como "perca del Nilo", aunque la que consumimos en España procede del lago Victoria, el cual conecta Uganda, Kenia y Tanzania y cuyo ecosistema se está viendo comprometido por la sobrepesca y la contaminación derivada de la explotación económica.
La perca, como la panga y la tilapia, es un pescado blanco barato, propenso a proceder de ambientes contaminados, aunque su consumo sea seguro dado que todos pasan por controles sanitarios al llegar a la Unión Europea. Sin embargo, su escaso sabor deja mucho que desear, a la par que su valor nutricional: apenas 90 kcal por cada 100 gramos, pero esto a su vez se debe a su bajo contenido grado, con poco más de 1,5 gramos por cada 100 gramos.
Esto significa que, de nuevo, no se trata de un pescado rico en ácidos grasos omega-3 sino más bien al contrario, aunque posee un poco más de proteínas que la panga. Sin embargo, la perca no sería el pescado blanco más indicado para consumir en países como España, donde existen otros de mayor calidad como el bacalao o el bonito, con hasta un 20% de proteínas en comparación al 12% de la perca o el 10% de la panga; sin embargo, tanto perca como panga suelen poseer un precio mucho inferior en comparación al resto.