Tomar una taza de té puede hacernos sentir al instante mucho más saludables. Estas infusiones tienen fama de ser bebidas ancestrales que contienen alguna propiedad especial: unas son estimulantes, otras relajantes y casi todas previenen enfermedades. Sin embargo, lo cierto es que sus beneficios no son para tanto, pero incluir tés en nuestra dieta es una buena idea. Primero, porque es una forma de añadir más antioxidantes, pero también porque ayuda a hidratarnos y a sustituir opciones menos saludables, como los refrescos.
Tanto si eres un novato o un experto en beber té, seguro que ya has probado el té verde. Es la infusión más popular, puedes encontrarla con facilidad en prácticamente todos los supermercados e, incluso, pedir una taza en cualquier bar o restaurante. Si por algo es tan famoso es, sin duda, por uno de sus antioxidantes: "El galato de epigalocatequina o EGCG en sus siglas inglesas. Se trata de una sustancia 20 veces más antioxidante que la vitamina E y 100 veces más que la vitamina C", explica este artículo de EL ESPAÑOL.
Eso sí, el té verde no es el único repleto de antioxidantes y podemos alternar su consumo con otros igual de saludables. En concreto, el té blanco proviene de la misma planta, la Camelia sinensis, pero su particular elaboración le da un sabor diferente con respecto al té verde y también algunas propiedades diferentes. La principal diferencia es que las hojas y los brotes de esta planta se recolectan para elaborar este té cuando todavía no se han abierto del todo y conservan una pelusilla blanca, que es lo que da nombre a este té.
Más antioxidantes
Pero, además, el té blanco es el que menos se procesa de todos y, por eso, se dice que también es el que más antioxidantes conserva. De todas formas, el té blanco todavía es un gran desconocido en España y en muchos países occidentales y, por eso, existen pocos estudios sobre sus efectos en la salud. Prepararlo es muy sencillo, sólo hay que infusionar este té con agua caliente, no hirviendo, —entre los 75ºC y los 85ºC— para no arruinar su sabor. Se puede encontrar tanto en bolsitas como en hojas, el más selecto es el que recibe el nombre de silver needles, es decir, agujas de plata.
Las tiendas de té suelen promocionarlo como un producto para la belleza y esto se debe a que se ha relacionado con un posible efecto beneficioso en la piel. El secreto puede encontrarse en el alto contenido en polifenoles que tiene esta bebida: "Muchos estudios han descubierto que los polifenoles, que están en el té blanco, pueden suprimir varios componentes celulares que pueden dañar la red de fibra que ayuda a la piel a estar firme", explica este post del portal norteamericano Healthline.
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En concreto, los polifenoles son moléculas propias de los vegetales que protegen a las células del cuerpo del daño producido por los radicales libres. El exceso de estos radicales en nuestro organismo se ha relacionado con el envejecimiento, la inflamación crónica, un sistema inmune más débil y algunas enfermedades. Los EGCG que contiene el té verde son, igualmente, un tipo de polifenoles. Debido a que ambos tés provienen de la misma planta, el té blanco también contiene este antioxidante tan valorado.
Beneficios
Estos polifenoles también son la razón por la que el té blanco se ha asociado con un posible beneficio contra las enfermedades cardiovasculares e, incluso, el alzhéimer. Healthline explica que las enfermedades del corazón están muy relacionadas con la inflamación crónica y, por tanto, estas moléculas con función antioxidante pueden ser muy útiles. Los polifenoles también se han relacionado con una reducción del colesterol malo, el LDL. Además, el EGCG podría prevenir la aparición del alzhéimer e, incluso, el párkinson.
Healthline también asocia el consumo de té blanco a cierta protección frente al cáncer de colon: "Hay estudios que han descubierto que el extracto de té blanco suprime el crecimiento de las células cancerígenas del colon y frenan su expansión. Los antioxidantes del extracto de té blanco también protegen a las células sanas del daño de las moléculas dañinas". Los altos niveles de polifenoles de este té también reducen el riesgo de padecer diabetes y también pueden llegar a prevenir la aparición de la osteoporosis.
La combinación de fluoruros, catequinas y taninos también hacen que el té blanco sea ideal para fortalecer los dientes: estas sustancias reducen el riesgo de caries y pueden inhibir el crecimiento de la placa. Por último, el té blanco también puede ayudar a perder peso. Esto se debe a que el único que ha probado este efecto es el té verde y, aunque no se han realizado muchos estudios con la variedad blanca, ambos proceden de la misma planta y tienen propiedades similares.
Los tés, por lo tanto, son buenos aliados en la salud, pero debemos tener en cuenta algunos aspectos. El primero es que si nuestra dieta general no es saludable, el té no podrá hacer demasiado por nosotros. Tampoco, por supuesto, si fumamos, somos sedentarios o dormimos pocas horas: abandonar estos malos hábitos siempre reportará más beneficios a la salud. En cualquier caso, tomar una taza de té sólo puede añadir beneficios a nuestra dieta.