Algunos dirán que la señal inequívoca de que el otoño ha llegado es la caída de las hojas o el cambio en el color de éstas. Para otros, la llegada de esta estación se siente en especial en el mercado, con la llegada de esos vegetales redondos, naranjas y muy dulces. Y no, no me refiero ni a las mandarinas, ni a las calabazas. ¡Suficiente se ha hablado ya de ellas en estas semanas! Sino a una fruta muy diferente, pero que responde igualmente a esos tres adjetivos. Es el caqui, que, aunque lleva años entre nosotros, todavía a algunos nos resulta extraño.
Concretamente, el caqui desembarcó en España hace unos 150 años, tal y como se puede observar en este documento del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). Pero, ¿de dónde venía? Se cultiva desde hace siglos en China y en Japón, pero su nombre procede de este último país, donde se escribe kaki. De hecho, en este país sigue teniendo mucha importancia y existe todo un ritual en el que se secan colgados de un cordel. El resultado es algo parecido a los orejones y recibe el nombre de hoshigaki.
Eso sí, aunque no lo creamos, el caqui también se ha convertido en una fruta tradicional en España y, de hecho, contamos con una Denominación de Origen Protegida (DOP). Esta es la Ribera del Xúquer, que está en la Comunidad Valenciana y es la zona de España donde se producen más caquis, aportando casi el 90% de la cosecha. Si bien hace unos años se nombró al caqui como el oro rojo en esta zona por su alta rentabilidad, en los últimos años se han ido perdiendo hectáreas de cultivo por un descenso en este parámetro.
De astringente a dulce
Los caquis a los que estamos acostumbrados a comer en España durante el otoño son un bocado muy dulce, pero esto se debe a que han terminado de madurar. Cuando todavía están inmaduros, los caquis son astringentes, lo que quiere decir que provocan una sensación en la lengua que se encuentra entre la sequedad y el amargor. Esto se debe a que, en ese momento, tienen un alto contenido en taninos. Unos compuestos fenólicos que también se encuentran con facilidad en las castañas crudas y que son efectivos con la diarrea.
Los taninos, que según el documento del MAPA también son antibacterianos, cicatrizantes y reducen el colesterol, se van reduciendo a medida que el caqui madura. De hecho, en ese documento se explica que el caqui "una vez que ha madurado se vuelve ligeramente laxante". De todas formas, este no es el rasgo más característico de los caquis, sino su sabor dulce. Esto se debe, lógicamente, a que contiene una alta proporción de azúcares en forma de glucosa y de fructosa. Es una de las frutas que más azúcar contiene.
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Hasta el 16% de un caqui está formado por azúcares y, aunque pueda parecer poco, hay que tener en cuenta que algo más del 80% de ellos están formados por agua. En cualquier caso, todavía se encuentra por debajo de la chirimoya y el plátano que, con un 20% de su composición formada por azúcares, son las frutas con más hidratos de carbono que existen. A pesar de que el azúcar ha acumulado mala fama en los últimos años, la que contienen los caquis no representa un problema para la salud, mientras no se tome a través de un zumo.
Una ayuda contra el colesterol
Si bien el contenido de proteínas y de grasas de los caquis no es relevante, porque ninguno de los dos nutrientes llega a representar un 1%, sí que tienen una importante proporción de fibra y de micronutrientes. En cuanto a la fibra, el caqui contiene pectina y mucílagos, que son los responsables de la textura suave de su pulpa porque son capaces de retener el agua. Cuando los incorporamos a través de la dieta, estos componentes tienen la capacidad de mejorar nuestro tránsito intestinal, pero también de atrapar el exceso de colesterol en este órgano.
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Gracias a este proceso, el caqui contribuye a que desciendan los niveles de colesterol en sangre de quienes lo consumen. De hecho, el documento del MAPA explica que "estudios en animales de experimentación han demostrado que el caqui mejora el perfil lipídico de ratas con altos niveles de colesterol, ejerciendo un efecto hipolipémico y antioxidante (ayudan a prevenir la arteriosclerosis)". Sin embargo, este efecto no sólo se ha asociado al contenido de fibra, sino también a los taninos y a un último compuesto fundamental.
Los caquis también son ricos en el contenido de provitamina A y, en especial, de beta carotenos. Un sólo caqui mediano es capaz de aportar el 30% de la cantidad diaria recomendada de esta vitamina que tiene un efecto antioxidante: "evitan el envejecimiento celular, previenen la arteriosclerosis y actúan como preventivos frente al cáncer", explica el MAPA. En conclusión, los caquis son una fruta dulcísima, saludable e, incluso, con beneficios para la salud del corazón. Empezaron a aparecer por el supermercado en el mes de octubre y lo habitual es que los tengamos hasta marzo.