Aunque no seamos expertos en nutrición, seguramente podríamos decir de carrerilla una decena de productos insanos que no deberíamos incluir en nuestra lista de la compra. Sabemos que podremos abusar de frutas y verduras, que hay que incorporar proteína de calidad, y que los granos integrales tampoco deberían faltar. Pero también reconocemos que las bebidas azucaradas, los platos precocinados o la bollería industrial son opciones condenadas al destierro.
Lo difícil llega cuando damos por supuesto que algunos alimentos son sanos cuando ciertamente no lo son. Una simple barra de pan o unas lonchas de pavo ocultan un riesgo para nuestro organismo: favorecen la inflamación. Este proceso fisiológico es una reacción que se produce cuando el cuerpo trata de defenderse de agresiones o de lo que considera una agresión.
Esta respuesta natural supone un problema cuando la hinchazón es continuada en el tiempo y ocurre también a nivel celular, un extremo que puede favorecer la aparición de enfermedades. La diabetes tipo 2, la obesidad, problemas cardiovasculares o patologías degenerativas como el alzhéimer son algunas de ellas, pero también el síndrome metabólico, señalan desde la Universidad de Harvard.
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Una dieta descuidada tiene la capacidad de promover la inflamación hasta que notemos hinchazón. Pero ése es solo un síntoma: un estudio publicado por la revista médica JAMA Oncology relaciona varios alimentos inflamatorios con un aumento de sufrir cáncer de colon.
Los cuatro "altamente inflamatorios"
Los alimentos ultraprocesados y refinados, que eliminan parte de los beneficios que traen de base, son especialmente inflamatorios. El nutricionista Carlos Ríos ha señalado cuatro de ellos que se consumen a diario en los supermercados de España y que "son altamente inflamatorios". Dejar de consumirlos, afirma, hará que notemos "beneficios inmediatos", valora en experto en uno de sus últimos vídeos de Instagram.
Señala en primer lugar a las "carnes ultraprocesadas", que puede ser el jamón cocido o esa pechuga de pavo que del ave tiene únicamente el nombre. "Llevan almidones, azúcares y, sobre todo, nitritos", enumera Ríos. Estos últimos, "en ausencia de antioxidantes, se transforman en nitrosaminas que son altamente inflamatorias para nuestro colon y por eso aumenta el riesgo de cáncer".
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El segundo lugar lo ocupa el pan blanco, , un alimento elaborado con harinas refinadas a las que muchos nutricionistas apodan "veneno blanco". "La calidad pésima de estas harinas refinadas y su corta fermentación hace que sean muy indigestas y que te sientas hinchado", reitera Ríos, advirtiendo sobre un aumento del riesgo "de obesidad y diabetes tipo 2, puesto que tienen un índice glucémico y una carga glucémica muy alta".
En tercer lugar, Ríos alerta sobre la mayonesa preparada y otras salsas por el estilo. "Están cargadas de aceites vegetales refinados", avisa. La que sostiene contiene "aceite de soja, que es uno de los más inflamatorios y al consumirlo formará parte de tus membranas celulares y activará la vía de la inflamación".
Finalmente, el nutricionista busca otro de los productos que podría parecernos inocuo: el café soluble. Es un producto que "ha sido sometido a altas temperaturas, generando gran cantidad de acrilamida y también de furanos, unas sustancias que son carcinógenas". Este café, además, "suele ser bastante indigesto a nivel gástrico por su alta acidez", así que lo más recomendable es elegir un café de tueste natural.
Una dieta antiinflamatoria
Revisar la lista de la compra se hace necesario, por lo tanto, para que esta respuesta de nuestro sistema inmune que es la inflamación se reduzca y no correr el riesgo de que se cronifique y ponga en jaque a nuestra salud. Fritos, bollería, carnes procesadas, harinas refinadas, salsas preparadas, bebidas azucaradas, snacks procesados y por supuesto el alcohol son alimentos inflamatorios que deberíamos evitar o consumir esporádicamente.
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Sin embargo, no podemos olvidarnos de aquellos alimentos que nos producen el evento contrario: los antiinflamatorios. Suelen ser aquellos antioxidantes, ricos en polifenoles, que básicamente componen habitualmente cualquier dieta saludable. Frutas, verduras, frutos secos, granos integrales, pescados y aceite de oliva virgen extra son los pilares de un menú antiinflamatorio.