El primer interesado en que comamos mejor es nuestro corazón. Si los malos hábitos de alimentación se repiten año tras año, se va construyendo poco a poco el escenario ideal para que aparezcan enfermedades crónicas en nuestro sistema circulatorio. Los alimentos que tomamos pueden aumentar o reducir nuestra tensión arterial o nuestros niveles de colesterol en sangre. No podemos olvidar que las enfermedades cardiovasculares siguen siendo las que más matan a los españoles, pero, por suerte, podemos hacer cosas para evitarlas.
Mejorar nuestro hábitos es, sin duda, una de las más eficaces: reducen en gran medida el riesgo de padecer enfermedades, nos hacen sentir mejor y, además, podemos empezar en cualquier momento. En este sentido, practicar la dieta mediterránea y hacer ejercicio con regularidad puede mantener alejados los principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares: la hipertensión, la hipercolesterolemia o la diabetes, entre otros. Comer alimentos más saludables permite apartar poco a poco los que nos perjudican.
Muchos de los alimentos que hemos tomado toda la vida y algunos que se anuncian como saludables, pueden ser, en realidad, malos para nuestra salud. Para nosotros pueden ser más complicados de identificar, pero los cardiólogos son muy conscientes de ellos y, por eso, los mantienen alejados de su dieta. En The Healthy, una publicación de Reader’s Digest, han preguntado al cardiólogo del Hospital Memorial Hermann en Estados Unidos, Long Cao, cuáles son esos alimentos que prefiere evitar a toda costa para no enfermar.
Congelados, envasados y procesados
Los productos del supermercado que permiten preparar la cena en pocos minutos se han hecho muy populares con los años. Lasañas, pizzas, fabadas… Todos estos alimentos que tanto nos gustan se pueden encontrar en el supermercado en formatos muy sencillos de preparar y, encima, quedan deliciosos. El problema es que, en la búsqueda de un producto muy apetecible, la industria alimentaria no escatima en productos que mejoran el sabor y la textura de estos alimentos, pero los vuelve menos saludables.
En concreto, estos productos pueden pecar de tener un exceso de sal, que está relacionado con un mayor riesgo de padecer hipertensión. También grasas de menor calidad que el aceite de oliva y, por tanto, con más ácidos grasos saturados que pueden favorecer la hipercolesterolemia. En cualquier caso, existen productos ultracongelados y en conserva en el supermercado que pueden ser muy saludables, todo depende de la lista de ingredientes. Los botes de legumbres cocidas o las verduras ultracongeladas son buenísimas opciones.
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Bebidas en lata
Cuando aparecieron los refrescos light todos pensamos que habíamos encontrado solución al supuesto único problema que tenían estas bebidas: la capacidad de hacernos engordar. Sin embargo, en los últimos años los expertos han denunciado que ese no es su único problema, sino que se trata de bebidas con un alto índice glucémico. Es decir, que después de beber una de estas latas, la glucosa en sangre se dispara en un corto espacio de tiempo. Aumentan el riesgo de diabetes tipo 2 y pueden hacer que volvamos a sentir hambre antes.
Por supuesto, los refrescos azucarados también provocan el aumento de peso y, a su vez, la obesidad es otro factor de riesgo de la enfermedad cardiovascular. Los refrescos con edulcorantes artificiales que no tienen calorías tampoco se consideran saludables, existen algunas dudas sobre los efectos de estas sustancias en la microbiota y, además, nos acostumbran a sabores extremadamente dulces y evitamos consumir otros alimentos saludables como la fruta y la verdura. Cao también cita a las latas de cervezas, repletas de calorías vacías.
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Carne procesada y encurtidos
Por último, Cao señala a los embutidos, las carnes desecadas y los productos encurtidos por cumplir todos ellos con la misma característica: suelen tener un exceso de sal. Este ingrediente lleva sodio y esta molécula en exceso es capaz de provocar que aumente nuestra tensión arterial. De todas formas, las carnes procesadas no sólo se han relacionado con un efecto negativo en la tensión arterial, sino que se han situado en el punto de mira de los sanitarios en los últimos años.
Esto se debe a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a estos productos como cancerígenos. En concreto, las carnes procesadas pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer colorrectal. Estas carnes son aquellas que pasan por procesos como la salazón, el secado o el ahumado para potenciar su sabor. Es decir, que los embutidos más populares en España como el chorizo, el salchichón e, incluso, el jamón serrano se consideran parte de este grupo de alimentos.