Aún bien entrados en el siglo XXI, los mitos sobre nutrición siguen campando a sus anchas e incluso se multiplican gracias a Internet. Entre estas creencias con escasa o nula evidencia científica se encuentra la recomendación de tomar un vaso de agua con limón en ayunas.
Los supuestos motivos por los que se recomienda esta práctica van desde la aceleración de la quema de grasa hasta los efectos antiinflamatorios y de prevención de enfermedades crónicas. Como hemos comentado en más de una ocasión, cuando algo es demasiado barato, fácil o incluso "milagroso", deberíamos desconfiar.
Se ha llegado a decir que el agua con limón reduce el riesgo de infecciones urinarias, "desintoxica" el intestino o que incluso puede prevenir el cáncer. Si hubiese algún brebaje de cualquier tipo capaz de hacer todo esto, muy probablemente estaría patentado y alguna empresa farmacéutica lo vendería a precio de oro. No quiero desilusionar a nadie, pero las cosas no son tan fáciles.
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Con el tiempo, el mito no solo no se ha frenado, sino que ha ido extendiéndose gracias a las celebrities y el boca a oreja. Sin embargo, a largo plazo, este simple brebaje no produce beneficio alguno. Es posible que quienes tomen este vaso de agua con limón adelgacen, pero se deberá al hecho de asociar otros cambios en su estilo de vida.
La realidad es que el vaso de agua con limón de primera hora colaborará poco por sí solo en la pérdida de peso. Ninguna guía de salud recomienda este consumo simplemente porque no existe evidencia científica de los presuntos efectos beneficiosos que se le suelen atribuir.
Qué nos aporta realmente
Por otra parte, el agua con limón sí posee ciertos beneficios, pero más mundanos y realistas que ser un "potente quemagrasas" o "prevenir el cáncer". Uno de estos beneficios es su potencial para mejorar la hidratación. Recordemos que entre el 50-70% de nuestro organismo, según la edad, es agua. En este sentido, el vaso diario con el limón para hacerlo más apetecible de forma natural puede mejorar la adherencia de las personas que no beben lo suficiente durante el día.
Por otro lado, el agua con limón es fuente de vitamina C. Hasta hace unas décadas, la falta de esta vitamina todavía provocaba escorbuto. En un vaso de agua con limón encontramos 18 mg de vitamina C; no es demasiado, pero algo es algo. De hecho, es mucho más fácil alcanzar las necesidades recomendadas de 75-90 mg mediante alimentos como el pimiento rojo (127 mg de vitamina C por cada 100), kiwi (90 mg por cada 100 g) o la naranja (53 mg por cada 100 g).
Además, existe cierta evidencia de que la vitamina C o ácido ascórbico y los flavonoides de los cítricos colaboran en la salud de la piel, al contribuir a la formación de colágeno. De hecho, existen estudios que sugieren que los zumos de cítricos, como naranja o limón, previenen los efectos dañinos del envejecimiento de la piel. De nuevo, el vaso de agua supondría una alternativa más a tener en cuenta, dada su pequeña contribución.
Por su parte, aunque la evidencia científica es escasa, algunos trabajos llevados a cabo en ratones sugerirían que el consumo de bebidas ricas en polifenoles del limón pueden retrasar el envejecimiento intestinal. Los defensores de esta simple bebida suelen sugerir que ayuda a mejorar las digestiones, pero actualmente no existen estudios en humanos que lo corroboren.
Finalmente, aunque el agua con limón no ha demostrado prevenir las infecciones urinarias, se sabe que el ácido cítrico del limón sí colabora en prevenir la formación de cálculos o piedras en el riñón cuando estas son de oxalato cálcico. Además, una correcta hidratación general ha demostrado reducir el riesgo de sufrir estas piedras. Y de nuevo, el ácido cítrico también podemos encontrarlo en otras frutas como la mandarina, naranja o pomelo.