El consumo de pescado es relativamente habitual en países como España, en donde se puede consumir diversas especies a un precio relativamente asequible. Cada español consume alrededor de 18 kg de pescado al año, pero por otro lado, cada vez se consume menos pescado fresco en nuestro país.Y aunque el pescado congelado al natural puede ser perfectamente apropiado, otros productos procesados como 'palitos' y rebozados no lo son.

Sin embargo, la evidencia científica no hace más que animarnos a su consumo. Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por el Dr. Chinatsu Kasahara, el profesor Takashi Tamura y el profesor Kenji Wakai de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nagoya, en Japón, apunta a que el consumo de pescados pequeños se asocia con una menor mortalidad por cualquier causa, y un menor riesgo de cáncer.

¿El truco? El pescado debe comerse entero y no solo su carne como se suele hacer en España, según los hallazgos publicados en la revista Public Health Nutrition.

Los beneficios de los pescados pequeños

La gastronomía japonesa incluye muchos peces de pequeño tamaño como el capelán del Atlántico, el eperlano japonés y las sardinas secas. Lo más destacable es que los suelen consumir enteros, incluyendo cabeza, espinas y órganos. Estas partes de su anatomía son ricas en vitamina A y calcio entre otros nutrientes. Recordemos que la mayor cantidad de calcio de pescados como las sardinas o los arenques se encuentra precisamente en sus espinas, las cuales son comestibles.

"En estudios previos ya se habría sugerido un efecto protector del consumo del pescado sobre la salud, incluyendo una reducción de la mortalidad", explica el Dr. Kasahara, autor principal del estudio. "Sin embargo, pocos estudios se han centrado en los efectos específicos sobre la salud del consumo de pescado pequeño. Me interesó este tema porque tengo la costumbre de comerlos desde la infancia, y ahora se los doy a mis hijos".

La evidencia científica sugiere que sustituir la carne roja y procesada por el consumo de pescados azules como arenque, sardina y anchoa reduciría la mortalidad mundial hasta en 750.000 personas. En este caso, Kasahara y sus colegas analizaron la posible asociación entre la ingesta de pescados pequeños y el riesgo de mortalidad en la población japonesa.

Se incluyeron 80.802 participantes (34.555 hombres y 46.247 mujeres) de entre 35 y 69 años de todo el país. Se evaluó su ingesta de pescados pequeños mediante un cuestionario de frecuencia alimentaria al inicio del estudio, y se siguió a los participantes durante una media de nueve años, durante los cuales se registraron 2.482 muertes, el 60% (1.495 muertes) relacionadas con el cáncer.

Según los hallazgos del estudio, se comprobó una reducción significativa de la mortalidad por cualquier causa, y por cáncer en particular en mujeres que comían pescados pequeños habitualmente. "Si bien nuestros hallazgos se realizaron solo con la población japonesa, sería importante realizar estudios entre otras nacionalidades", apunta Kasahara.

"Los peces pequeños son fáciles de comer y es posible comerlos enteros, incluyendo cabeza, huesos y órganos. Los nutrientes y sustancias fisiológicamente activas exclusivas de los peces pequeños podrían contribuir a mantener una buena salud. La relación inversa el consumo de peces pequeños y la mortalidad subraya la importancia de estos alimentos en la dieta general", concluye el investigador.