En España, el consumo de pan ha disminuido notablemente en las últimas décadas. Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Pesca, en el año 2000 el consumo medio de pan por persona era de 50 kilos anuales, mientras que en 2022 se redujo hasta algo más de 27 kilos. A pesar de esta significativa caída, España sigue siendo uno de los mayores consumidores de pan diario en Europa, con el 75% de los españoles que prefiere el pan blanco por encima de cualesquiera otras opciones.
El pan blanco se elabora principalmente con harina de trigo refinada, agua, levadura y sal. En los panes industriales, como el pan de molde, se añaden azúcares y grasas para mejorar la textura, sabor y conservación, lo que disminuye su valor nutricional. La harina de trigo refinada se obtiene eliminando la mayor parte del salvado y el germen del trigo, dejando solo el endospermo. Esto significa que el pan blanco carece de muchos nutrientes presentes en el pan integral.
En los últimos tiempos, muchos médicos y nutricionistas han advertido contra el consumo excesivo de pan. Es el caso de la Dra. Shilpa Grover, directora del programa de onco-gastroenterología de la división de gastroenterología del Hospital Brigham and Women's, que advierte sobre los peligros de los granos refinados para nuestra salud intestinal y su posible conexión con el cáncer de estómago.
"Los estudios que han evaluado los patrones alimentarios han demostrado claramente que una ingesta elevada de carne roja y procesada y de cereales refinados se asocia con un mayor riesgo de bolsas inflamatorias en el tracto digestivo denominadas diverticulitis", afirmó en declaraciones recogidas por Huffpost. "Es probable que las mismas dietas recomendadas para reducir el riesgo de enfermedades como la diabetes, la enfermedad coronaria y el cáncer, incluido el cáncer colorrectal, también reduzcan el riesgo de diverticulitis".
La diverticulitis es una inflamación o infección de los divertículos, que son pequeñas bolsas o sacos que se forman en la pared del colon. Estas bolsas, denominadas divertículos, son más comunes en personas mayores de 40 años y a menudo se desarrollan en la parte inferior del colon. La presencia de divertículos en el colon se llama diverticulosis, una condición que generalmente es asintomática. Sin embargo, cuando uno o más de estos divertículos se inflaman o infectan, la condición se denomina diverticulitis.
En cambio, sí apunta a otros alimentos que, contrariamente a muchas creencias populares, no están asociados con un mayor riesgo de diverticulosis ni con complicaciones como las hemorragias, como los frutos secos, el maíz y las palomitas de maíz. Estos hallazgos sugieren que no todos los alimentos comúnmente considerados como "difíciles de digerir" son perjudiciales para la salud intestinal.
Como comer azúcar
En términos similares se pronuncian otros especialistas. Entre ellos, se encuentra el español Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarrano de los autores del Predimed, el estudio más ambicioso que se ha hecho sobre la dieta mediterránea en España.
“En España tenemos un problema con el pan blanco. Y no me refiero sólo al pan de molde, sino a la barra normal. Lo comemos en exceso. Ingerimos pan blanco a diario, para ayudarnos a comer, en bocadillos, para acompañar al trocito de jamón en pizcas… Picamos compulsivamente los picos y regañás que nos sirven en algunos restaurantes en una cesta mientras nos traen el primer plato. ¡Hasta comemos macarrones con pan! Nos han acostumbrado desde pequeños", explicó en declaraciones a El Español.
La culpable de esta mala fama es, cómo no, la harina refinada, un ingrediente que ha sido despojado de todas las propiedades que posee el grano entero del trigo, utilizado para elaborar variedades integrales de pan. Para la elaboración de estas harinas se utiliza principalmente el endospermo, la parte del grano que contiene almidón, que al mezclarse con la saliva se convierte en azúcar. “Es como si comiéramos azúcar", advierte.
Opciones más saludables
La harina refinada se encuentra en muchos productos cotidianos como masas, pasta y bollería. La ciencia ha demostrado su vínculo con enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad e incluso cáncer. Sin embargo, hay algunas buenas noticias para los amantes del pan: no todas las harinas son iguales y existen alternativas más saludables.
El pan integral, con al menos un 80% de harina integral, es más recomendable. Ofrece una digestión más compleja y es más nutritivo gracias a su alto contenido de fibra, vitaminas y minerales, lo que ayuda a controlar el azúcar en sangre y proporciona mayor saciedad. Además, si se elabora con masa madre en vez de levadura química, sus beneficios para la salud aumentan.
Otra opción es elegir panes que sustituyan los ingredientes tradicionales por alternativas más saludables, como los elaborados con harina de legumbres. Estos panes conservan su valor nutricional esencial y ofrecen una alternativa más saludable y funcional al pan de trigo refinado