El uso de aceite reciclado para cocinar es una práctica común en muchas cocinas domésticas y comerciales por una razón principal, el dinero, y con los productos del supermercado cada vez más caros, la gente ahorra donde puede. Sin embargo, los peligros asociados con esta práctica son significativos y están bien documentados en la literatura científica.
Uno de los principales riesgos es la formación de compuestos tóxicos durante el proceso de recalentamiento. Cuando los aceites se calientan repetidamente a altas temperaturas, pueden generar compuestos como las acrilamidas y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), ambos asociados con un aumento en el riesgo de cáncer. Según un estudio publicado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry, estos compuestos pueden tener efectos mutagénicos y carcinogénicos graves en el organismo humano.
Otro aspecto preocupante es la generación de aldehídos tóxicos, como el 4-hidroxinonenal (4-HNE) y la acroleína, que son subproductos de la degradación térmica de los ácidos grasos en los aceites vegetales. Estos aldehídos son altamente reactivos y pueden interactuar con las proteínas, el ADN y otros componentes celulares, causando daño oxidativo y estrés celular.
De hecho, un estudio publicado en Chemical Research in Toxicology destaca que la exposición crónica a estos aldehídos puede estar relacionada con enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson.
La salud cardiovascular, comprometida
La reutilización del aceite también afecta negativamente a la composición nutricional del mismo. Estos contienen ácidos grasos esenciales y antioxidantes que se degradan con el calor y la exposición al oxígeno. Esta degradación no solo reduce el valor nutricional de este alimento, sino que también contribuye a la formación de productos de oxidación lipídica, que son perjudiciales para la salud del corazón. En Food Chemistry una investigación explica que los productos de oxidación lipídica pueden inducir inflamación crónica y están implicados en la patogénesis de enfermedades cardiovasculares y metabólicas.
Además, la salud cardiovascular puede verse comprometida por el consumo regular de este aceite de segunda y tercera mano. Los estudios indican que la repetida exposición a productos de oxidación lipídica puede inducir disfunción endotelial, una condición precursora de la aterosclerosis, tal y como detallan en Atherosclerosis. El estudio referenciado encontró que los individuos que consumen regularmente alimentos fritos en aceite reutilizado tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares en comparación con aquellos que consumen alimentos fritos en fresco.
El riesgo microbiológico también es un factor crítico de esta práctica. Durante el almacenamiento, el aceite usado puede contaminarse con microorganismos, incluyendo bacterias patógenas. Si está almacenado en condiciones inadecuadas puede servir como medio de cultivo para bacterias como Staphylococcus aureus y Salmonella spp., aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por los alimentos.
Riesgo de disfunción hepática
Por si fuera poco, el consumo de alimentos fritos en aceite reutilizado representa un riesgo significativo para la salud hepática debido a la formación de compuestos tóxicos durante el proceso de calentamiento repetido del mismo. El hígado, como principal órgano de desintoxicación del cuerpo, se ve obligado a metabolizar estos compuestos perjudiciales, lo que puede llevar a una sobrecarga hepática y daño celular.
La ingesta de aceites oxidados puede inducir estrés oxidativo en el hígado, causando daño a las células hepáticas y alterando su función normal. Esta disfunción hepática puede manifestarse en formas de enfermedades como la esteatosis hepática no alcohólica y la fibrosis hepática.
También puede inducir una serie de efectos adversos en el hígado debido a la formación de compuestos tóxicos durante el recalentamiento. Los aceites calentados repetidamente producen aldehídos reactivos como el 4-hidroxinonenal (4-HNE), que se ha demostrado que causan estrés oxidativo y daño celular en el hígado. Un estudio publicado en Free Radical Biology and Medicine muestra que la exposición a 4-HNE puede inducir apoptosis en células hepáticas, comprometiendo su función y aumentando el riesgo de enfermedades hepáticas.
Además, los productos de oxidación lipídica generados en aceites reciclados, como los hidroperóxidos y los aldehídos, pueden desencadenar una respuesta inflamatoria en el hígado. Esta inflamación crónica puede conducir a la hepatotoxicidad, lo cual está documentado en diversas investigaciones publicadas en el Journal of Hepatology. Dichos estudios sugieren que la exposición prolongada a compuestos derivados de estos líquidos degradados puede incrementar la susceptibilidad a desarrollar hepatitis tóxica y cáncer hepático, debido a los efectos mutagénicos y promotores de tumor de estos compuestos.
Peligro para los riñones
El impacto del consumo de aceite reutilizado en los riñones es igualmente preocupante. Estos son responsables de filtrar y eliminar toxinas del cuerpo, y la exposición a productos de oxidación lipídica y compuestos tóxicos puede comprometer su función. De hecho, un estudio en Toxicology Letters reveló que la exposición a compuestos como la acroleína y el 4-hidroxinonenal puede causar daño renal, manifestado en inflamación, fibrosis y alteraciones en la función de filtración glomerular. La acumulación de estos compuestos tóxicos puede inducir nefrotoxicidad, contribuyendo a la aparición de enfermedades renales crónicas.
Incluso la interacción de los tóxicos generados en aceites reutilizados con el tejido renal puede exacerbar el daño oxidativo y el estrés celular en los riñones. Un artículo publicado en el American Journal of Physiology-Renal Physiology destacó que los productos de oxidación lipídica pueden inducir apoptosis en células renales, comprometiendo la capacidad del riñón para mantener el equilibrio homeostático de fluidos y electrolitos. Esta disfunción renal puede manifestarse en formas de enfermedades renales agudas y crónicas, elevando el riesgo de fallo renal a largo plazo.
El organismo todavía se puede ver más afectado por este tipo de aceite. Por ejemplo, el sistema inmunológico también puede verse afectado. Los compuestos tóxicos generados durante la reutilización pueden actuar como inmunotoxinas, alterando la respuesta inmune del cuerpo y aumentando la susceptibilidad a infecciones, tal y como destaca una investigación que subraya cómo puede comprometer la capacidad del organismo para combatir infecciones. Incluso puede afectar al cerebro, aumentando el riesgo de trastornos mentales como la depresión y la ansiedad.