El calabacín ha ganado un lugar destacado en las mesas y los campos de España. Este fruto de la familia Cucurbitaceae, oriundo del Nuevo Mundo, donde recibe diferentes nombres, como zapallo, zapallitos o zucchini, y traído a Europa por exploradores españoles y portugueses, se ha convertido en un ingrediente esencial en la cocina mediterránea y un motor importante en la agricultura española.

España se erige como uno de los líderes europeos en la producción de calabacín, más de 5.000 millones de toneladas anuales, con regiones como Andalucía, Murcia y la Comunidad Valenciana a la cabeza. Estas zonas, favorecidas por climas cálidos y soleados, permiten cosechas abundantes y de alta calidad. Gracias a la innovación agrícola, la producción en invernaderos asegura una oferta constante durante todo el año, no solo para el mercado local, sino también para la exportación.

Agua, fibra y pocas calorías

Además de ser valorado por su sabor y versatilidad, el calabacín destaca por sus beneficios nutricionales. Según la Fundación Española de Nutrición, es una de las hortalizas con menor contenido calórico, con 14 calorías por cada 100 g. Aunque pertenece a la misma familia botánica que la calabaza, presenta diferencias notables en su composición. Por un lado, contiene un mayor proporción de agua; por otro, la calabaza le supera en el contenido de betacarotenos.

El calabacín, con su riqueza en fibra y bajo contenido calórico, es una excelente opción para promover una digestión saludable y controlar el peso. Su incorporación en la dieta diaria no solo proporciona beneficios nutricionales, sino que también enriquece los platos con variedad y sabor, convirtiéndolo en un aliado valioso para una alimentación equilibrada.

Además de estos beneficios, el calabacín es una importante fuente de vitaminas A, C y K, así como de minerales esenciales como potasio y magnesio. Su alto contenido en agua contribuye a mantener una adecuada hidratación, especialmente en los cálidos meses de verano. Este perfil nutricional hace del calabacín una opción ideal para quienes desean mantener una dieta saludable y equilibrada durante todo el año.

Ideal para verano

El calabacín destaca por sus múltiples beneficios nutricionales, especialmente adecuados para el verano. Con su alto contenido en agua, que supera el 90%, es un alimento refrescante y rehidratante, ideal para combatir las altas temperaturas y mantener el cuerpo bien hidratado. Durante los meses más calurosos, cuando la pérdida de líquidos a través del sudor aumenta, la hidratación se vuelve crucial para mantener el equilibrio del cuerpo.

Además de su contenido en agua, el calabacín es una excelente fuente de electrolitos como el potasio, que ayudan a mantener el equilibrio de líquidos en el cuerpo y prevenir la deshidratación. El potasio es esencial para la función muscular y nerviosa, y su consumo adecuado es especialmente importante durante el verano, cuando el sudor puede llevar a una pérdida significativa de este mineral.

El calabacín también aporta vitaminas A y C, fundamentales para fortalecer el sistema inmune. La vitamina C, un poderoso antioxidante, protege las células del daño oxidativo y ayuda a mantener la piel sana, algo particularmente relevante en verano debido a la mayor exposición al sol. La vitamina A, por su parte, es crucial para la salud ocular y la piel. Esta vitamina ayuda a proteger la piel del daño causado por el sol y el calor, manteniéndola hidratada y favoreciendo su regeneración.

Versátil en la cocina

La versatilidad culinaria del calabacín permite prepararlo de múltiples formas ligeras y refrescantes, ideales para el verano. Entre las opciones más destacadas se encuentran las ensaladas crudas.

Una deliciosa alternativa es la ensalada de calabacín y tomate, que combina rodajas finas de calabacín crudo con tomates, cebolla roja y un aliño de aceite de oliva, limón y hierbas frescas. Otra opción es el carpaccio de calabacín, que consiste en finas láminas de calabacín aderezadas con aceite de oliva, jugo de limón, sal, pimienta y queso parmesano rallado.

Para quienes prefieren sopas frías, el gazpacho de calabacín es una excelente opción. Esta variante del tradicional gazpacho andaluz se prepara con calabacín, pepino, pimiento verde, ajo, aceite de oliva y vinagre, ofreciendo una opción refrescante y nutritiva.

También se puede optar por una crema fría de calabacín y menta, elaborada con calabacín cocido y enfriado, mezclado con yogur natural y hojas de menta, perfecta para los días más calurosos.

El calabacín a la parrilla es otra forma de disfrutarlo en verano. Rodajas de calabacín asadas a la parrilla y servidas con un toque de aceite de oliva y hierbas frescas constituyen una opción rápida y deliciosa que conserva sus nutrientes. Alternativamente, el calabacín al vapor es simple y saludable, y se puede condimentar con un poco de sal, pimienta y un chorrito de limón.

Una última opción, pero no por ello menos interesante, es la tortilla de calabacín, una variante más ligera de la tradicional tortilla de patatas, hecha con finas rodajas de calabacín y cebolla. Los calabacines rellenos, pequeños y horneados con una mezcla de quinoa, tomates, aceitunas y queso feta, completan el repertorio con una opción sabrosa y nutritiva.