Las suaves temperaturas con que nos recibió el verano de 2024 han quedado ya olvidadas una vez pasado el ecuador de la estación. A pesar de su moderado inicio, las olas de calor de los últimos 15 días han elevado la mortalidad hasta convertirlo en el segundo peor de lo que llevamos de década.
Según los datos del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III, en lo que llevamos de verano se estima ya un exceso de 1.146 muertes atribuibles al calor.
Es la segunda peor cifra desde 2020: el verano de 2022 fue especialmente agresivo y a estas alturas de mes ya calculaba 2.660 defunciones.
Ambas cifras están muy por encima de las estimadas en los veranos de 2020 (873 muertes), 2021 (569 muertes) y 2023 (851 muertes).
Sin embargo, hasta el comienzo de la primera ola de calor el 18 de julio, es decir, durante casi todo el primer mes de la estación, la mortalidad acumulada por las elevadas temperaturas había sido la menor de los años postpandemia.
El sistema MoMo recogía, hasta ese momento, 107 muertes atribuibles al exceso de temperaturas, menos de la mitad del siguiente año más benigno —2021, con 242 muertes— para el mismo periodo.
Ese inicio suave del verano era un espejismo. Julio Díaz, profesor de investigación y codirector de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente del Instituto de Salud Carlos III, ya lo avisaba en EL ESPAÑOL.
"Aemet ya dijo que nos espera un verano más cálido de lo normal. Por tanto, el hecho de que haya empezado más tarde no significa nada... Lo que nos queda va a ser bastante más cálido para compensar junio y prácticamente medio julio".
Ese 'acelerón' ya se ha visto en los primeros días de agosto. El MoMo calcula 366 muertes atribuibles al calor hasta el día 4, una cifra que no se había registrado antes (incluso el año 2022, especialmente dañino, queda por debajo en ese periodo) y que aumentaba un 471% respecto al año anterior.
Hay que recordar que las cifra que da el Momo sino una estimación. No se trata de una revisión de los certificados de defunción por causa de muerte sino de un cálculo que tiene en cuenta la mortalidad esperada y las temperaturas registradas.
También hay que recordar que no se atribuye el calor como causa directa de muerte salvo en casos como golpes de calor y deshidratación.
El grueso de las muertes atribuidas al calor (pues las dos causas anteriores suelen sumar solo uno o dos centenares) se debe a la exacerbación de enfermedades previas, como aquellas del sistema circulatorio, respiratorias o degenerativas.
El triple que los accidentes de tráfico
El aumento de las muertes atribuidas al calor en España ha sido tal en los últimos años que ya supera ampliamente las muertes en carretera. Entre 2015 y 2023 el MoMo calcula un total de 21.800 muertes por altas temperaturas.
Si tenemos en cuenta los meses de buen tiempo (ampliando el verano hasta mayo y septiembre), esa cifra triplica los fallecimientos por accidentes de tráfico: 7.210 en ocho años.
Las muertes por calor también superan ampliamente las muertes en carretera a lo largo del año. En ese mismo periodo 2015-2023 fueron 16.078, un 26% menos que las defunciones atribuidas al calor.
Y esto siendo generosos. "Se minusvalora el riesgo por altas temperaturas", explica a este periódico Dominic Royé, responsable de Ciencia de Datos de la Fundación para la Investigación del Clima (FIC). "Es necesario hacer una buena monitorización de la mortalidad atribuible al calor para poder llevar a cabo medidas de prevención".
Aquí hace acto de presencia MACE (Mortalidad Atribuible en verano por Calor en España), una aplicación desarrollada por Royé junto a Aurelio Tobías (CSIC) y Carmen Íñiguez (Universidad de Valencia) que usa "una metodología estandarizada del estado de arte que se usa en estudios ambientales en la actualidad".
MACE utiliza los datos de mortalidad del MoMo y las temperaturas de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) pero hace un análisis más fino y ajustado a la realidad, sostiene Royé.
Así, las cifras que proporciona esta aplicación llegan a multiplicar por seis las cifras del MoMo. En 2020, MACE calcula 7.937 muertes por calor moderado y 2.761 por calor extremo, mientras que el sistema del Carlos III estimó un total de 1.619.
En 2022, un "año excepcional en términos de calor extremo durante meses", MACE estima 9.726 muertes por calor moderado y 8.133 por calor extremo; el MoMo apuntaba un total de 7.789 fallecimientos.
En este 2024, la aplicación desarrollada por Royé arrojan 1.428 muertes por calor extremo. "Los últimos dos años destacan particularmente con respecto a los años anteriores por la gran mortalidad relacionada con el calor", explica el investigador.
Más muertos por calor que por frío
"Habrá que ver cómo se desarrolla el mes de agosto", pero "los primeros días de agosto ya aportan 276 muertes atribuibles por calor extremo". Que la cifra sea menor que la aportada por el MoMo se debe a "un retraso de 4 días por la llegada actualizada de datos de temperatura observada por Aemet".
A pesar del notable aumento de las muertes por temperaturas elevadas en los últimos años, en España sigue muriéndose más gente por las bajas temperaturas: 3,5 defunciones diarias durante las olas de frío por 3 en las olas de calor.
Esta situación puede cambiar en breve espoleada por el cambio climático: inviernos más suaves reducirán las muertes por frío excesivo y veranos más intensos aumentarán las del calor.
"España es especialmente vulnerable al cambio climático debido a su situación geográfica, su envejecimiento y sus condiciones socioeconómicas", apunta Royé.
Esta 'compensación' del frío por el calor no será un juego de suma cero. "A pesar del descenso de la mortalidad relacionada con el frío debido únicamente al calentamiento [global], el envejecimiento de la población contrarrestará esta tendencia", señala.
"Por ello, instamos a las autoridades sanitarias a desarrollar planes de acción que reduzcan la exposición a las temperaturas no óptimas por calor y frío, mejoren la vigilancia epidemiológica y la atención sanitaria y promuevan la concienciación y la educación de la ciudadanía sobre los riesgos para la salud asociados al clima".