Una buena alimentación es fundamental para poder mantener una salud adecuada y prevenir posibles enfermedades. De hecho, los expertos en nutrición aseguran que seguir una dieta rica en vitaminas, proteínas, fibra y minerales ayuda a mejorar la calidad de vida. Entre las recomendaciones de los expertos se encuentran las verduras, que deberían ser parte de las comidas diarias por su gran aporte de nutrientes esenciales.
Entre todas ellas existe una verdura de hoja verde reconocida por sus beneficios para la salud, destacando su riqueza en vitaminas K, A, E y del complejo B: la acelga. Contiene minerales esenciales como calcio, magnesio, potasio y hierro, así como fibra dietética, lo que la hace beneficiosa para la salud digestiva y preventiva contra el estreñimiento.
Además, la acelga tiene propiedades antiinflamatorias debido a sus antioxidantes, como el betacaroteno, la luteína y la zeaxantina, que contribuyen a reducir la inflamación y son útiles en la prevención de enfermedades como la artrosis y en la protección del corazón. Estudios científicos respaldan su valor saludable, especialmente en la reducción del estrés oxidativo.
Beneficios de la acelga
La acelga es una verdura rica en nutrientes cuyo consumo tiene diferentes beneficios para la salud, comenzando por su contribución a la salud del corazón. Gracias a su contenido en magnesio favorece el mantener un ritmo cardíaco normal, mientras que el potasio ayuda a la regulación de la presión arterial. Además, también contribuye a la mejora de la salud ósea por su contenido en calcio, magnesio y vitamina K, por lo que fortalece los huesos y ayuda a prevenir enfermedades óseas como la osteoporosis.
Por otro lado, esta verdura es uno de los vegetales más recomendados para proteger el cuerpo frente a distintas enfermedades relacionadas con las articulaciones, como es el caso de la artrosis. Por su alto contenido en antioxidantes ayuda a reducir el daño oxidativo en articulaciones y tejidos circundantes, mientras que la vitamina C que contiene ayuda a conservar el tejido óseo y se encarga de proteger las células del cartílago.
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Asimismo, también posee propiedades antioxidantes que ayudan a proteger las células frente a los radicales libres, reduciendo el riesgo de padecer diferentes enfermedades crónicas y mejora la salud ocular, beneficios a los que hay que sumar los derivados de su contenido en fibra dietética, como son la mejora de la digestión y la prevención de estreñimiento.
La acelga también es beneficiosa para aquellas personas que padecen diabetes o están en riesgo de desarrollarla, ya que con su consumo ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre, así como para quienes persiguen un objetivo de adelgazamiento, puesto que, al ser baja en calorías y alta en fibra, puede favorecer la pérdida de peso, en gran parte por su efecto saciante. Además, es recomendable para cualquier persona por su contribución a la buena salud de la piel y la prevención del envejecimiento prematura, motivado por su contenido en vitaminas A y C.
De esta manera, nos encontramos ante una verdura que tiene muchos más beneficios de los que en un principio se pueda pensar, por lo que es altamente recomendado que sea parte de una alimentación saludable y equilibrada.
Cómo cocinar las acelgas
Las acelgas son unas verduras muy infravaloradas a pesar de sus numerosos beneficios para la salud, en gran parte porque en muchas ocasiones no se cocinan como deberían. Para poder entenderlas mejor en la cocina, es necesario saber cómo sacarles el máximo partido.
Se trata de una verdura que es perfecta para hacer platos como arroces, risottos, ensaladas…, siendo aconsejable que cuando se compren, se elijan las más frescas, tersas y brillantes, que no tengan las hojas ennegrecidas y que se mantengan conservadas en la nevera hasta que se vayan a utilizar. Además, las acelgas se pueden congelar, siendo en este caso aconsejable separar primero las hojas de los tallos, para luego blanquear durante un minuto. En este caso, quedarán mucho más blanditas, y son una forma perfecta de utilizarlas rápidamente cuando se necesiten para sopas, currys, potajes…
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Para preparar unas acelgas frescas se deben lavar bien bajo el grifo, para así deshacerse de todos los restos de tierra que puedan tener, además de ser habitual quitar las hebras, unos hilos que se pueden hacer bola al comer y que es mejor dejar de lado.
La forma más común de prepararlas es cocerlas en agua con sal durante varios minutos, para luego escurrirlas y prepararlas según la receta que se quiera elaborar. Sin embargo, para reducir al mínimo la pérdida de los nutrientes, es recomendable poner a cocer únicamente con el agua que se les queda adherida tras el lavado, sin tapar, y removiendo con una cuchara de madera. De esta forma conservan mejor su color y su sabor se intensifica. Al prepararlas de esta forma es aconsejable añadir un chorrito de limón o vinagre de manzana para condimentarlas.
Las posibilidades que nos ofrece esta verdura son múltiples, y van desde poder disfrutarlas crudas en ensalada hasta preparar rollitos o wraps, pasando por las acelgas escaldadas, estofadas, en potajes, rehogadas en sofritos o salteadas al wok. De esta manera, cada persona puede disfrutar de sus beneficios de la manera que más le apetezca y guste.