El accesorio del hogar probablemente más odiado, la báscula, puede tener sus días contados. Al menos, si le preocupa la obesidad como problema de salud y no meramente estético.
El responsable de esta posible jubilación forzosa del peso es un estudio con más de 15.000 participantes que ha arrojado una sorprendente conclusión: estar más delgado no siempre es un seguro de salud y puede, incluso, convertirse en un elemento de riesgo.
Lo cuentan en Annals of Internal Medicine investigadores de la Clínica Mayo en EEUU, que han analizado a toda una cohorte de residentes estadounidenses y la han dividido según su obesidad.
Índice cintura/cadera
Al contrario de lo habitual en este tipo de trabajos, Francisco López-Jiménez y sus colaboradores no se fijaron sólo en el clásico índice de masa corporal (IMC), esa cifra que se obtiene de dividir el peso en kilos por la altura en metros al cuadrado y que clasifica a las personas en cuatro grupos: extremadamente delgados, normales, con sobrepeso u obesos.
En el estudio se midió además otro parámetro, la llamada obesidad central o, en otras palabras, la presencia de grasa en el abdomen o barriga cervecera, según el imaginario popular. Para evaluarla, los investigadores estadounidenses utilizaron una fórmula relativamente nueva: mientras que normalmente se tira de cinta métrica para medir el perímetro de la cintura, en este caso se añadió una calculadora y se optó por el llamado índice cintura/cadera, una fórmula que se obtiene dividiendo el tamaño de la circunferencia de la cintura por el de la cadera.
De esta operación saldrá una cifra; si está entre 0,71 y 0,85 usted estará libre de grasa abdominal si es mujer; si es varón, el margen es mayor: puede oscilar entre 0,78 y 0.94.
La hipótesis confirmada
También al contrario que en otros trabajos, el hallazgo no sorprendió a los autores. De hecho, encontraron lo que buscaban confirmar: que las personas con un IMC normal y obesidad central tendrían un mayor riesgo de mortalidad cardiovascular que aquellos con cualquier otra combinación de ambos parámetros.
Ese aumento no es baladí. En concreto, una persona de peso normal con grasa abdominal tiene el doble de posibilidades de morir por enfermedad cardiovascular que otra clasificada como obesa o con sobrepeso mirando sólo el IMC.
Para Guadalupe Sabio, investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), se trata de un estudio "importante", que confirma algo que ya se había visto en animales. "No es tanto la grasa que almacenas, sino lo bien o mal que la guardas", comenta a EL ESPAÑOL.
Pero ¿por qué los autores evaluaron una hipótesis que podría parecer descabellada en un principio? López-Jiménez explica que ya fue pionero en descubrir el papel de la grasa en personas delgadas, en un estudio que desmintió el mito de la delgadez como seguro de salud.
Los aparatos que miden bien la grasa no están disponibles en la mayoría de los hospitales
El problema, señala el médico, es que medir la grasa es "complicado". "Los aparatos que lo hacen bien no están disponibles en la mayoría de los hospitales y los baratos al alcance de cualquiera (como los que tienen en muchos gimnasios) no son de fiar".
Pero la tesis de los investigadores es que esa grasa extra que mostraba su trabajo previo en personas delgadas era más proclive a acumularse en la zona del abdomen, y esto sí era fácil de medir con el índice cintura/cadera.
¿Qué se puede hacer?
Sabio reconoce que la ciencia aún no ha dado respuesta a la pregunta obvia tras estos resultados: de qué depende esa capacidad de almacenamiento. Sabio comenta que detrás hay una combinación "de hormonas y de alimentación" y que el siguiente paso en el campo de la investigación de la obesidad será "intentar ver qué hacer para lograr acumular la grasa" en un sitio en vez de en otro.
Es precisamente lo que están haciendo los autores del estudio. El autor principal del estudio, López-Jiménez, señala que la evidencia científica "es escasa" en este sentido, aunque hay métodos que podrían ser eficaces para disminuir esta grasa abdominal. En principio, una dieta equilibrada y la recomendación de ejercicio de resistencia (y no el aeróbico, más indicado para la pérdida de peso en general) podría ser una opción.
El médico cree que hay un obstáculo casi psicológico. Cuesta mucho convencer a una persona delgada de que su obesidad central supone un riesgo. "Lo veo en mi consulta, hay cierta autosuficiencia", apunta y señala que la mayoría de sus pacientes delgados pero con tripa corresponde al perfil de personas sedentarias.
Implicaciones prácticas
Pero ¿qué implicaciones prácticas tiene este estudio? Según el editorial que acompaña al mismo en la revista, escrito por un investigador del Instituto Universitario de Cardiología y Neumología de Québec (Canadá), la principal es la jubilación del IMC, al menos como herramienta única. "Evaluar la gordura total con el IMC para identificar a los pacientes con más riesgo cardiovascular es un buen comienzo, pero no es suficiente", concluye Paul Poirier.
En la misma línea se expresa Sabio, que cree que el trabajo servirá, sobre todo, para que los médicos sepan cuáles de sus pacientes tienen más riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares.
"Hasta ahora las personas con un IMC normal no se consideraban objetivo prioritario de las políticas de salud pública; de hecho, las últimas guías solo recomiendan medir la circunferencia de la cintura a las personas obesas o con sobrepeso", señala López-Jiménez.
El investigador cree que sus datos "cambiarán la práctica clínica" porque, además, se trata de una medida "muy simple".
Otra posible consecuencia de su trabajo es una menor utilización del IMC, aunque López-Jiménez cree que seguirá siendo eficaz para personas con una obesidad importante. "El pobre índice es indefendible", bromea, mientras señala que casi cada estudio nuevo para evaluar su eficacia "sale mal". "Hay mucha resistencia en la comunidad científica a mandar el IMC a jubilarse", apunta.
Razones del fenómeno
Los científicos estadounidenses creen que hay varias razones que podrían explicar esta nueva importancia de la grasa abdominal sobre el peso. En primer lugar, una cifra elevada en el índice cintura/cadera se asocia a la acumulación de grasa visceral y a un perfil metabólico adverso, en comparación con el IMC, que mide tanto la masa muscular como la grasa.
En segundo lugar, esa grasa abdominal se asocia con resistencia a la insulina, colesterol alto e inflamación. Además, también está relacionada con un descenso de la masa muscular en las piernas, lo que se conoce como adiposidad sarcopénica. Detrás de este nombre se esconden mayores niveles de glucosa y un riesgo más alto de patología cardiovascular.
Por último, las personas que se definen como con sobrepeso u obesas sólo según el IMC pueden tener mayores cantidades de grasa subcutánea en las caderas y las piernas, lo que implica un perfil metabólico más saludable. Detrás de este dato podría estar la explicación de un más que curioso estudio que, publicado en la revista JAMA, desveló que las personas con sobrepeso tenían mejor supervivencia en general que los delgados.