George Clooney puede estar tranquilo. Su acuerdo de publicidad con Nespresso seguirá en pie después de la publicación en la revista Scientific Reports (del grupo Nature) de un estudio que mezcla en su resumen dos palabras: la denominación de la popular marca suiza y la mucho más inquietante "bacterias".
Pero como aclara a EL ESPAÑOL su principal autor, el investigador de la Universidad de Valencia Manuel Porcar, su hallazgo "no supone un problema de salud pública", pero sí es una observación que puede cambiar las costumbres de los cafeteros que optan por la estética máquina.
La clave no está en las cápsulas ni mucho menos en el café, sino en un pequeño departamento (Porcar lo denomina fiambrerita) en el que se acumulan los envases usados. "Están húmedos porque por ellos ha pasado el agua caliente para hacer café y entre eso y la que se se utiliza para el siguiente, que siempre gotea un poco, se acaba almacenando también una cierta cantidad de líquido", señala Porcar.
Y es aquí donde entra en juego la palabra bacteria. En ese agüilla "que nadie está tan loco como para bebérsela" se acumulan muchos microorganismos, algo que ha sorprendido a los autores "porque la cafeína es un alcaloide y es un compuesto con capacidad antimicrobiana".
En ese "montón" de bacterias identificadas por los valencianos hay algunas especies patógenas, es decir, que podrían causar enfermedad. Por esa razón, advierte el experto, "no está de más practicar una buena higiene en ese parte de la máquina y lavarse las manos cuando uno haya limpiado ese depósito antes de hacer otro café".
Aunque Porcar insiste en que no hay problemas de seguridad "en lo que es el café propiamente dicho", hace una analogía inquietante: "Nadie coloca el frigorífico encima del retrete; no pasaría nada, porque la nevera tiene su puerta, pero todo el mundo lo vería como una guarrada".
Así que, ya lo saben, si hasta ahora no se habían fijado en ese compartimento donde se acumulan las cápsulas, mírenlo. Y límpienlo más a menudo. No será fácil. Su bonito diseño, que lo hace totalmente cuadrado y lleno de ángulos, no lo facilita. Pero querer es poder, y más si se trata de mantener a raya a las bacterias.