En agosto de hace dos años, la policía británica hizo un llamamiento a la Interpol. El motivo: los padres del pequeño Aysha King, afectado por un tumor cerebral, habían sacado a su hijo del hospital y habían desaparecido. Las fuerzas de seguridad lo localizaron posteriormente en Málaga.
Sus padres declararon que, lejos de querer secuestrarlo, querían ofrecer a su hijo el mejor tratamiento posible para su enfermedad. Frente a la radioterapia que le iban a aplicar en el hospital de Southampton donde estaba ingresado, ellos optaban por un tratamiento considerado alternativo: la radiación con haz de protones, que debían de administrarle en un hospital de Praga. Ahora, la ciencia les da la razón.
La policía española cumplió con el mandato de sus colegas británicos y detuvieron a los progenitores del menor, que eran además testigos de Jehová, por lo que se sospechó que su negativa al tratamiento convencional se pudiera deber precisamente a su religión.
Tras dos días encarcelados en la prisión de Soto del Real, la Fiscalía británica retiró la denuncia y los padres consiguieron el ansiado permiso para trasladar a Aysha a Praga, donde ingresó en un centro especializado en septiembre.
La historia tuvo un final feliz y el niño se recuperó de su tumor cerebral. Un éxito para los padres que se ve refrendado ahora por la ciencia.
Este sábado, una de las revistas médicas más prestigiosas, The Lancet, ha publicado un estudio que avala la superioridad de la terapia con haz de protones sobre la radioterapia convencional, precisamente para el tipo de tumor cerebral que sufrió Aysha, un meduloblastoma.
El trabajo, firmado por investigadores del Massachusetts General Hospital (EEUU), concluye que el tratamiento "ofrece un potencial" como terapia de elección para este tipo de tumor y causa menos efectos secundarios que el utilizado habitualmente.