Hace un año, la Oficina Regional de Coordinación de Trasplantes de la Comunidad de Madrid detectó un patrón extraño en la lista de espera para conseguir un trasplante de riñón joven. Catorce ciudadanos búlgaros habían llegado a distintos centros médicos de la región con esta precisa indicación. Todos tenían un contrato de trabajo en vigor. Entre los pacientes, seis ya habían logrado ser trasplantados y otros esperaban su turno mientras se sometían a diálisis.
El organismo sanitario alertó al grupo de Delincuencia Especializada de la Guardia Civil, que descubrió que el contrato de todos los enfermos era ficticio, realizado ad hoc para obtener el trasplante. Los agentes presentaron este lunes los resultados de la operación, bautizada como RENIBUS.
La primera misión del comandante Reina, jefe de este grupo de la Unidad Central Operativa de la Benemérita, fue estudiar toda la normativa relacionada. "Teníamos que ver cómo una persona normal accede a la lista de trasplantes", explica a EL ESPAÑOL, "una vez conoces los requisitos, vas mirando dónde puede existir un fraude".
Los empleadores falsos eran seis y los investigadores sospecharon, como era plausible, que detrás había algún tipo de organización criminal. Les sorprendió averiguar que, sin embargo, no existía ningún tipo de relación o connivencia entre estas personas, que tan sólo cobraron a los pacientes renales entre 100 y 200 euros para sufragar los gastos del alta laboral. "No hemos detectado trama alguna, y esta investigación ha estado declarada secreta durante un año, créame que hemos investigado a fondo", indica Reina.
Los investigadores sospechan que el componente nacional pudo haber jugado un papel importante, ya que en todos los casos eran otros búlgaros, ya residentes en España, quienes les daban de alta como trabajadores. Al ir al médico, los pacientes, que no hablaban español, eran acompañados por gente de su entorno.
"No puede existir un fraude en el primer tratamiento de hemodiálisis de un búlgaro que viene a España, porque ese tratamiento es una urgencia médica y es totalmente lícito", explica el director de la operación, "pero empezamos a sospechar que, de haber un fraude, tenía que estar en las altas de trabajo, que es el requisito indispensable para obtener la tarjeta sanitaria que da acceso a las prestaciones; descubrimos que se trataba de una falsa relación laboral".
El director de la Organización Nacional de Trasplantes, Rafael Matesanz, compareció junto a miembros de la Guardia Civil y la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid para detallar que le llamó la atención que se amontonaran tantos pacientes de una nacionalidad concreta. "Pone de manifiesto un acceso ilegal a las prestaciones de la Seguridad Social y se puede considerar como turismo de trasplantes". Además, alertó de que "los trasplantados no son muchos, sólo seis, pero ojo al efecto llamada".
En particular, en todos los casos se trataba de personas jóvenes, que buscaban, según Matesanz, "un tipo de riñón que cada vez se da menos en España, y que va en detrimento sobre todo de nuestros pacientes jóvenes".
¿Por qué Bulgaria?
El proyecto EULOD, acrónimo en inglés de Donación de Órganos Vivos en Europa, analizó en 2013 las barreras que existían para realizar este tipo de práctica médica en los distintos países. En las estadísticas, Bulgaria aparecía en el último lugar en tasa de donación y número de trasplantes por millón de personas. Sus autores incluso mencionaban que algún que otro profesional sanitario había declarado: "Se lo diré ahora mismo, el Juramento Hipocrático prohíbe la donación de órganos vivos". Ésta es una alternativa -la donación de parientes vivos- muy utilizada en el caso del riñón, puesto que se puede vivir sólo con uno de estos dos órganos.
La homóloga de Matesanz en Bulgaria, Mariyana Simeonova, reconoció en verano de 2015 que las cifras de trasplantes en el país balcánico habían mejorado ligeramente tras tocar fondo en 2012, donde sólo se hicieron 19 trasplantes en toda Bulgaria. El año pasado se realizaron 56 de riñón, pero aún tienen a más de 1.000 personas en la lista de espera. Por contraste, sólo en Cantabria se realizaron 55 trasplantes de riñón durante 2015.
La escasez ha hecho que en el pasado, los trasplantes ilegales de riñón hayan sido moneda común en Bulgaria. En 2006, por ejemplo, los gerentes de uno de los principales centros médicos del país, el Hospital Universitario Santa Ekaterina de Sofía, admitieran haber participado en al menos 20 operaciones para proveer a pudientes ciudadanos extranjeros de un repuesto renal a cambio de unos 15.000 euros por la operación.
Dados estos antecedentes, las continuas noticias de los buenos datos de España en materia de trasplantes -hace dos meses la ONT celebraba su intervención número 100.000- lo hacían un destino muy apetecible para alguien en busca de un riñón.
Según la Guardia Civil, a partir de 2012, coincidiendo con el peor momento para conseguir un trasplante en Bulgaria, en la prensa local comenzaron a aparecer artículos que animaban a los que esperaban un riñón nuevo a viajar a nuestro país. "El hombre que está a la espera de un trasplante de riñón debe tener un pariente en España, que trabaje legalmente en el país y pague la seguridad social", rezaba un artículo publicado en el diario local Vesti en septiembre de 2012. "Ayudan a que el paciente, encuentra un trabajo, aunque sólo sea por unos meses, por tanto, estos búlgaros se inscriben en el sistema de salud español, que no distingue entre nacionales y extranjeros cuando se trata de un trasplante", y añaden, "desde hace año y medio, Pakistán ya no es una opción para nuestros necesitados".
Matesanz ha confirmado que "el 8% de todos los trasplantes en 2015 corresponden a ciudadanos no nacidos en España, de unas cincuenta nacionalidades", principalmente extranjeros residentes en el país o procedentes de un estado, como Portugal, con acuerdos específicos suscritos.
Ahora, la Guardia Civil trata de valorar el impacto que esto ha podido tener en otras comunidades autónomas, por ejemplo Cataluña o Andalucía, que junto a Madrid es donde se realiza un mayor número de trasplantes de riñón. Pero la gran pregunta que queda por resolver es si esta pequeña oleada de pacientes en busca de un riñón acudieron de una forma espontánea o si estos anuncios y artículos que los animaban a venir a España estaban alentados, de alguna forma, por las autoridades balcánicas para reducir sus listas de espera.