Orlando necesita sangre. Lo hacen, más bien, los supervivientes a la masacre de este domingo en el club gay Pulse. Pero ese líquido esencial no puede venir de personas que compartan orientación sexual con la mayoría de las víctimas: las autoridades sanitarias estadounidenses prohíben a los hombres que mantienen sexo con hombres, así como a los transexuales, donar sangre.
Se trata de un veto que se modificó parcialmente el año pasado, cuando el organismo responsable, la FDA, permitió a los gays donar sangre si cumplían, eso si, un requisito: no haber mantenido relaciones sexuales con otro hombre -con o sin preservativo- el año previo a la donación.
Este domingo, en medio de las noticias que iban elevando el número de víctimas en Orlando, emergió el rumor de que la FDA había levantado la prohibición, algo que el centro de donaciones local One Blood se encargó de desmentir en las redes.
EEUU no es el único país que mantiene este veto parcial o total a la comunidad homosexual; lo hacen también países tan poco sospechosos de homofobia como Islandia, Noruega o Dinamarca, que prohíben directamente la donación al colectivo -con independencia de cuándo hayan o no mantenido relaciones sexuales- o Japón, Australia o Reino Unido (entre otros), que siguen las mismas directrices que el país americano.
De hecho, Francia cambió su política el pasado noviembre y pasó de una prohibición total a una parcial, en la que se limitan las donaciones a aquellos gays que no hayan tenido relaciones sexuales durante un año o tengan pareja estable al menos durante los últimos cuatro meses.
Fue precisamente en la ley francesa en la que se amparó el Tribunal Superior de Justicia Europeo para avalar la prohibición de donar sangre a los homosexuales. Así que incluso los tribunales del viejo continente no parecen ver nada raro en esta discriminación.
Lo que dice la ciencia
Sin embargo, a pesar de la generalización de esta medida, la ciencia no avala que, en la actualidad, este veto se mantenga, ni total ni parcialmente, como confirman a EL ESPAÑOL varios expertos consultados.
Se trata de una medida que tuvo sentido cuando surgió el sida y ni siquiera se conocía el agente causal de éste. En aquellos oscuros años de principios de la década de 1980 cualquier precaución era pequeña, como reconoce a este diario el director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz. "Se hizo en su día cuando realmente los portadores del sida eran las cuatro haches [homosexuales, heroinómanos, haitianos y hemofílicos] y cuando se desconocían muchas cosas y los sistemas de detección del VIH eran muy poco fiables", señala el experto, que subraya: "En este momento lo que es trascendente es que tengas prácticas sexuales de riesgo seas homosexual o no". Para Matesanz, los países que han mantenido estas políticas lo han hecho por un "atavismo del pasado". "Lo extraño es que haya lugares que todavía lo mantengan", añade.
En España no existe ningún tipo de veto, ni lo ha habido nunca, aunque sí que se pregunta en los cuestionarios si se han mantenido relaciones de riesgo, sin especificar con qué sexo. Matesanz cree que en esto "interviene también el tema de que la transmisión del VIH en el país fue sobre todo vía heroína y no tanto por el colectivo homosexual, como sí ocurrió en Francia".
Para el investigador del instituto IrsiCaixa Pep Coll, la medida se apoyaría "en la inercia" y no tendría "una clara base científica". Coll resalta que hace muchísimo años que no se han detectado casos de transmisión del VIH por transfusiones sanguíneas en países con control, como España, pero tampoco en muchos de los que mantienen el veto.
Control en laboratorio
Sin embargo, el médico no quiere dejar de resaltar un hecho innegable: que la prevalencia del VIH es superior en el colectivo de hombres que tienen sexo con hombres. Sin embargo, se trata de un dato "con truco" ya que, a su vez, en estas personas es más habitual hacerse controles. "Es más fácil que un heterosexual no sepa que está infectado, porque tiene una menor percepción de riesgo; de hecho el perfil de diagnóstico tardío de la infección es un varón heterosexual de más de 50 años", subraya.
El presidente de Hispanosida, Ferrán Pujol, comenta a este diario que el mantenimiento de esta medida en algunos países podría también deberse a este mismo factor "innegable" epidemiológico, que puede hacer que, entre los casos de VIH que se detecten en los bancos de sangre, y que nunca llegan por tanto al receptor o el paciente, prevalezcan los homosexuales. "Eso ocurre porque la infección es más prevalente en este colectivo; si no fuera así, estaría más repartido", señala.
Para Pujol estas políticas "parten de conceptos antiguos" y no tienen sentido. "Se trata de una medida discriminatoria y no debería ser así, deberíamos estar agradecidos a los gays que quieren donar por su altruismo", concluye.
Periodo ventana
Algo que podría preocupar a los científicos hace unos años también ha sido superado por la ciencia. Se trata del llamado periodo ventana, ese tiempo que transcurre desde que se adquiere el virus hasta que se puede detectar en una prueba de diagnóstico del VIH.
Sin embargo, Coll subraya que en los centros de donación de sangre se utiliza el llamado test PCR para cribar la sangre en busca de VIH y otros patógenos. Se trata de una prueba que no sólo es muy eficaz,sino que localiza el virus incluso una semana después de la infección.
Eso no ocurre en las pruebas que se realizan en la mayoría de los centros comunitarios, donde el virus se localiza por anticuerpos y se tarda más. Aún así, el periodo ventana se ha reducido considerablemente en los últimos años y es ahora "con los test de cuarta generación" de apenas tres semanas.
"No hay justificación científica. A lo mejor podría tener sentido excluir a quien haya realizado prácticas de riesgo en los últimos diez días, pero no tiene sentido que alguien así se ofrezca; al fin y al cabo, quien dona es solidario y altruista", concluye Coll.
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