Es una escena habitual en cualquier oficina de junio a septiembre. Un empleado se levanta, camina hacia un interruptor situado en la pared y vuelve a sentarse. Al rato, su compañero de al lado hace lo mismo. Quién ganará es una incógnita, como en todo conflicto. Es la guerra del aire acondicionado.
Hace ahora 110 años que el ingeniero Willis Carrier patentó su Aparato para tratar el aire, ingenio que mejoraría en 1921 con su Máquina de refrigeración continua. En ese momento, ya había creado la empresa de su mismo apellido, que aún hoy es líder en la fabricación de sistemas de refrigeración.
Estos aparatos son al mismo tiempo amados y odiados por la población y ambas actitudes tienen su explicación. Para quererlos, su virtud más obvia: ayudan a soportar el rigor de las altas temperaturas veraniegas. Para detestarlos, su relación con los problemas de salud.
El coordinador del Grupo de Trabajo de Respiratorio de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), José Antonio Quintano, explica a EL ESPAÑOL que el 80% de los resfriados que se registran en verano (que afectan aproximadamente a un 20% de la población) son directamente atribuibles al aire acondicionado. ¿Debemos, por ello, dejar de utilizarlo?
El experto responde con un rotundo "no" pero apela, eso sí, al sentido común. Así, comenta que asmáticos y enfermos crónicos han de evitar la exposición al aire frío, porque les afecta como otros agentes, como el humo.
Señala que la causa de la asociación entre aire acondicionado y resfriado es que el aire frío hace a la mucosa respiratoria más vulnerable, es decir, menos resistente a la entrada de los miles de virus que están en el aire. No es el caso de la gripe -no en verano- pero sí de otros muchos asociados al resfriado, como el rinovirus.
La coordinadora del área de enfermedades respiratorias de origen ocupacional y medioambiental de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), Carmen Diego, reconoce a EL ESPAÑOL que la mayoría de problemas respiratorios que se producen por el aire son "procesos leves".
Además de los resfriados, no obstante, se puede producir un cuadro alérgico denominado neumonitis por hipersensibilidad, que no es otra cosa que una neumonía de causa alérgica.
La neumóloga destaca que estos aparatos también han sido fuente de grandes brotes infecciosos. Sin ir más lejos, la bacteria Legionella se bautizó tras detectarse por primera vez en una convención de legionarios, escondida precisamente en las torres de refrigeración de un hotel.
Para Diego, es importante recordar en esta época que en los filtros de estos aparatos se pueden acumular microorganismos, por lo que es muy importante un adecuado mantenimiento de las instalaciones de refrigeración.
Temperatura idónea y otros consejos
Dado que la convivencia con el aire acondicionado parece imposible de evitar -por mucho que se mantengan las guerras en la oficina- los expertos sí ofrecen algunos consejos. Por ejemplo, con respecto a la temperatura idónea, Diego señala que debería oscilar entre los 23 y los 26ºC en verano, siempre que hablemos de un lugar donde sea habitual el sedentarismo, es decir, donde solamos estar sentados.
Quintano, por su parte, cree que hay que evitar la exposición directa al chorro de aire frío y quitarlo por la noche, "cuando las defensas bajan la guardia". Otro factor a tener en cuenta, según los especialistas, es la humedad, que debe estar entre el 30% y el 50%.
En cualquier caso, la guerra del aire acondicionado no parece tener un fin cercano. "En una oficina, el objetivo es que alrededor del 80% del personal se sienta confortable; es difícil lograrlo con el 100%", resume Diego.